jueves, 4 de enero de 2024

La sociedad de la nieve - Por Carlos Correa Acuña

La historia la conocemos, y se siente reciente a pesar de haber sucedido hace un poco más de 50 años. Se trata del vuelo de la Fuerza Aérea Uruguaya que trae a Chile un equipo de Rugby, y que, en plena Cordillera de Los Andes, se estrella en el medio de un glaciar. De sus 45 ocupantes, entre tripulación y pasajeros, solo sobreviven 29, y quedan indefensos en un entorno bastante inaccesible. El operativo de rutina para su rescate no logra resultados. Pasan los días y las energías decaen, la esperanza disminuye, y la frustración amenaza con fatigar y vencer hasta al más fuerte. Hay que tomar decisiones, y decisiones extremas; hacer todo lo posible por sobrevivir.

Basada en el libro “La sociedad de la nieve”, de Pablo Vierci, el director español J.A. Bayona ofrece un thriller cuyo mayor mérito es sostener un relato cuyo final es públicamente conocido. Y no solo eso, existe una película sobre el caso, la conmovedora “Viven” del año 1993, por lo que contar nuevamente esta historia es claramente un desafío aún mayor.

El prólogo de esta película es sucinto. En pocos minutos tenemos los antecedentes, el contexto, y en menos de 15 minutos ya estamos en pleno accidente. La secuencia de la fatal caída es de excelente factura, sin embargo hay un detalle que quiero destacar: el uso del silencio como “el” elemento dramático. Potente. Sobrecogedor. Además, no es necesario profundizar en otros detalles cuando tenemos muertos, heridos y mínimos afortunados ilesos. Basta poco material y breves diálogos, pues las imágenes hablan por sí solas.

El escenario que presenciamos entonces es dantesco. La amplia y hermosa fotografía del valle de Los Andes completamente cubierto por una nieve de blanco radiante, contrasta con el gélido ambiente y el sufrimiento de un grupo de personas que no entienden lo que están viviendo y menos imaginan lo que está por venir.

¡Qué difícil es mantener la ilusión en el rescate! ¡Y qué fácil es dejarse consumir por la evidente frustración! Estos sentimientos contradictorios están siempre presentes y muy bien representados, ya sea por el comportamiento de los protagonistas o por los aciertos del director al enlazar cada una de las secuencias.

La acción llega pasados tres días. Buscar la cola del avión, las baterías, la radio. Ya van seis días y nada. Los víveres encontrados ya se han consumido y cunde el hambre. Deben comer. ¿Qué? El dilema es total, se trata de una decisión muy difícil pero vital. Es de vida o muerte. Las diferencias de criterio son evidentes, y al menos se produce una clara división: los que deciden comer, y los que deciden no hacerlo, en espera de una señal en el cielo. Pero el relato no pone necesariamente su centro en ello; esto es otro acierto de su director.

La búsqueda finaliza a los diez días. Se enteran porque han podido usar una radio y así sintonizar una emisora local. El avión no los ha matado al estrellarse, pero la montaña amenaza con liquidarlos por completo porque viene lo peor: una avalancha gigante; nieve sobre nieve sepulta, literalmente, casi toda perspectiva de poder seguir viviendo. Tremendo, desolador. Inimaginable.

J.A. Bayona es muy hábil en la configuración de los personajes. Casi sin que nos percatemos, ha podido igualarlos a todos en la tragedia, sin embargo aquellos líderes empáticos son necesarios y surgen de manera espontánea. Acá, eso sí, un punto menos, porque no nos hace parte, divide demasiado el protagonismo, y podemos correr el riesgo de perdernos por el gran número de detalles puestos sobre la palestra.

Cuando un grupo de avanzada sale a buscar algún tipo de ayuda, bastante incierta por lo demás, se presenta un debate no menor. Creer en Dios o en quienes actúan. Siempre en un tratamiento de respeto, no hay inclinaciones editoriales, solo exposiciones, porque las muertes no pueden ser en vano, deben tener un sentido, y los sobrevivientes, una mirada existencial de la vida.

La película es pródiga en mensajes positivos y valores profundos. El cansancio no puede ganarle al sacrificio, debe haber una genuina entrega, no bajar nunca los brazos, ni menos rendirse ante tamaño agobio. ¡Hay que dar la vida por los amigos!

“La sociedad de la nieve” tiene una construcción de lujo, una ambientación de realismo puro que despierta todos los sentidos. Por momentos estamos ahí, en el frío de la nieve o en la apretada cabina conformada por los restos del avión. J.A. Bayona sabe manejar los tiempos y también nuestras emociones, porque dosifica la intensidad. Sabemos que viene el encuentro con el arriero, pero aun así nos sorprende. Sabemos del rescate, del recibimiento y del volver a nacer, pero esa secuencia nos emociona profundamente. Y eso es lo que le pedimos al cine: entrar a ver una película y salir diferentes, cambiados, enriquecidos.

Una reflexión para el final: ¿Son efectivamente héroes de Los Andes quienes lograron el milagro de sobrevivir? Sé que la respuesta no es sencilla y que el debate que se ha abierto tal vez nunca se cerrará. Lo que sí podemos tener más o menos claro, es que tragedias de este tipo, retratadas de forma artística y respetuosa, forman parte de nuestra experiencia, algo fundamental al momento de poner en la balanza quizá lo más importante e inherente al ser humano: su propia vida.

Ficha técnica

Título original: La sociedad de la nieve
Año: 2023
Duración: 144 minutos
País: España
Compañías: Apaches Entertainment, Telecinco Cinema, Benegas Brothers Productions, Cimarrón Cine, El Arriero Films. Productor: Belén Atienza, Sandra Hermida. Distribuidora: Netflix
Género: Drama. Aventuras | Basado en hechos reales. Supervivencia. Naturaleza. Años 70. Zonas frías/polares
Guion: J.A. Bayona, Bernat Vilaplana, Jaime Marqués, Nicolás Casariego. Libro: Pablo Vierci
Música: Michael Giacchino
Fotografía: Pedro Luque
Reparto: Enzo Vogrincic Roldán, Matías Recalt, Agustín Pardella, Tomás Wolf, Diego Vegezzi, Esteban Kukuriczka, Francisco Romero
Dirección: J.A. Bayona

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