miércoles, 10 de enero de 2024

Beekeeper - Por Carlos Correa Acuña

Esta historia bien podría ser una fábula. La base es una comunidad que, una vez alterada, cambia, muta y se transforma, para defenderse de las amenazas externas. Tenemos simbolismos y metáforas entre la comunidad humana y la comunidad de abejas, con sus similitudes y diferencias, pero con una esencia común.

Todo parte con un fraude informático que afecta a quien da cobijo al protagonista, Adam Clay -Jason Statham-. Incitada a tomar acciones y entregar los datos de sus cuentas bancarias y claves de acceso, un grupo inescrupuloso vacía los ahorros de esta buena persona y los de de una organización benéfica bajo su tutela. Este timo merece la pena verlo en detalle, porque la construcción clásica de la estafa, el escenario, y el contexto, son elementos que pueden servir de modelo o de enseñanza de lo que no se debe hacer en determinados casos de acoso cibernético.

Lo que llama la atención es que una temática tan actual y humana esté presente en una película del singular Jason Statham, pero está, y eso es un punto a favor. Que luego se diluya y vayamos a lo mismo de siempre no es más que un dato de la causa. Y surge con esto el primer reparo, porque la situación nos causa empatía. ¿Cómo no tratar de defender y de hacer justicia ante el tremendo daño causado? Es casi obvio, salta de maduro, pero esa empatía se lía con el protagonista y allí, casi sin querer nos vamos con él y si no somos conscientes, validamos sin más su violenta reacción.

No tardan en aparecer las múltiples caricaturas que adornan la trama. El imbécil, el justiciero, el aplicado, el nerd, el débil…; son tantas, pero no pasan de ser dibujos (desdibujados) de personalidades que solo quieren ejemplificar un universo vasto, reducido a unos pocos personajes.

Aquello que resulta contradictorio, finalmente no tiene explicación ni sustancia; se queda en el mismo punto donde comienza: la hija de la víctima es quien debe perseguir a quien quiere hacer justicia. De buenas a primeras, sería el orden inverso, o el mundo “patas” arriba, pero no importa, está ahí, y debemos aceptarlo. ¿Hay algo de redención en las conductas de Adam Clay? Puede ser, pero eso esta cubierto con una gruesa capa de odio y de venganza que hace difícil verlo en forma transparente.

En lo que la película acierta un pleno es en la elaboración de la red máxima de corrupción que logramos descifrar casi al final. Los alcances del flagelo son evidentes, y nos hacen temblar si pensamos que la realidad supera la ficción. Si es así, tal como se nos presenta, no queda títere con cabeza y no podríamos confiar en nadie, ni siquiera en nuestra propia sombra.

“The Beekeeper” es adrenalina pura, una entretención para adultos con criterio formado porque la cantidad de balas por metro cúbico supera cualquier expectativa posible. Y Jason Statham jamás defrauda, porque sigue sin mover un solo músculo de su cara, en un acto de contrición absoluto y proporcional al camino que recorre su personaje. Y aunque sea siempre el mismo, se las arregla para parecer diferente (al menos en inicios y finales), algo importante si quiere continuar una carrera marcada por golpes, metrallas y destrucción. ¡Valor!

Ficha técnica

Título original: The Beekeeper
Año: 2024
Duración: 105 minutos
País: Estados Unidos
Compañías: Cedar Park Studios, Miramax. Distribuidora: Metro-Goldwyn-Mayer (MGM)
Género: Acción. Thriller | Venganza
Guion: Kurt Wimmer
Música: Jared Michael Fry
Fotografía: Gabriel Beristain
Reparto: Jason Statham, Emmy Raver-Lampman, Josh Hutcherson, Bobby Naderi, Minnie Driver, Phylicia Rashad y Jeremy Irons
Dirección: David Ayer

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