Parece realista pero es alegórica.
Por su carácter semi-onírico es difícil evaluarla como un todo coherente. Fondo y forma se contraponen, y a la vez se complementan.
El tejido entre lo conceptual y los delirios poéticos dificultan una conclusión definitiva. Cada espectador deberá sacar sus propias conclusiones.
Más allá de la vivencia concreta del Anciano Sepulturero, como personaje de carne y hueso, hay un afán de bañar todo en un mensaje metafórico. ¿De qué? Tal vez de denuncia política, de lamento solitario, de frustrado instinto paterno, de un anhelo atávico de reconciliación con la naturaleza, (en especial con las ballenas), y/o un ansia de conservar la memoria de los horrores que otros olvidan o desean sepultar.
De todo esto hay en el filme. Se barajan unos con otros, ligados por un narrador dialogante que en vez de centrar el mensaje, lo hace aún más evanescente. El autor iraní Khatami sólo nos propone una interpretación de lo visto.
El argumento básico es muy sencillo: el viejo cuidador de un cementerio/morgue siente el impulso espiritual de dar sepultura al cadáver de una muchacha desconocida que falleció víctima de la tortura policial. Su cuerpo quedó olvidado en uno de los compartimentos de la morgue.
Nuestro anciano – el actor español Juan Margallo – falsificará archivos olvidados en la vieja bóveda subterránea para legalizar la inhumación de la muchacha desconocida.
Fue preso político y testigo de cómo tapaban con cal a los fusilados. Otro obrero, cuando joven (Luis Dubó), ayudó a los entierros, pero sufre de amnesia. El anciano, en cambio, tiene memoria eidética. Mientras cava la fosa para la muchacha desconocida, un zapador, en off, nos dice “Olvidar el olvido es el verdadero olvido”.
Para evitar perderse en el laberinto de archivos polvorientos, el anciano utiliza un hilo de Ariadna, para “recordar” el camino de retorno.
El cementerio pronto será clausurado y reemplazado por uno nuevo. El barrio que rodea la necrópolis también es antiguo, con viejas vecinas solitarias, donde pululan perros y gatos holgazanes. Hasta los funcionarios burocráticos están como anestesiados: muy suaves y casi susurrantes en su “indolente amabilidad”. (Amparo Noguera y Julio Jung).
Durante el lento proceso de sepultura, reviviremos intentos de prepotencia policial por acallar cualquier testimonio de brutalidad, intercalado con diálogos solidarios y amigos ciegos.
Aunque fue filmada en Chile, podría ambientarse en cualquier país de Latinoamérica. De adrede carece de música.
UN BELLO DISCURSO QUE PARECE SIMPLE PERO QUE ENCIERRA NIVELES DE DENUNCIA Y REFLEXIÓN.
Ficha técnica
Título Original: Oblivion Verses
Título Original: Oblivion Verses
Distribuidora Storyboard Media
Drama Francia, Alemania, Holanda, Chile – 1,32 hrs.
Fotografía: Antoine Héberlé
Edición: Florent Mangeot
Diseño Prod.: Jorge Zambrano
Actores: Juan Margallo, Tomás del Estal, Manuel Morón, Amparo Noguera, Luis Dubó, Julio Jung, Willy Semler
Guionista y Director: Alireza Khatami
Premio Mejor Guion, sección Orizzonti del Festival de Venecia.
Premio Mejor Guion, sección Orizzonti del Festival de Venecia.