La película se centra en un exclusivo restorante; su chef invita a diferentes personas muy pudientes a una isla cerca de la ciudad pero sin comunicación alguna. Este aclamado chef ha preparado un lujoso menú de varios tiempos, junto con sorpresas impactantes y algunos ingredientes inesperados al menú planeado.
Una película de la cual no se puede decir mucho, con la idea de que al verla entiendan la metáfora que nos quiere explicar la visualidad con la que está ideada.
A esta película en lo personal, la podría presentar de la siguiente forma.
Ingredientes:
Un puñado de comensales, con una guarnición de incomodidad, una cucharada de vanidad, y una pizca de locura.
La dejamos cocinar lentamente, para que los pecados de los comensales vayan apareciendo, cerrando el último emplatado con confusión y temor.
Un maridaje muy adecuado.
Este trabajo efectúa una crítica satirizada a la clase alta, pero a un grupo específico, que es aquella que no queda satisfecha con nada, con la que no saborea nada de lo que hace, con aquella que no recuerda qué fue lo último que compró, y no lo disfruta. Salen a relucir sus mezquindades y la vanidad que los embriaga diariamente, siendo eso la guinda de la torta.
Así que ahora, es hora de degustar cada plato.
Su ambientación es muy teatral. Con grandes efecto de sonido, como el click de un vaso de cristal o el cuchillo que rasca el plato, todo armado para crear tensión, o más bien incomodidad, como ya indiqué.
Una película muy visual, desde los colores oscuros del escenario, la vajilla en la mesas, hasta el movimiento de los cuerpos.
Su guion puede ser algo rebuscado para muchos, en especial quienes pretenden ver acción desenfrenada, que aquí no la hallarán. Pero sí está dotado de un ingenioso y perverso humor negro.
Sí, me habría gustado que los personajes, comensales, los hubieran desarrollado mejor, ya que nos encontramos con un grupo de actorazos: como el matrimonio de adultos de Reed Birney y Judith Light, y clientes frecuentes. O el actor que ya está decadencia, John Leguizamo con su "asistente", Aimee Carrero. O los pedantes Mark St. Cyr , Rob Yang y Arturo Castro. Sin olvidarnos de una muy crítica gastronómica, Janet McTeer con su editor, Paul Adelstein. Y, por supuesto, Nicholas Hoult, como ese presumido y arrogante fanático del trabajo de este chef, que se hace acompañar por una misteriosa Anya Taylor-Joy, que logra incomodar a este chef, Ralph Fiennes, quien mantiene todos sus tiempos en perfecto orden, con su "tropa" de particulares sub chef, encabezados por la maitre Hong Chau.
Todo está perfectamente mezclado, así como la diversidad cultural de nuestros protagonistas.
Mark Mylod ya nos ha impresionado con otros filmws, y acá, aunque no está la perfección o el alto impacto de sus otros trabajos, no deja indiferente, pues toca muchos temas; como el hijo dedicado a su madre, personas que viven de apariencias, otros que entregan su vida por lo que aman o creen que aman. Muchas verdades ocultas, mentiras a flor de piel, arrogancia, entrega y redención.
Simplemente, no perdamos el gusto por las cosas.
Salud.
Ficha técnica
Director: Mark Mylod
Guion: Seth Reiss y Will Tracy
Historia de Will Tracy
Musica: Colin Stetson
106 minutos
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