David Fincher dirige esta película sobre Herman Mankiewicz, guionista de “Ciudadano Kane”, obra maestra actuada y dirigida por Orson Welles, estrenada en 1941. Basada en un guion de su padre, Jack Fincher, “Mank” es una visita al Hollywood de los años 30/40, con luces y sombras retratadas gracias a un blanco y negro lleno de gradientes y ensoñación. Reluce y brilla la hermosa fotografía de Erik Messerschmidt. Las aperturas y los cierres de cuadros son también un homenaje al cine clásico de la época. La composición parece que fuera de ese tiempo, es un lujo en detalles y también en los significados que proyecta.
Volviendo al relato, la caracterización de Mank está a cargo de Gary Oldman en una actuación sobresaliente, que destaca respecto a los roles que le secundan en el rodaje. Oldman transpira su personaje y lo dota de un aura cargada de finas pinceladas. Responde a una historia de vida que debemos armar como si se tratara de un puzzle. Puede resultar parcial o incluso una reivindicación del controvertido guionista, pero la cinta es mucho más profunda que eso. Acompaña a Herman Mankiewicz, Rita Alexander -Lily Collins-, una joven secretaria personal, a quien Mank dicta su nuevo trabajo mientras se recupera de un accidente de auto.
Los flujos del guion son compuestos, la cinta no es lineal, utiliza saltos temporales para poder entregar su contexto. Tanto es así que, en un período corto de tiempo, podemos estar en varios presentes, algo que proporciona una atmósfera especial y al mismo tiempo desafía al espectador. Vemos muchos personajes desfilar en pantalla. Por ejemplo, al magnate William Randolph Hearst -Charles Dance-, acaso inspirador de “Kane”, a Louis B. Meyer -Arliss Howard-, de los famosos estudios MGM, al productor John Houseman -Sam Troughton-, a Joseph -Tom Pelphrey-, hermano de Herman, y a la esposa de Mank, Sara -Tuppence Middleton-, la “pobre Sara”. Debemos ubicarlos a todos en el relato, no es sencillo, pero vale el esfuerzo. Brilla también la actriz Marion Davies -Amanda Seyfried- quien actúa como nexo del guionista con los mandamases del negocio. A todos ellos se suma la presencia de otros peces gordos de la época que completan una variopinta lista de figuras resplandecientes.
La cinta muestra egos altísimos, casi inaccesibles. Las personalidades de Wells y Mankiewicz afloran rápidamente gracias a una pluma ágil que lentamente conforma un tejido de alta densidad. El magnífico choque de egos provoca que la relación entre ambos -Wells no tiene un protagonismo presente sino que más bien es alguien “omnipresente”- sea más del tipo utilitario. La manipulación es evidente, las relaciones humanas se entrampan y finalmente todo se mantiene y avanza solo por necesidad.
David Fincher pone mucho énfasis en el proceso creativo y sus influencias. El guion es rico en imaginación y sentencias, con diálogos interesantísimos donde se vislumbra “Ciudadano Kane” sin ser naturalmente explícito. La cámara del director es sagaz para mostrar diferentes escenarios y saca partido a cada uno de los gestos que Mank nos regala, no solo físicos, en especial su voz y particular entonación.
El poder y el control se ponen de relieve. También el dinero, las intrigas, la conveniencia y por qué no, los trapos sucios. ¿Hay amistad verdadera? Al parecer no existe. Los magnates del cine se enfrentan a los creativos y por cierto Fincher también desnuda las odiosas diferencias de la separación de clases. En un mundo que “parece ser”, la marginación, la arrogancia y el desprecio no pueden faltar, son ingredientes fundamentales en un ambiente que se mueve con otros códigos, muy diferentes a sus apariencias.
“Mank” resulta muy interesante si la leemos con calma, porque tiene un ritmo lento. El eje central es el arrojo y la virtud creativa por sobre la mecánica de la propia acción. Dicho de otra forma, el núcleo revela la importancia fundamental del guion y por supuesto de su creador. “El contenido es el Rey”, hemos escuchado una y mil veces, y ejemplos tenemos por doquier. Tal vez es por ello que este reconocimiento a Mankiewicz, en su propio ambiente y en su mismo lenguaje, funciona muy bien. Además, si añadimos el oficio de Fincher para guiarnos en este viaje -pienso que el director también homenajea a su padre con esta cinta-, con una cinematografía que nos hace recordar, añorar y soñar, los componentes calzan como piezas de un preciso rompecabezas. David Fincher, al permitir el despliegue y lucimiento de Gary Oldman y con ello realzar la figura de Mank, independiente de sus adicciones, temperamento o condición, nos recuerda, una vez más, que el trabajo cinematográfico lo tenemos que completar nosotros mismos. Entonces, adelante, ¡manos a la obra!
Ficha técnica
Título original: Mank
Año: 2020
Duración: 132 minutos
País: Estados Unidos
Productora: Netflix. Distribuida por Netflix
Género: Drama. Comedia | Biográfico. Alcoholismo. Años 30. Años 40. Cine dentro del cine
Guion: Jack Fincher
Música: Trent Reznor, Atticus Ross
Fotografía: Erik Messerschmidt (B&W)
Reparto: Gary Oldman, Amanda Seyfried, Arliss Howard, Charles Dance, Tom Burke, Lily Collins, Tuppence Middleton, Tom Pelphrey, Ferdinand Kingsley, Jamie McShane, Joseph Cross, Sam Troughton, Toby Leonard Moore, Leven Rambin, Madison West, Adam Shapiro, Monika Gossmann, Paul Fox, Jessie Cohen, Amie Farrell, Alex Leontev, Stewart Skelton, Craig Robert Young, Derek Petropolis, Jaclyn Bethany, Arlo Mertz
Dirección: David Fincher
Volviendo al relato, la caracterización de Mank está a cargo de Gary Oldman en una actuación sobresaliente, que destaca respecto a los roles que le secundan en el rodaje. Oldman transpira su personaje y lo dota de un aura cargada de finas pinceladas. Responde a una historia de vida que debemos armar como si se tratara de un puzzle. Puede resultar parcial o incluso una reivindicación del controvertido guionista, pero la cinta es mucho más profunda que eso. Acompaña a Herman Mankiewicz, Rita Alexander -Lily Collins-, una joven secretaria personal, a quien Mank dicta su nuevo trabajo mientras se recupera de un accidente de auto.
Los flujos del guion son compuestos, la cinta no es lineal, utiliza saltos temporales para poder entregar su contexto. Tanto es así que, en un período corto de tiempo, podemos estar en varios presentes, algo que proporciona una atmósfera especial y al mismo tiempo desafía al espectador. Vemos muchos personajes desfilar en pantalla. Por ejemplo, al magnate William Randolph Hearst -Charles Dance-, acaso inspirador de “Kane”, a Louis B. Meyer -Arliss Howard-, de los famosos estudios MGM, al productor John Houseman -Sam Troughton-, a Joseph -Tom Pelphrey-, hermano de Herman, y a la esposa de Mank, Sara -Tuppence Middleton-, la “pobre Sara”. Debemos ubicarlos a todos en el relato, no es sencillo, pero vale el esfuerzo. Brilla también la actriz Marion Davies -Amanda Seyfried- quien actúa como nexo del guionista con los mandamases del negocio. A todos ellos se suma la presencia de otros peces gordos de la época que completan una variopinta lista de figuras resplandecientes.
La cinta muestra egos altísimos, casi inaccesibles. Las personalidades de Wells y Mankiewicz afloran rápidamente gracias a una pluma ágil que lentamente conforma un tejido de alta densidad. El magnífico choque de egos provoca que la relación entre ambos -Wells no tiene un protagonismo presente sino que más bien es alguien “omnipresente”- sea más del tipo utilitario. La manipulación es evidente, las relaciones humanas se entrampan y finalmente todo se mantiene y avanza solo por necesidad.
David Fincher pone mucho énfasis en el proceso creativo y sus influencias. El guion es rico en imaginación y sentencias, con diálogos interesantísimos donde se vislumbra “Ciudadano Kane” sin ser naturalmente explícito. La cámara del director es sagaz para mostrar diferentes escenarios y saca partido a cada uno de los gestos que Mank nos regala, no solo físicos, en especial su voz y particular entonación.
El poder y el control se ponen de relieve. También el dinero, las intrigas, la conveniencia y por qué no, los trapos sucios. ¿Hay amistad verdadera? Al parecer no existe. Los magnates del cine se enfrentan a los creativos y por cierto Fincher también desnuda las odiosas diferencias de la separación de clases. En un mundo que “parece ser”, la marginación, la arrogancia y el desprecio no pueden faltar, son ingredientes fundamentales en un ambiente que se mueve con otros códigos, muy diferentes a sus apariencias.
“Mank” resulta muy interesante si la leemos con calma, porque tiene un ritmo lento. El eje central es el arrojo y la virtud creativa por sobre la mecánica de la propia acción. Dicho de otra forma, el núcleo revela la importancia fundamental del guion y por supuesto de su creador. “El contenido es el Rey”, hemos escuchado una y mil veces, y ejemplos tenemos por doquier. Tal vez es por ello que este reconocimiento a Mankiewicz, en su propio ambiente y en su mismo lenguaje, funciona muy bien. Además, si añadimos el oficio de Fincher para guiarnos en este viaje -pienso que el director también homenajea a su padre con esta cinta-, con una cinematografía que nos hace recordar, añorar y soñar, los componentes calzan como piezas de un preciso rompecabezas. David Fincher, al permitir el despliegue y lucimiento de Gary Oldman y con ello realzar la figura de Mank, independiente de sus adicciones, temperamento o condición, nos recuerda, una vez más, que el trabajo cinematográfico lo tenemos que completar nosotros mismos. Entonces, adelante, ¡manos a la obra!
Ficha técnica
Título original: Mank
Año: 2020
Duración: 132 minutos
País: Estados Unidos
Productora: Netflix. Distribuida por Netflix
Género: Drama. Comedia | Biográfico. Alcoholismo. Años 30. Años 40. Cine dentro del cine
Guion: Jack Fincher
Música: Trent Reznor, Atticus Ross
Fotografía: Erik Messerschmidt (B&W)
Reparto: Gary Oldman, Amanda Seyfried, Arliss Howard, Charles Dance, Tom Burke, Lily Collins, Tuppence Middleton, Tom Pelphrey, Ferdinand Kingsley, Jamie McShane, Joseph Cross, Sam Troughton, Toby Leonard Moore, Leven Rambin, Madison West, Adam Shapiro, Monika Gossmann, Paul Fox, Jessie Cohen, Amie Farrell, Alex Leontev, Stewart Skelton, Craig Robert Young, Derek Petropolis, Jaclyn Bethany, Arlo Mertz
Dirección: David Fincher
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