Es más un poema fílmico que una historia realista.
Tratamiento estético tan subjetivo de su autora como del mundo interior de Selva, una adolescente mulata de 14 años.
En un pueblito costero del Caribe - en medio de un bosque - viven dos ancianos con su nietecita huérfana.
La abuela, Elena, con demencia senil, se instala en el camino a vender serpientes a los vehículos que pasan. Obviamente, es un pésimo negocio.
El abuelo, Tata, aunque lúcido todavía, está muy viejo y delgado.
La pequeña Selva, despertando a la pubertad, asiste al colegio rural, pero tiene poco contacto con sus compañeros.
Divide su tiempo entre atender a los abuelos, alimentar a diario a unas cabras imaginarias para satisfacer a los ancianos, y sumergirse en su mundo personal en la espesura de árboles y a la orilla del mar.
Por las noches mantiene contacto con Winter, el espectro de su madre fallecida. Intercambian reflexiones sobre el amor y la muerte.
Las mascotas favoritas de Selva son las serpientes del bosque, con las que juega y se enrolla sin temor en el cuello.
Hay una relación amorosa bañada por la magia del cariño, la espesura de la floresta, y la compañía del fantasma de su madre.
Cuando una noche la abuela es hallada muerta en medio del follaje, el ánimo del Tata comienza a decaer. Sólo quiere reunirse con Elena, y descansar para siempre entre las sombras.
Como los cuidados de Selva son inútiles, accede a su anhelo, y llena de ternura recurre a sus amigas las serpientes para que lo lleven al más allá.
Al quedar sola, deberá enfrentar la vida por sí misma. Entonces, por fin, empezará ella también a escuchar el balido de aquellas cabras que sólo habitaban en la fantasía de sus antepasados.
El ritmo del film es lentísimo. Pura ambientación, convivencia rutinaria, y hermosa fotografía. La escasez de trama pretende que empaticemos con los personajes, tanto reales como ilusorios. Y lo logra.
Gracias al enorme carisma de la pequeña actriz Smashleen Gutiérrez, soportamos la evanescencia de tan tenue relato. La cruda naturalidad de ambos ancianos, y los ritos del fantasma de la madre, nos permiten llegar al final de la obra para deducir su mensaje.
Llena de metáforas, dichas y visuales, desciframos la razón del título: la pequeña Selva se tiñe los párpados con la “ceniza negra” con que incineró el pasado, para despedirse de las sombras y asumirse como mujer real y autovalente.
POEMA METAFÓRICO MUY LENTO. DEAMBULA ENTRE LA FANTASÍA DE UNA NIÑA Y LOS ESPÍRITUS DE LA NATURALEZA. MÁS SUGERENTE QUE NARRATIVA. HERMOSA DE MIRAR.
Ficha Técnica
Drama, fantasía - 2019
Costa Rica, Argentina, Chile, Francia - 1,20 hrs.
Fotografía: Francisca Saez Agurto
Edición Ariel Escalante
Música: Wissam Hojeij
Diseño Prod.: Mariana Murillo, Alejandra Vargas Carballo
Actores: Smashleen Gutiérrez, Humberto Samuels, Hortensia Smith
Guionista y Directora: Sofía Quirós
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