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Lily -Susan Sarandon-, convoca a su familia. Quiere despedirse de sus cercanos porque ha tomado la decisión de terminar el sufrimiento que le provoca padecer esclerosis lateral amiotrófica (ELA). La eutanasia -en un estado en el que no se permite este procedimiento-, contará con el apoyo de Paul -Sam Neill-, su marido, quien además es médico.
Llega la hija mayor, Jennifer -Kate Winslet-, con su marido y con su hijo. También concurre la menor, Anna -Mia Wasikowska-, con su pareja, además de Liz -Lindsay Duncan-, una amiga cercana que genera algunos reparos. No es un grupo numeroso, la casa es grande y acogedora. Está al lado del mar, en un entorno hermoso y cristalino. Los anfitriones se encargan de acogerles con generosidad, con amplitud y amabilidad. El motivo de la reunión es trascendente, los invitados lo conocen previamente, pero aun así se percibe temor al tratar el tema.
La reacción que cada miembro de la familia tiene ante esta situación es diferente. Va desde la negación al cuestionamiento, desde el entendimiento a la compasión, desde el rechazo a una débil aceptación. Los diálogos son cuidados, se cruzan con miradas veladas y aperturas que se dan solo en privado. Se percibe una contención en lo explícito, la precaución de no invadir, de no contrariar. Pero la situación es tremendamente delicada. Es imposible no tocar fibras íntimas, pasar a llevar opiniones, discutir, desenterrar conflictos, exponer vulnerabilidades, dejarse llevar por la intensa emocionalidad que reviste la decisión que Lily ha tomado.
Basada en un guion de Christian Torpe y remake de “Stille hjerte”, película danesa del 2014, “Blackbird”, su título original en inglés, representa un tema actual y urgente. Estamos en presencia de un caso particular, donde la creciente incapacidad producto del inevitable avance de la enfermedad y los dolores cada vez más agudos, impulsan una decisión radical, tal vez la más radical de todas. Podría, perfectamente, ser un suicidio, pero en este caso la voluntad es tener una muerte asistida, y además transparente, comunicada previamente a los cercanos, en un momento en el que no se percibe incapacidad mental sino una indescriptible angustia por una situación irreversible, que tarde o temprano llegará a su fin.
No son pocas las películas que tratan este tema, con diversas formas y desde diferentes ángulos. Aun así, no deja de conmover, porque cada caso es especial y único. En el desarrollo de esta cinta, llama la atención la entereza y convicción de la protagonista. No existe asomo de duda, menos de alguna posible vacilación. Todo es tan claro, que incluso Lily se da maña para bromear. Y no es que no lo tome en serio, sabe lo difícil que es para quienes se quedan, cuánto les afecta y lo que significa para cada persona. Pero es su voluntad. La decisión está tomada.
La ausencia de primeros planos provoca que estemos distantes de cada escena. Cuando los hay, o se filman de costado o bien hay más de un rostro en el encuadre. Creo que eso nos aleja, no vemos el brillo de los ojos, el detalle de cada mirada, la textura de la piel, el aura personal. Estamos lejos. Los planos son, en general, medios y amplios. El director Roger Michell nos sitúa como observadores, no nos permite ingresar a las escenas, impone obstáculos a la empatía que podríamos desarrollar. Está bien, son decisiones, en este caso sus decisiones; debido a aquello no estamos junto a los protagonistas, estamos afuera, y nos separa un abismo.
Es cierto que la tentación de caer en el melodrama no es menor, y es algo que esta cinta evita muy bien. Sin embargo, estimo, se inclina hacia el otro extremo y nos impide conectar de mejor forma con el drama que observamos. Es más, la secuencia más importante, la que tiene más fuerza emocional, queda trunca, nos desplaza, nos recuerda que solo somos espectadores pasivos.
Reconozco que tenía más expectativas con esta película y francamente me decepcionó. Esperaba un mejor desarrollo, una convicción más profunda, una fuerza íntima que apelara a la emoción más que a la razón. Incluso al ver el elenco, considero que no está aprovechado al máximo de su potencial. Si bien son actuaciones más que correctas, algo las frena, las contiene y las inmoviliza.
“La Despedida”, aun considerando todo lo anterior, creo que debemos verla. Y la recomendación es indudablemente por su trascendente temática y por el desarrollo abordado en esta oportunidad. Independiente de lo más o menos logrado de esta puesta en escena, lo más importante es la colisión de valores que representa: el valor de la vida y el respeto a la libertad individual, ¡qué conflicto más impactante! Argumentos en favor de uno y de otro, principios fundamentales, consideraciones éticas, morales y sociales. Complejo es una palabra demasiado sencilla para describir todo lo que una decisión así involucra. El mérito de esta cinta es poner nuevamente el tema en una representación artística, al alcance de muchas personas, para provocar discusión y reflexión. Ojalá sea con altura de miras, respetuosa y también, naturalmente, informada.
Ficha técnica
Título original: Blackbird
Año: 2019
Duración: 97 minutos
País: Estados Unidos
Productora: Millennium Films, Eclectic Pictures, Busted Shark Productions, SF Studios. Distribuidora: GEM Entertainment
Género: Drama | Familia. Enfermedad. Remake
Guion: Christian Torpe
Música: Peter Gregson
Fotografía: Mike Eley
Reparto: Susan Sarandon, Kate Winslet, Mia Wasikowska, Sam Neill, Rainn Wilson, Lindsay Duncan, Bex Taylor-Klaus, Anson Boon
Dirección: Roger Michell
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jueves, 13 de mayo de 2021
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