viernes, 11 de noviembre de 2022

La Traviatta, mis hermanos y yo - Por Carlos Correa

Vacaciones de verano, preciosas playas, abundante sol. Un improvisado partido de baby futbol es el marco con el que comienza esta película escrita y dirigida por Yohan Manca, basada en “Hédi Tillette” de Clermont Tonnerre. Juegan fútbol los tres hermanos de Nour -Maël Rouin Berrandou-. Parece una vida placentera la que llevan, sin embargo muy pronto nos damos cuenta que es otra la realidad por la que atraviesan.

Nour lleva el relato. Nos describe lo que sucede. Pronto sabemos que su madre está en coma, y se turnan entre todos para cuidarla en una casa asignada por el municipio. No tienen dinero, lo deben conseguir por las buenas y también por las malas. Abel -Dalí Bensalah-, el hermano mayor, es quien asume las mayores responsabilidades, con autoridad y exceso de brío. Mo -Sofian Khammes-, es mecánico, pero se desenvuelve en oficios más lucrativos. Hedi -Moncef Farfar-, es el hermano más rebelde y complicado: está metido en tráfico y varios otros otros dobleces.

Los trabajos de servicio comunitario dan cuenta que han pasado por prisión, o bien están en la mira del servicio social. Nour también, y es asignado a pintar la pared de un establecimiento educacional donde se hacen algunos cursos de verano. Y la música que sale de una de las salas de inmediato le llama la atención. ¿Por qué? En su casa, Nour hace que su madre escuche arias de ópera con la esperanza que se recupere, o al menos se sienta más cómoda con esa música que alguna vez su padre le cantó para conquistarla.

Al interior de la sala desde donde provienen los sonidos se encuentra Sarah -Judith Chemla-, cantante y profesora de varias alumnas que se sorprenden al ver en la puerta a este niño inquieto, de pocas y duras palabras. Sin embargo, y por el interés que ve en sus ojos, Sarah lo acoge y lo incentiva. Asoma “Una furtiva lágrima”. Es la pieza que Nour comparte a su mamá, y sí que la conoce. Intenta cantarla, trata, pero lo descubre el supervisor y se debe ir. De este encuentro casual se desprende lo que vendrá a continuación, una historia profundamente humana, sensible y conmovedora.

En esta película, el arte toma protagonismo como alimento del espíritu. Observamos un descubrimiento, un proceso, un enamoramiento, una pasión. La música es, entonces, un punto de inflexión para Nour, significa una apertura a un mundo distinto, un camino incierto pero posible, tal vez sin un destino definido, pero que se presenta como una oportunidad hacia algo diferente.

En otro carril avanza la situación social de estos hermanos, con su madre en estado de coma. Son altamente vulnerables, deben complementarse, hacer sacrificios, conseguir dinero para medicamentos, algo que se hace más complicado aún por la mala relación entre ellos, peleas continuas, recriminaciones, y una inherente violencia. Pese a todo son una familia, aunque los conflictos hagan de sus vidas algo bastante insostenible.

Que los trabajos comunitarios se desarrollen en ese lugar es algo del destino. El gusto por la ópera de su madre, otro punto coincidente. Se alinean los astros. Nour coloca la música sin saber lo que descubrirá en esas “furtivas” clases. Y va cambiando, tal como la partitura; pasa ahora al “Brindis”, de La Traviatta, y se acerca mucho más a la raíz de la cual nace todo en su hogar. Emerge su sensibilidad, su comprensión, se transporta a otra esfera. La música como sanación para su madre y principalmente para él mismo.

Cámaras inquietas y cercanas entregan primeros planos rudos, retratos crudos, grietas en la piel y en el alma de los protagonistas. Otras imágenes panorámicas entregan contexto, más alejadas, quizá más objetivas, como visualizando un punto de llegada que no sabemos dónde se encuentra.

Hay en “Mes frères, et moi” un relato triste y esperanzador a la vez. ¿El arte es un escape, un reinicio, una llama de bondad o un sentimiento? Caminos cruzados y en proceso, mundos interiores sufrientes. Esto es similar a estar en coma pero en plena vida, despegados de la realidad pero con los pies en una tierra que no es firme, que es de barro, brumosa y difusa.

El relato de Yohan Manca no se aleja de lo que hemos visto más de alguna vez, pero está construido con pilares sólidos, sobre los hombros de actores que resultan naturales, donde muchos diálogos parecen improvisados, usando palabras que surgen espontáneamente y cruzan el aire en espera de encontrar un punto de llegada. Manca tal vez puede ser convencional pero logra contar una historia que lleva a reflexionar, y que nos sumerge en un mundo que ve la esperanza a través del prístino cristal de una melodía.

Ficha técnica

Título original: Mes frères, et moi
Año: 2021
Duración: 108 minutos
País: Francia
Compañías: Single Man Productions
Género: Drama | Familia. Música. Adolescencia
Guion: Yohan Manca. Historia: Hédi Tillette de Clermont Tonnerre
Música: Bachar Mar-Khalifé
Fotografía: Marco Graziaplena
Reparto: Maël Rouin Berrandou, Judith Chemla, Dali Benssalah, Sofian Khammes, Moncef Farfar, Luc Schwarz, Olivier Loustau
Dirección: Yohan Manca

No hay comentarios.:

Publicar un comentario