Este filme nos muestra a Jaakko (Petri Poikolainen), un hombre que perdió su visión y quedó paralizado de la cintura hacia abajo, por lo que utiliza una silla de ruedas para desplazarse y tiene una asistente que lo ayuda a realizar algunas labores. Uno de sus pasatiempos favoritos es conversar por teléfono con su amiga Sirpa, ambos hablan mucho de sus películas favoritas: a Jaakko, le gustan las de director John Carpenter, sin embargo, no ha sido conquistado por el taquillero filme “Titanic” de James Cameron, de hecho, lo guarda sellado, para mostrar su poca y nula intención de verlo.
Sirpa realiza una confesión a Jaakko y este decide ir a verla. A pesar de las dificultades de movilidad que él tiene, buscará la forma de lograr su destino, aunque a veces, las cosas no salen como las planeamos.
Esta película inclusiva, nos lleva a transitar por varias emociones, tiene drama e incluso, a ratos podría ser vista como si se tratará de un filme de horror. Jaakko en su camino se encontrará con personajes de todo tipo, personas amables, empáticas y otras que por el contrario, muestran lo peor del ser humano.
"El ciego que no quería ver el Titanic", nos da una tremenda lección de empatía, nos lleva al extremo para sentir y observar los obstáculos con los que debe convivir una persona en situación de discapacidad, aunque también posee un mensaje esperanzador acerca del amor.
El protagonista Petri Poikolainen es ciego y tiene parálisis múltiple, por lo cual conoce la realidad en torno a algunas situaciones que vive el protagonista del filme. Es doloroso, crudo, pero, muy válido como el director Teemu Nikki, nos presenta una sociedad que se siente inclusiva, pero que, tanto en infraestructura como en actitudes, no lo es. Buena película, con un tremendo mensaje social.
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