viernes, 9 de diciembre de 2022

Hasta los huesos - Por Carlos Correa

Esta película tiene una barrera de entrada que no resulta ser menor. Y es que, aunque no se anticipen detalles, estos se cuelan por los poros. Además, la misma película comienza dando un golpe de cátedra, provocando una conmoción inicial de la que debemos ser capaces de recuperarnos pronto, pues de improviso nos encontramos sumergidos en su trama.

El relato nos presenta a Maren -Taylor Russell-, una adolescente que vive en Virgina, Estados Unidos, en la década de los 80. Luego de un incidente con una amiga en una fiesta de pijamas, ella y su padre Franck deben huir de su casa antes que llegue la policía. Un salto temporal nos lleva al cumpleaños número 18 de la joven, ahora en Maryland, y observamos como Maren se queda sola. Su padre la ha dejado con un poco de dinero, un certificado y una grabación en casete que narra, de primera fuente y desde sus inicios, su particular condición.

Sin rumbo claro, Maren decide buscar a su madre, de quien no conoce mayores detalles. Al llegar a Ohio conoce a Sully -Mark Rylance-, un hombre excéntrico que dice ser como ella: la ha “olido”, la ha reconocido a varios metros de distancia. Dice que quiere ayudarla, incluso se lo demuestra, pero Maren desconfía y finalmente huye del lugar.

Ya en Indiana, la joven protagonista conoce a un chico llamado Lee -Timothée Chalamet-, que también es como ella. Ambos se reconocen. Lee no tiene domicilio fijo, vaga de lugar en lugar, y cada cierto tiempo vuelve a su casa para estar cerca de su hermana. Maren ya tiene claro lo que quiere, es decir, encontrar a su madre para, tal vez con ello, lograr entenderse y conocerse a sí misma.

Surge de inmediato una conexión entre ambos jóvenes, una atracción, un impulso vital. Si bien comparten la condición, difieren en cómo deben llevar la vida. Tal vez la experiencia -y particularmente el pasado- de Lee marca una diferencia, como también las dudas, y los tormentos de Maren, determinan su actuar. Es el comienzo de un camino, ahora juntos, por diferentes ciudades y estados, de dos personas que se sienten marginadas y que, sin embargo, al estar acompañadas, se ven capaces de enfrentar al mundo.

Dirigida por Luca Guadagnino y basada en la novela de Camille DeAngelis, “Hasta los huesos” es una historia de abandono y escape. No es apta para todo tipo de público, y menos para personas cuya sensibilidad pueda ser afectada por una temática de suyo compleja.

Si para Maren, Sully representa un descubrimiento y un aprendizaje, es el encuentro con Lee lo que cambia completamente su percepción. Ella pensaba que era única, y no lo es. Hay más personas como ella, como Lee; ¿será, entonces, algo normal? Porque se ven normales, se ven conviviendo con otros, pero los impulsos, muchas veces irresistibles, aparecen de pronto y no se pueden dejar a un lado, y menos negar.

Maren tiene dudas, es su principal preocupación. Pero ahora, con Lee, tiene compañía y ayuda, entonces, ¿por qué surge el conflicto? ¿Es que la toma de conciencia de la situación es mucho más gravitante que sentirse cómoda con un joven de su misma condición y que aparentemente no se la cuestiona? Hay muchas otras esferas en este relato, en cada instancia de reflexión, en cada momento que cada uno de los dos vive, cuando revistan el pasado y cuando Maren logra encontrar a su madre.

Taylor Russell despliega un talento excepcional en su rol, muy bien secundado por Timothée Chalamet y acentuado cada vez que aparece en escena Mark Rylance. Russell es muy bien filmada por Luca Guadagnino, con tomas acertadísimas y cámaras muy bien colocadas para poder retratar no solo su exterior sino dejar vislumbrar lo más importante: su conflicto interior. Los personajes secundarios están muy bien delineados. Con pocos elementos nos entregan mucha información, podemos configurarlos perfectamente por lo que nada en el relato queda trunco o sin peso. Y tal vez el mayor logro técnico de la película sea la edición, porque a pesar de su duración extensa, el armado es fluido; a pesar de la densidad de varias secuencias, el resultado es artístico; a pesar de lo difícil que resulta traspasar su primera capa, el montaje permite que podamos situar la mirada más adentro para arribar a la profundidad que Guadagnino nos quiere mostrar.

“Bones and All” es una película difícil. Podemos no pasar de la epidermis porque ciertamente es muy sensible. No obstante, si logramos superarla, podremos internarnos en una película que, a través de un viaje físico, las así llamadas “Road Movie”, nos presenta un tránsito íntimo, profundo y significativo de condiciones, actitudes y sentimientos. Están ahí la vulnerabilidad, el temor, el abandono; la necesidad de afecto, de guía, de acompañamiento; la desesperada soledad y la luz de esperanza que significa encontrar a un “otro” reconocido como tal. Con todo aquello nos asomamos a la esencia, al sentido de la vida, al para qué y al por qué, a la sustancia más profunda de una intimidad en formación que busca con afán esas respuestas que tal vez solo un recorrido largo puede entregar.

Ficha técnica

Título original: Bones and All
Año: 2022
Duración: 130 minutos
País: Italia
Compañías: Coproducción Italia-Estados Unidos; Frenesy Film Company, Per Capita Productions, Vision Distribution, The Apartment, MeMo Films, 3 Marys Entertainment, Tenderstories, Ela Film, Serfis, Wise, Immobiliare Manila
Género: Romance. Drama. Terror | Road Movie. Años 80
Guion: Dave Kajganich. Novela: Camille DeAngelis
Música: Trent Reznor, Atticus Ross
Fotografía: Arseni Khachaturan
Reparto: Taylor Russell, Timothée Chalamet, Mark Rylance, André Holland, Michael Stuhlbarg, Chloë Sevigny, Jessica Harper, David Gordon Green, Francesca Scorsese, Jake Horowitz
Dirección: Luca Guadagnino

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