¡Qué lástima! Ni la sombra del primer capítulo de la saga: Train to Busan - 2016. Ni tampoco de la otra - Seul - del mismo año. Y todas escritas y dirigidas por el mismo realizador: Yeo Sang-ho.
Al parecer, el éxito financiero se les fue a la cabeza. Con esta secuela empezaron a matar la “Gallina de los Huevos de Oro”.
Aquellas, a pesar de los manidos y horribles zombies - conmovían porque apelaban a los sentimientos, y sus personajes generaban empatía.
Los buenos filmes coreanos nos tienen acostumbrados a un tratamiento novedoso de sus temas, vividos por personas con alguna misteriosa historia previa. La sabiduría oriental suele asomarse por uno o varios resquicios.
Aquí priorizaron la superproducción, emulando tal vez a Hollywood, recargándola de peripecias inverosímiles, efectos especiales, personajes más esquemáticos y diálogos ramplones. Todo en beneficio del ritmo acelerado, de la violencia y de una acumulación de temillas secundarios.
Corea estaba completamente aislada debido a un misterioso virus que transformó a sus habitantes en zombies. Es decir, muertos vivientes que, sin conciencia, atacan como jaurías salvajes a cualquier persona sana.
En la secuela anterior, cuando la población escapaba en un buque, sólo un hombre sobrevivió, Jung Seok, radicándose en Hong Kong, pobre, discriminado, y sin esposa ni hijito.
Cuatro años más tarde, el jefe de una mafia le ofrece una alta suma de dinero si regresa a Corea y rescata un camión cargado con millones de dólares en billetes. Junto a tres aventureros irán premunidos para defenderse de las hordas de zombies sedientos de sangre. Una misión muy peligrosa.
Más, en vez de luchar sólo contra los muertos vivientes, hallarán a una multitud de personas lozanas usufructuando de los bienes que dejaron los fugitivos.
Un ex pelotón militar - 631 - como en el Coliseo Romano, se deleita lanzando inocentes a un ruedo para que luchen contra zombies sedientos que se los quieren comer. Sólo una pequeña familia, en un recinto aparte, conserva valores de amor y unidad.
En esta cinta la violencia y brutalidad se concentra más en los vivos, que luchan entre sí, que contra los zombies. Por eso predominan las persecuciones en auto, las ametralladoras y la codicia; más que el supuesto “terror” que anuncia la publicidad.
Los zombies son sólo pretextos laterales para ser atropellados, o aplastados como cucarachas, cuando interfieren en los conflictos de poder.
Como típica secuela forzada, aglutina géneros diversos para mantener el interés y parecer una gran epopeya.
El resultado es una superproducción cara, angustiosa, y con un final eterno y melodramático.
CON UN GUION DEPURADO PUDO SER MÁS PATÉTICA, ATERRADORA Y SUGERENTE.
Ficha técnica
Título Original: 반도, Peninsula (inglés)
País: Corea del Sur
Duración: 1,56 hrs.
Año: 2020
Género: Acción, violencia y terror
Fotografía: Hyung-deok Lee
Edición: Jinmo Yang Música: Mowg
Diseño Prod.: Mok-won Lee Guion: Sang-ho Yeon, Ryu Yong-jae
Actores: Dong-won Gang, Jung-hyun Lee
Director: Yeo Sang-ho
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