jueves, 26 de enero de 2023

Tár - Por Carlos Correa

Esta cinta comienza con una entrevista clave. El escritor y ensayista Adam Gopnik -él mismo-, conversa con Lydia Tár -Cate Blanchett-, en The New Yorker Festival. El currículum de su invitada es excepcional: pianista, etnomusicóloga, compositora, escritora y, además, luego de una extensa carrera al frente de numerosas y prestigiosas orquestas, es nada menos que la primera directora titular de la Filarmónica de Berlín. Durante la vibrante charla en la que recuerda con emoción a su mentor Leonard Bernstain, Lydia, quien continúa cosechando éxitos, reconocimientos y se encuentra en un lugar de privilegio, revela una parte de sus nuevos desafíos: la próxima grabación en vivo de la Quinta Sinfonía de Gustav Mahler y el lanzamiento de su nuevo libro biográfico “Tár on Tár”.

El diálogo es formal, incluso por momentos muy técnico, sin embargo la clásica pregunta sobre cuál es la labor del director de orquesta, agudiza los sentidos. Para quienes hemos tenido la oportunidad de dirigir una orquesta, es difícil definir esa tarea con palabras. Podría ser algo así como organizar el tiempo y el espacio sonoro, pero aún así, es mucho más complejo de explicar. El director no emite sonido alguno sin embargo conduce la música, lo que es casi una paradoja. Lydia, brillantemente recurre a un ejemplo sencillo y profundo. Quien dirige “pone en marcha el reloj”, maneja el aceleramiento y la suspensión del tiempo, también la tensión y la distensión; los contrastes. Y tal vez lo más importante: principalmente debe descubrir, a través de los ensayos, las intenciones; la del compositor de la obra, y también la propia, del intérprete de la partitura.

Volviendo a la película, ¿por qué basarse en una directora de orquesta si bien podría tratarse sobre una directora de cine, un director de teatro, una entrenadora deportiva o un líder político? Y la respuesta podría ser otra clave, porque el sustrato de la película es el ejercicio del poder. Debo reconocer que al verla sentí algo de pudor, ya que el entorno temático naturalmente me fascina y está muy bien representado, pero pienso que tal vez podría no ser tan interesante para un público más amplio. ¿Se tratara de una película de nicho? Es posible, sin embargo por sus nominaciones y premios, espero que la vean muchas personas.

El guion escrito por el mismo director, Todd Field, es de los mejores del último tiempo. A través de diálogos, conversaciones, gestos e innumerables detalles, logra provocar un preciso contrapunto entre la intelectualidad y la emocionalidad, tanto a nivel personal como conceptual. Gracias a este magistral trabajo, el desarrollo de la historia trasciende, va mucho más allá de la puntualidad que ofrece, pues en su base están las relaciones humanas que son transversales: abarcan desde lo personal e individual, hasta lo grupal y universal.

La película se enfoca en su protagonista. Podríamos señalar que, tal como lo señala el título, la historia es ella. Después de la conversación inicial, vemos a Lydia almorzar con Eliot Kaplan -Mark Strong-, un director aficionado e importante banquero de inversiones, gerente de “Accordion Foundation”, cuya labor es apoyar a las aspirantes a directoras. Luego, presenciamos una clase magistral que ofrece en “Julliard School”, una brillante secuencia que, por momentos, parece escaparse de sus manos. Finalmente, somos testigos del regreso a su hogar, en Berlín, siempre acompañada por su asistente personal, Francesca Lentini -Noémie Merlant-, una ex becaria de su Fundación que mantiene viva su ilusión y pasión por dirigir.

De pronto, la cinta cambia su rumbo. Lydia vive con su esposa Sharon Goodnow -Nina Hoss-, primer violín de la Filarmónica de Berlín, y su pequeña hija adoptiva Petra, de seis años. Otro claroscuro notable, porque ahora vemos de cerca la intimidad familiar versus la exposición mediática anterior, una vida privada marcada por cosas sencillas, por sentimientos, y también por una cierta sensación de soledad.

Conjugando estos marcados ámbitos, estas dos vertientes, vamos conociendo ciertas características de Tár. Obsesiva con los ruidos y sonidos -otro detalle excepcional del director-, Lydia es también caprichosa e impredecible, algo que se expresa aún más cuando comienzan los ensayos de la Quinta de Mahler -destacan el primer movimiento y el cuarto, el famoso “Adagietto”-, y además se debe completar una vacante en la orquesta que se adjudica la cellista rusa Olga Metkina, interpretada por la joven Sophie Kauer, quien, en la vida real, es una talentosa intérprete del instrumento y toca con expresividad desbordante el concierto de Edward Elgar.

Desde ese momento, la cinta adquiere otro cariz, y quedan al descubierto los nudos emocionales. La tensión, que hasta ese instante corría por el subterráneo, emerge hacia la superficie. Las obsesiones aumentan -los ruidos también-, se hace público el suicidio de una ex becada, y la figura de la nueva integrante del conjunto orquestal desata un verdadero huracán al interior del mundo personal y profesional de Lydia.

La dirección de Todd Field es magistral y la actuación de Cate Blanchett, portentosa. La historia es ella y la música es ella. Tár representa el sol radiante y también los nubarrones y chubascos. Es la estrella que brilla incandescente y también en forma intermitente, bajando gradualmente su luminosidad. Son muy pocos los momentos en los que la actriz no está en pantalla y esa responsabilidad la asume con una asombrosa naturalidad. Cate Blanchett logra traspasar la actuación. Es ella quien dirige la orquesta y toca el piano, y lo hace muy bien. Su compenetración con el personaje es tal, que la fuerza y vitalidad que le entrega resulta puro fuego. Es tan magnética y cautivante, que Field consigue que todo gire a su alrededor sin sobreexponer ni cansar. Además, a través de diferentes planos, el director nos introduce por laberintos técnicos complejos que hace que parezcan sencillos. La cámara, siempre atenta a toda gestualidad y expresividad, nunca es invasiva, incluso en las tomas más cercanas. Acá, la suma de talento es exponencial y sinérgico; director y actriz se potencian mutuamente, al máximo, y el resultado está en otro nivel.

Esta película me encantó, como podrán darse cuenta. Podría escribir mucho más, pero no quisiera adelantar elementos que quiten magia a la sustancia del filme. La búsqueda de éxito sin medir impactos, las acciones y sus consecuencias, la seguridad -o falsa seguridad-, el temor y la vulnerabilidad de algunas personas, y por otro lado la adulación y la consagración hacia una figura de renombre, entre muchas variables, pueden llevar a un actuar lleno de equívocos y errores. Y además, cuando se busca solo el beneficio personal y para ello se abusa de una posición dominante, habitualmente hay daños. El fenómeno de la cancelación también está presente, esa dificilísima relación entre la persona y el artista. Es por ello que este retrato contundente sobre el ejercicio y abuso de poder, representado en una formidable directora de orquesta, resulta tan convincente.

“Tár” es una película para digerir lentamente, con pausa, sin ningún apuro. La reflexión surge espontánea, recordando las primeras notas de la inicial Marcha Fúnebre de la Quinta Sinfonía de Gustav Mahler que se nos anuncia como presagio. Lydia Tár, ¿tendrá, también, un destino inevitable?

¡Notable trabajo! ¡Muy buena película!

Ficha técnica

Título original: TÁR
Año: 2022
Duración: 158 minutos
País: Estados Unidos
Compañías: Focus Features, Emjag Productions, Standard Film Company
Género: Drama | Música
Guion: Todd Field
Música: Hildur Guðnadóttir
Fotografía: Florian Hoffmeister
Reparto: Cate Blanchett, Nina Hoss, Mark Strong, Noémie Merlant, Sam Douglas, Sydney Lemmon, Murali Perumal, Diana Birenyte, Vivian Full, Amanda Blake
Dirección: Todd Field

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