Disponible en Netflix.
Esta cinta, escrita y dirigida por Alice Rohrwacher, es una fábula que contiene múltiples capas. La historia se centra en Lazzaro -Adriano Tardiolo-, un joven campesino que vive y trabaja en “La Inviolata”, una pequeña aldea alejada de la ciudad, cuya patrona es la marquesa Alfonsina de Luna -Nicoletta Braschi-. Lazzaro es bondadoso y servicial. Todos se aprovechan de él. ¿Se defiende? No. Él es así, piensa en los demás, se posterga. ¿Les da en el gusto? Más bien es complaciente, de él emanan valores positivos, escucha, ayuda, se interesa por los otros.
La comunidad donde vive Lazzaro es especial. Trabajan y trabajan pero no obtienen ganancias, siempre están al debe. Quienes manejan el negocio -producción de tabaco-, la marquesa y su administrador, abusan de su poder y les ponen el pié encima. La ignorancia y la sumisión de estas trabajadoras y trabajadores es de no creer. La ruralidad y la falta de conocimientos juegan un papel importante pero, ¿por qué nunca se rebelan?
La llegada de Tancredi -Luca Chikovani -, el hijo de la marquesa, modifica el escenario. Encuentra en Lazzaro un confidente, alguien que puede acogerlo y también servirlo para sus propios intereses. A partir de ese momento, el relato se dirige hacia un punto de inflexión que nos descoloca y que marca el comienzo del realismo mágico.
La película compone, entre sus líneas, una denuncia social, muestra el abuso y sometimiento de trabajadores que desconocen sus derechos. La vulnerabilidad no se manifiesta solo con la pobreza material sino que se refleja en la condición de vida de los retratados, sus temores, su inacción, su parálisis ante un mundo que deben descubrir.
Lazzaro transita hacia otro ámbito. ¿Qué encuentra, qué cambia? Sus amigos de comunidad son ahora mayores y él sigue siendo el mismo joven por el que los años no han pasado. La marginalidad y pobreza del grupo se mantiene pese al paso de los años, sin embargo el contraste permanece inmutable gracias a los valores que representa Lazzaro; generosidad, preocupación, contención, espíritu verdadero de bondad.
¿La presencia de Lazzaro es real, o bien es una representación de la conciencia de cada uno? La cinta no lo responde porque debemos profundizar dentro de sus capas. Bajo una apariencia cándida, el relato se interna en una metáfora compleja sobre la belleza de la bondad y la generosidad.
La actuación de Adriano Tardiolo es simple, sin aspavientos, desprovista de atuendos, incluso físicos. Su fragilidad es extrema, su fortaleza está en su espíritu, en su acción, en su testimonio. Atrae la interpretación porque es transparente, iluminadora y a la vez esperanzadora. Es la búsqueda del bien, es la inocencia de la virtud, un sentido casi religioso, ¿un camino de santidad?.
“Lazzaro felice” nos desafía a reflexionar. No está todo dicho y el texto no es explícito. Al contrario, oculta bajo algunas sencillas capas un sentido profundo del ser, aquello que está aun intacto, un corazón inocente y bondadoso. Allí sucede el milagro, la transformación. Cuando tomamos cierta conciencia ya estamos atrapados en el relato y no queda más que dejarnos llevar. Es un viaje mágico, sobrenatural pero realista, que exige esfuerzo, contemplación y sagacidad. La directora Alice Rohrwacher invita a encontrar el propio sentido, a interpretarlo y a completarlo, haciendo el recorrido aun más interesante y complejo.
Ficha técnica
Título original: Lazzaro felice
Año: 2018
Duración: 125 minutos
País: Italia
Productora: Co-production Italia-Suiza-Francia-Alemania; Tempesta, Amka Films Productions, Ad Vitam Production
Género: Drama | Vida rural. Realismo mágico. Drama social
Guion: Alice Rohrwacher
Fotografía: Hélène Louvart
Reparto: Adriano Tardiolo, Alba Rohrwacher, Agnese Graziani, Luca Chikovani, Sergi López, Natalino Balasso, Tommaso Ragno, Nicoletta Braschi, Leonardo Nigro
Dirección: Alice Rohrwacher
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lunes, 14 de diciembre de 2020
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