jueves, 24 de marzo de 2022

Rohingya - Por Carlos Correa

Este trabajo documental del director Ai Weiwei puede entregar al espectador, al menos, dos miradas: la primera se produce al verlo sin conocer nada de la historia o de qué se trata; la segunda se produce conociendo los detalles que están representados en la filmación. Hago esta distinción pues la aproximación al testimonio fílmico puede resultar muy diferente dependiendo la vertiente desde la que se proceda. 

Bajo la primera premisa, las imágenes que muestra la película pueden corresponder a un lugar indeterminado y no sería posible entender su significado hasta los créditos finales. Por lo mismo, en esta oportunidad sugiero conocer un mínimo de la historia para apreciar con mejor perspectiva lo que el trabajo desea ofrecer. De acuerdo a lo anterior, estas líneas las abordaré desde esta última mención, aunque varios puntos del análisis puedan resultar coincidentes entre ambas visiones.

“Rohingya” trata sobre el campo de refugiados más grande del mundo, en Cox's Bazar, Bangladesh. Los rohingya -minoría étnica musulmana del estado de Rakhine, en Myanmar- han sufrido años de persecución por parte del gobierno birmano. Tras una “limpieza étnica” realizada por el ejército en agosto de 2017, hubo un éxodo de más de 700.000 rohingya desde Myanmar a Cox's Bazar, donde se estima que actualmente habitan más de un millón de refugiados.

Lo primero que surge al inicio del documental es la sensación de estar viendo algo invasivo, con una cámara intrusa, incómoda, situación que genera un poco de pudor. No obstante usar planos fijos y abiertos, la cámara no es neutral y naturalmente incide en el comportamiento de quienes están siendo filmados. A través de sus secuencias, esta cámara fija se transforma en una ventana. La pantalla es el lugar donde observamos todo lo que sucede, el entorno, las viviendas, los paisajes, las calles, las personas, etc., es decir, todo.

La fotografía de cada toma es precisa, producto de la decisión de encuadre del director y la particularidad de los detalles que permite incorporar en cada plano elegido. Así, el realizador logra ofrecer perspectivas diferentes, basadas justamente en esas decisiones de ubicación de la cámara para de esa forma mostrar todo lo que acontece. El audio es totalmente natural. No hay una voz “en off” o un relato con cuadros de texto o letreros. Se registra lo que sucede y, por momentos, aquello se acompaña por una delicada banda sonora que no distrae, sino que potencia la exposición visual.

“Rohingya” es un retrato de la cultura, de la vida, y de lo cotidiano de cientos de miles de personas. Con un lenguaje simple, se revelan ritos, costumbres, oficios, y juegos de una comunidad que intenta sobrevivir. A pesar de la presencia de la cámara, el tratamiento resulta bastante natural, lo que otorga un sentido de “verdadero” al trabajo. De esa forma, nosotros, los espectadores, nos situamos frente a un gran ejercicio de contemplación. En este punto, las dos visiones se juntan; puede ser cualquiera de las dos. Esta comunidad, este pueblo o aldea podría ser indeterminada, sin embargo conociendo los antecedentes, inmediatamente le damos un significado diferente y, por supuesto, un peso distinto.

¿Qué hay acá entonces? ¿Qué diferencia habría con una recolección de imágenes de otras situaciones similares? Por esto, juega un papel vital saber de qué se trata el trabajo, pues así comprendemos -o bien le otorgamos significado- a lo que el director desea ofrecer a través de esta muestra.

Las dos horas de duración del documental de Ai Weiwei resultan especiales. Se sale de lo tradicional, del molde típico que uno espera en un trabajo de esta naturaleza. Expositivo, crudo por momentos, bello por otros, constituye un esfuerzo importante por mostrar una realidad que desde otro punto de vista tal vez no sea advertida. Es una denuncia, en clave estética, de una situación acuciante que debemos conocer y que nos aprieta el corazón y que al reconocerla en un plano más empático y emocional, la hace indudablemente más cercana.

Ficha técnica

Título: Rohingya
Duración: 122 minutos
País: Alemania
Año: 2021
Género: Documental
Director y productor: Ai Weiwei

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