lunes, 17 de mayo de 2021

Raya y el Último Dragón - Por Carlos Correa

Disponible en Disney+


Hace mucho, mucho tiempo, humanos y dragones vivían en plena armonía. Era el mundo ideal, la paz se respiraba en todas partes y la fructífera convivencia estaba rodeada de ambientes positivos. Un verdadero paraíso. Pero el mal, siempre al acecho, se coló inesperadamente. La maravillosa tierra de Kumandra fue devastada por los Druun, unos malignos espíritus que petrificaron a las personas y también a los dragones. Ante tal aciaga desgracia, Sisu, el último dragón, concentró toda su energía y su magia en una gema que desterró a los Druun, revivió a los seres humanos, pero revivió a los dragones.

Desde esa catástrofe, la gente se dividió en tribus que defendieron sus dominios a lo largo de este río gigante con forma de dragón. La lucha de poder entre los territorios de Colmillo, Garra, Cola, Lomo y Corazón (se llaman igual que las partes del dragón) fue tan intensa que la gema tuvo que ser custodiada celosamente en la Tierra de Corazón para protegerla de los ataques. Ni pensar en que pudiera caer en manos malignas, ser robada o usada para otros fines.

La película comienza con Raya puesta a prueba por su padre, el Jefe Benja, guerrero y protector de la gema. El sueño de este hombre es la reunificación de Kumandra, algo que ve con buenos ojos con disposición y buena voluntad. Además, ha entrenado a su hija para ser guardiana de la gema, confía en ella, deposita el futuro en las acciones de su pequeño retoño.

Pero el mal regresa y se inmiscuye por la primera vulnerabilidad que encuentra a mano. Al convocar una reunión de jerarcas de las tribus para avanzar en la unión de los pueblos, una joven princesa Namaari, de la Tierra Fang, se hace amiga de Raya, logra llegar hasta la gema, y permite un asalto armado que termina con la fragmentación en cinco partes del tesoro guardado. Cada pueblo se queda con una, pero los Druun han regresado; avanzan, destruyen y petrifican todo a su paso. Las divisiones crecen, las dudas y desconfianzas aumentan; nadie confía en nadie.

Raya no puede olvidar lo acontecido. Han pasado seis años desde la división de la gema y durante este tiempo no ha descansado en su búsqueda de encontrar una esperanza, una solución, algo que revierta lo sucedido. Si al menos pudiera encontrar al último dragón, que, según la historia, se esconde al final del río. Acompañada de su fiel Tuk Tuk, recorre raudamente los confines de la tierra agotando posibilidades, aferrada a la ilusión de salvar a su padre, a su pueblo, restaurar la paz y volver a unir a las fragmentadas tierras.

Esta nueva película de Disney es muy bonita. Y no es solo por su notable confección técnica y artística, sino porque va un poco más allá, explorando personajes y temáticas que resultan tremendamente actuales.

Desde el punto de vista formal, la cinta tiene un diseño que sorprende desde un comienzo. La calidad de la animación no es sorpresa, sin embargo la cantidad de detalles presentes merecen reconocimiento. Colores brillantes, una edición vertiginosa y activos movimientos de cámara, entregan al relato características vibrantes. Las aventuras se potencian con efectos visuales, las coreografías poseen gracia y estilo, es divertida y emotiva en sus diálogos y cada uno de los personajes tiene un adecuado espacio de desarrollo. Naturalmente brilla Sisu, la dragoncita de agua, que se roba la pantalla desde aparece en escena, grácil y sencilla, llena de ternura, inocencia y buenas intenciones.

En cuanto a su fondo, la cinta es preciosa en afirmar el valor de la confianza como pilar fundamental. Si bien vemos que es justamente su vulneración lo que genera el caos y el regreso del mal, la película nunca pierde su horizonte y enfatiza que solo recuperando esa confianza perdida será posible erradicar el espíritu destructivo. El filme también explora otros valores, como la osadía, la valentía, la fidelidad, la amistad, el acompañamiento, la lealtad y el sueño de un mundo mejor, entre otros. La bondad se abre paso en la mayoría de las secuencias, mientras el engaño, la mentira y la soberbia son castigadas cada vez que se asoman en la historia.

Mención especial para la partitura de James Newton Howard. Es realmente una joya. Al observar -y sentir- la sincronía con la imagen, y al darnos cuenta de la capacidad que tiene de generar emociones -intriga, nerviosismo, calma, ensoñación-, descubrimos que la música se transforma en otro personaje. Los sonidos adquieren personalidad, nos hacen transitar entre estados anímicos y además realzan una composición gráfica que se despliega, brillante, como un arcoíris multimedia que nos toca el corazón.

“Raya y el Último Dragón”, que además incorpora rasgos asiáticos en sus personajes, no solo es vertiginosamente entretenida, sino que además obliga a reflexionar sobre su médula central. El empoderamiento de la joven Raya para lograr su objetivo, el trabajo en equipo que debe ejecutar, la incansable voluntad de completar su misión, la fortaleza que adquiere producto de cada batalla que debe enfrentar, y principalmente la enseñanza de “dar el primer paso”, son algunos de los temas principales de esta excelente animación. Prolijo trabajo de los directores Don Hall y Carlos López Estrada, y de los co-directores Paul Briggs y John Ripa; nos hacen soñar que un mundo mejor es posible si nos unimos para conseguirlo. Y esto, que puede parecer una utopía, es justamente lo que necesitamos hoy en día. ¿Qué esperamos? ¡Pasemos del sueño a la acción, demos el primer paso!

Ficha técnica

Título original: Raya and the Last Dragon
Año: 2021
Duración: 114 minutos
País: Estados Unidos
Productora: Walt Disney Animation Studios. Distribuidora: Walt Disney Pictures, Disney+
Género: Animación. Fantástico. Aventuras | Dragones
Guion: Qui Nguyen, Adele Lim. Historia: Paul Briggs, Don Hall
Música: James Newton Howard
Fotografía: Animación
Reparto: Animación
Dirección: Don Hall, Carlos López Estrada, Paul Briggs, John Ripa

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