martes, 26 de mayo de 2020

El sol también es una estrella - Por José Blanco Jiménez

Daniel Bae (Charles Menton), un estudiante de origen coreano, salva a Natasha Kingsley (Yara Shahidi), una muchacha afro-jamaicana, de ser atropellada y entre ambos surge una inesperada atracción, que parece haber sido marcada por el destino.

Ambos jóvenes viven en Nueva York y no pueden ser más disímiles. Él pertenece a una familia emigrante ya integrada, que quiere que sea médico, pero él prefiere la poesía. Ella forma parte de una familia que está a punto de ser deportada, que se interesa en la astronomía y no cree ni en el amor ni en el destino. De hecho, sus opiniones al respecto son lapidarias: los sentimientos no existen, el instinto de supervivencia nos lleva a reproducirnos, la casualidad astral mueve nuestras vidas. Sin embargo, tal vez – a partir del “Big Bang” - estos jóvenes tan diversos están destinados a encontrarse.

Son dos personas que no tienen nada en común, con maneras de ser irreconciliables y pareciera ser que nunca van a congeniar. ¿Lo lograrán, sobre todo con el trasfondo de las políticas migratorias de la administración Trump? Hay que tomar en cuenta que todas las instancias que podrían separarlos están dentro y no fuera de ellos. Tampoco hay fatalidad ni enfermedades incurables de por medio.

La historia está tomada de una novela de la jamaicana estadounidense Nicola Yoon, con un guión de la afronorteamericana Tracy Oliver y la dirige la neoyorkina Ry Russo-Young. Toda una impronta femenina que se trasluce en cada momento, con delicadas escenas sentimentales como cuando Natasha imagina su futuro próximo junto a Daniel.

Tengo que detenerme aquí. La distribuidora de la película me hizo firmar un compromiso de no revelar detalles de la película y… ¡creo que ya he dicho demasiado!

(The Sun Is Also a Star. USA, 2019)

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