jueves, 23 de febrero de 2023

El triángulo de la tristeza - Por Carlos Correa Acuña

Agria comedia negra -y muy negra-, que sin duda descoloca, una pieza que cuestiona y critica el modelo de sociedad, en especial a los super ricos y super poderosos. Con un elaborado formato de sátira, expone importantes dramas y los aborda en base a tres capítulos muy diferentes.

En el primero, conocemos a los dos protagonistas centrales, Carl -Harris Dickinson-, y Yaya -Charlbi Dean-, una joven pareja. Ambos son modelos y su relación no es tan mágica y sencilla como parece; discuten sobre quién invita la cena o quién gana más dinero, sin embargo, pese a sus marcadas diferencias, se mantienen juntos.

Como importantes influencers -tienen miles de seguidores en redes sociales-, son invitados a un crucero extraordinario en un yate de lujo a cambio de promocionar la experiencia. El segundo capítulo comienza, entonces, a bordo del barco, y conocemos a los otros acompañantes, todos sumamente adinerados: un oligarca ruso llamado Dimitry -Zlatko Buric-, y su esposa Vera -Sunnyi Melles-; una pareja mayor, Clementine -Amanda Walker-, y Winston -Oliver Ford Davies-, quienes fabricando armas han ganado millones; Therese -Iris Berben-, en silla de ruedas y que solo repite una frase en alemán luego de sufrir un derrame cerebral; y Jarmo -Henrik Dorsin-, un multimillonario del rubro tecnológico que viaja en solitario. En paralelo, observamos a la tripulación, entre quienes destaca la jefa de personal, Paula -Vicki Berlín-, y un extraño capitán, que inexplicablemente se resiste a salir de su camarote, y que es interpretado por Woody Harrelson.

Los contratiempos del viaje aumentan con el paso de las horas y de los días. Entre ellos se incluyen sofisticados lujos, disparatas solicitudes al personal de servicio, la celebración caótica de la tradicional “cena del capitán” mientras atraviesan una violenta tormenta, y un evento que cambiará completamente el curso de los hechos dando paso a la parte final.

Con guion y dirección de Ruben Östlund, “El triángulo de la tristeza” es una cinta enfática sobre las relaciones de poder. Aborda los equilibrios y desequilibrios, los diferentes roles, la opulencia y también el abuso. Significativamente devela abundantes contrastes, como la excesiva visibilidad de algunas personas y la invisibilidad de otras, esa nefasta separación entre quién es importante y quién descartable.

Bien sabemos que el poder es diferente dependiendo de qué lado uno esté. El ejemplo más obvio es el dinero. Quien lo tiene parece que puede comprar todo, incluso a las personas, pero ¿qué pasa cuando no hay dinero, o mejor dicho, las necesidades básicas y urgentes no se pueden satisfacer con dinero? Sin duda el eje cambia, y por cierto las motivaciones también. ¿Qué mueve entonces? ¿El interés, la conveniencia? ¿Dónde quedan los valores y principios? ¿Es posible mantener la integridad personal o también varía producto de las circunstancias?

Östlund trabaja muy bien los espacios para crear diferentes mundos. Las analogías son espontáneas. La brillante discusión del millonario ruso con el capitán sobre el comunismo y el capitalismo -que por sus dichos no resultan ser tan diferentes el uno del otro-, configura una caricatura que expresa con ironía que, independiente del modelo o del sistema, todo depende de quién manda, de quién es capaz de influir en otro, hasta el punto, incluso, de someterlo y hacerlo desaparecer por completo.

El cuestionamiento al sistema, no solo a un sistema sino a todos, es transversal, porque allí emergen los comportamientos de las personas, con esas caretas que provocan que la honestidad se desfigure y ya nadie sepa quién es quién, o cuál es la realidad. Por eso resulta transcendente el rol de Abigail -Dolly de León-, cuando su personaje adquiere protagonismo. En una oda a la inutilidad de ciertas personas bajo algunas condiciones, Ruben Östlund entrega otro enfoque, diametralmente opuesto, gracias a un giro argumental que modifica pesos y contrapesos

Ganadora de La Palma de Oro en Cannes, y nominada al Óscar como Mejor Película, Mejor Director, y Mejor Guion Original, “El triángulo de la tristeza” es una película interesante. In crescendo, sobre todo hasta su segunda parte -pues luego baja el ritmo y da paso a una sección en la que se unen los cabos sueltos y adquiere sentido-, la cinta configura una apuesta distinta, que no hace cálculos y por lo mismo se percibe muy honesta. Debo reconocer que saca bastantes risas, muchas nerviosas claro está, pero que permiten distender una temática de suyo compleja y difícil de abordar con originalidad. Östlund lo sabe bien, por ello maneja los tiempos de forma brillante ofreciendo un excelente ritmo de filmación.

Provocativa, como toda la obra de este director sueco, es para verla y reflexionarla con calma por varios días.

Ficha técnica


Título original: Triangle of Sadness
Año: 2022
Duración: 149 minutos
País: Suecia
Compañías: Coproducción Suecia-Francia-Reino Unido-Alemania; Plattform Produktion, SVT, Film I Väst, arte, Coproduction Office, arte France Cinéma, Eurimages, ZDF/Arte, Imperative Entertainment, BBC Films
Género: Comedia. Drama | Sátira. Supervivencia. Comedia negra. Comedia dramática
Guion: Ruben Östlund
Fotografía: Fredrik Wenzel
Reparto: Harris Dickinson, Charlbi Dean, Zlatko Buric, Dolly De Leon, Woody Harrelson, Vicki Berlin, Henrik Dorsin, Sunnyi Melles, Jean-Christophe Folly, Iris Berben
Dirección: Ruben Östlund

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