martes, 31 de enero de 2023

Los espíritus de la isla - Por Elizabeth Salazar T.

"La verdadera amistad dura toda la vida…"


Hay amistades que son para toda la vida y logran mantenerse en el tiempo y otras, simplemente van quedando en el camino por diversas razones. Este es el caso de “Los espíritus de la isla”, película ambientada en una isla de la costa oeste de Irlanda. En aquel lugar, viven Padraic (Colin Farrell) y Colm (Brendan Gleeson), ellos han sido amigos de toda la vida, pero un día, Colm decide poner fin a su amistad, situación que impacta profundamente a Padraic, quien se siente confundido e intrigado por la resolución de su camarada. Para lograr atravesar este momento, cuenta con el apoyo de su hermana Siobhan (Kerry Condon) y el joven problemático Dominic (Barry Keoghan) y a pesar de que se esfuerza por reparar la relación, sus repetidos intentos solo fortalecen la determinación de su antiguo amigo, lo que se complica cuando Colm le da un ultimátum y los acontecimientos se intensifican rápidamente, provocando impactantes consecuencias.

Una de las relaciones más lindas que tenemos en la vida son nuestros amigos, de hecho, se los define como nuestra familia escogida, sin embargo, a veces por diferentes razones nos vamos alejando de algunos. Padraic y Colm eran casi hermanos, hasta que este último decide terminar su amistad. En un momento, Colm se replantea su existencia y da cuenta que quiere dedicar su vida a dejar un legado (obvio no contaré más al respecto para no spolear). Paralelo a este conflicto, se desarrolla la guerra de Irlanda (1923) y se podría decir que durante el transcurso del largometraje, estos ex amigos van combatiendo sus propias batallas. En este sentido, vemos la desesperación de Padraic al comienzo y con ello, su incertidumbre al no entender el motivo de la pérdida, por lo que, sufre, ya que, quiere recuperar la amistad de Colm. Por lo demás, ambos habitan en una isla pequeña, donde todos se conocen y todo se sabe, no es fácil perder a alguien que te vas encontrando a diario.

Los dos actores protagonistas realizan una muy buena interpretación, por lo mismo, cabe destacar que ambos están nominados al Oscar. Es bueno ver a Farrell en un personaje absolutamente diferente a lo que ha realizado anteriormente, es un hombre desprovisto de orgullo, que se encuentra desesperado como un niño e insiste en esforzarse para recuperar a su amigo. En tanto, el personaje de Gleeson, es un hombre determinado, provisto de un carácter fuerte, no es una mala persona, sino que, simplemente cambió. Por otro lado, Kerry Condon, se encuentra nominada a Mejor Actriz de Reparto, con un rol de mujer conciliadora, dulce, pero fuerte a la vez,  y por último, la Academia, nominó como Mejor Actor de Reparto a Barry Keoghan, quien realmente impacta en el rol de un joven que tiene una conflictiva relación con su padre.

La fotografía de la película es muy bonita, más de alguna toma podría convertirse en una postal o en una pintura. Nosotros somos espectadores de la situación y de esos bellos paisajes, donde dan ganas de ir por un rato para encontrar aire puro y paz. No obstante, curiosamente, es de lo que carecen los personajes. Sumado a ello, la música se torna un elemento muy importante, puesto que aquellas melodías características de Irlanda acompañan la trama de diferentes formas. Por este motivo, su compositor Carter Burwell, fue nominado por la Academia en la categoría de Mejor Música Original.

El filme está compitiendo en nueve categorías durante la próxima entrega de los premios Oscar, además de las actuaciones, se encuentran nominados su director Martin McDonagh, tanto por Mejor Dirección como por Mejor Guion Original y Mikkel E.G. Nielsen por Mejor Montaje.

Existen varias razones para verla, un drama bien contado, que impacta, remece y hace reflexionar al espectador respecto a las actitudes de estos dos hombres, ninguno es bueno y malo, solo quieren cosas diferentes.

Director: Martin McDonagh
Duración: 114 Minutos
Distribuye: Cinecolor Films

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