lunes, 24 de octubre de 2022

El niño del Plomo - Por Carlos Correa

Esta cinta dirigida por Daniel Dávila tiene como telón de fondo un descubrimiento que hicieron dos pirquineros en el cerro El Plomo, a 5400 metros de altura, en Febrero de 1954: en la cumbre encontraron el cuerpo de un niño Inca congelado por más de 500 años. Como decidieron trasladarlo a Santiago, retiraron así esta ofrenda entregada en su momento a la montaña.

En el Santiago actual, Mateo y su niñera Scarlett emprenden el ascenso a El Plomo sin una motivación clara. Mateo parece recibir un llamado enigmático, una voz proveniente del cerro, que le reclama acerca de lo sucedido y que necesita, o más bien le exige, visitar el lugar de los hechos.

Luego de un inicio con imágenes rápidas producidas con una compleja edición, sentimos agobio. La música colabora a dicha sensación por sus secuencias de medios tonos, unos clústers tonales que, junto con la superposición de imágenes, aumentan progresivamente la tensión. Luego viene la calma, el sonido del viento y el silencio; por fin la anhelada paz.

Entonces, la bella fotografía surge en esplendor: una imagen preciosa acompañada de un imponente silencio. Es la blanca montaña, es la naturaleza, es todo un renacer. Algunos carteles con texto manuscrito nos dan algunas explicaciones. Observamos un diario, un relato, una historia.

“El Niño del Plomo” es una película conceptual, abstracta, con analogías y alegorías de una ruta, de un camino, de un tránsito tan confuso como difuso. Cuando hay diálogos, se pierde bastante de la magia que entregan las imágenes y los sonidos, se siente sobreactuada, no resulta natural si lo comparamos con la majestuosidad del retrato anterior.

El ascenso es difícil, dificultoso, hay cansancio, es un desafío mayor. Persisten, en varios pasajes, los sonidos tensos y los cortes abruptos que entregan el silencio como oposición.

El trabajo de Daniel Dávila es onírico. Su trabajo de las luces, los colores y los sonidos entregan una sensación mágica inmersiva, con conexiones de todo tipo mayormente entregadas a lo que el espectador pueda configurar y concebir.

Los cuatro elementos esenciales están presentes; tierra, aire, fuego y agua. La película pasa de estática a difusa, también se llena de fusiones (o confusiones) a lo largo y ancho de su metraje.

“El Niño del Plomo” es un cúmulo de experiencias sensoriales, un trabajo atemporal y también experimental cuyo objetivo se difumina aún más al llegar a su propia cumbre. Si se completa o no, si es inicio o fin, queda entregado a quienes acompañemos este recorrido; desde nuestra propia visión, y desde nuestra propia experiencia.

Ficha técnica

País: Chile
Año: 2021
Duración: 77 minutos
Casa productora: Kiné-Imágenes Producciones
Producción: Teresita Ugarte
Guion: Daniel Dávila, Elisa Eliash
Dirección de fotografía: Enrique Stindt
Montaje: Daniel Dávila
Dirección de arte: Víctor Nuñez
Sonido: Charly Rojas, Roberto Zuñiga
Elenco: Daniela del Pino, Mateo del Sante
Dirigida por: Daniel Dávila

No hay comentarios.:

Publicar un comentario