La cronología es muy clara pero no en un comienzo. El director John Crowley dirige un guion de Nick Payne que utiliza una línea de tiempo desordenada como recurso narrativo, con saltos temporales que, si no estamos atentos, podrían confundirnos y enredar ligeramente la secuencia de los hechos. Esta es, a mi juicio, una decisión acertada, pues si la historia fuera lineal, es posible que sin el efecto sorpresa la cinta hubiera perdido gran porcentaje de su encanto.
La trama, simplificando al máximo, presenta a dos jóvenes que se encuentran casualmente. Está bien, las casualidades no existen, pero en este caso parece que definitivamente sí, porque ambos son “acontecidos”, porque ambos son de esas personas a las que les sucede todo tipo de cosas y llaman permanentemente la puerta del destino. Creo que no vale la pena adelantar mucha más información, porque justamente la magia consiste en descubrirla a medida que los minutos avanzan. Dejarse llevar, enlazar hechos, suponer, equivocarse, y finalmente armar un puzzle, en apariencia complejo, que se revela hacia el final en todo su esplendor.
Los protagonistas de la historia hacen un muy buen trabajo. Existe buena química, pero hay algo más: son creíbles en sus interpretaciones. Garfield está siempre con un nudo en la garganta, en un trance intermedio entre su interior y su exterior. Por otra parte, Florence Pugh convence, no solo por sus cambios físicos, sino por una inesperada evolución en todos los sentidos.
Hay pistas claras si estamos alertas. Y, por cierto, hay otras más escondidas que se revelan a posteriori para completar así el relato. No me refiero a lo evidente, sino a aquello que se encuentra un par de niveles más profundos, radicado en la historia íntima de la pareja. El dolor, la esperanza y la resignación pugnan por ser los ejes principales, sin embargo se eleva con fuerza el valor de la familia, tanto el amor de pareja como el filial, para completar un círculo virtuoso que entrega vitalidad a un futuro incierto.
El título original, “We Live in Time”, es mejor que el que recibe en español. Al llamarla “El tiempo que tenemos”, sin querer, o bien queriendo, entrega demasiada información sobre lo que veremos en un poco menos de dos horas. Puede parecer exagerado lo que digo, sí, pero es indudable que uno va con ciertos prejuicios a ver una película que más o menos sabe por dónde va, y que desarrollará una temática tan profunda como es la enfermedad y la muerte.
Si bien no estamos ante una cinta inolvidable, puedo decir que esta película supera con creces la media del género romántico habitual. Y quiero destacar dos razones para esta afirmación: la primera, por supuesto, la pareja protagónica junto a la natural figura de la pequeña Grace Delaney; y segundo, el abordar una temática actual y acuciante respecto a una enfermedad como el cáncer, su tratamiento (o no tratamiento), y lo que significa la calidad de vida producto de las decisiones que se tomen. El guion no se inclina ni toma partido por ninguna opción. Expone un camino, sí, pero plantea muchas más interrogantes, que, bien abordadas, podrían ofrecer herramientas útiles para enfrentar este tipo de situaciones.
Ficha técnica
Título original: We Live in Time
Año: 2024
Duración: 107 minutos
País: Reino Unido
Compañías: Coproducción Reino Unido-Francia; Film4 Productions, Studiocanal, SunnyMarch, Film Four, Shoebox Films, Canal+. Distribuidora: A24
Género: Romance. Drama | Drama romántico. Enfermedad
Guion: Nick Payne
Música: Bryce Dessner
Fotografía: Stuart Bentley
Reparto: Andrew Garfield, Florence Pugh, Grace Delaney, Lee Braithwaite, Aoife Hinds, Adam James
Dirección: John Crowley