jueves, 20 de junio de 2024

El Club de los Vándalos - Por Pablo Croquevielle

Para mirar esta obra de tuercas y motos que Nichols finalmente pudo adaptar del trabajo de Danny Lyon (el fotógrafo), hay que comprender cómo se sintió en aquel momento. Y para ver esta película hay que aguantar 45 de los más largos -y sin sentido-, minutos que Nichols no cortó de la cinta, porque si no, no tendría una historia decente que contar sobre aquella obsesión que lo acompañó por tantos años.

Tal como dice, en un momento de la película, el líder de los Vándalos, Johnny, al ver cómo todo lo que construyó se diluía entre sus pies: “puedes entregarte por completo a algo y aún así tendrá pasar lo que tiene que pasar“. Sin embargo, jamás se podrá negar que “El club de los vándalos” logra un excelente trabajo para contar sobre el mundo que Johnny tanto se esmeró por construir y está por perder, aún cuando esta es la primera película de Nichols desde su “Midnight Special” del 2016, este logra fortalecer a los personajes con su propia identidad, algo que ellos mismos tan desesperadamente tratan de alcanzar.

Johnny, interpretado de una manera bastante particular por Tom Hardy (quien se siente más como en su trabajo de Capone, 2020) solo fundó a su grupo al ver a Marlon Brando en la película “The Wild One“. Él ya era un hombre de Chicago, casado con dos hijos, y con esa idea en mente fundó un club de motocicletas donde gente con nombres tan extraños como Cucaracha, Zipco o Shitty Pete, se podían sentar a beber todo el día en el bar antes de subirse en sus motos e ir a cualquier lado. Algunos hombres solo necesitaban “el llamado“, y Marlon Brando lo fue para el líder de Los Vándalos.

Nuevamente, el deseo de ser parte de algo mas grande que tú, no es algo exclusivo de géneros, y Kathy -una camaleónica Jodie Comer-, se transforma en uno de “los chicos” una vez que posa sus ojos en el elusivo Benny (Austin Butler, quien aún tiene un poco de ese Elvis que caracterizó). Nichols usa el noviazgo de ambos personajes para entrarnos en la historia donde nos entrega una genial secuencia en que Benny estaciona fuera de la casa de Kathy y la espera (por muchas horas), para que finalmente el novio de ella de ese momento se enoje y se vaya.

“No he conocido nada más que problemas desde que conocí a Benny”, es lo que dice el personaje de Jodie como monólogo introductorio de la cinta (que recuerda de forma bastante torpe a la intro de “Goodfellas“) “Esto no puede ser amor, sino estupidez”
Y bueno, la estupidez puede ser algo bastante mágico si se comparte con las personas correctas, y el romance inicial entre Kathy y Benny genera esa química que llega hasta a Los Vándalos y a la película consigo.

El cast de la cinta de Nichols se equilibra entre lo macho duro y vulnerable. Estos chicos son muy duros pero se necesitan entre ellos como una familia de respaldo. Y la parte humana de la película funciona lo bastante bien para que el resto de personajes te interesen, pero al mismo tiempo llega un punto donde nada sucede y las escenas se sienten eternas, y pierdas por un momento el interés de lo que estás viendo.

Para los Vándalos, su historia se va rápidamente al tacho cuando el club comienza a crecer, al comienzo con filiales pequeñas, esparcidas por ahí y por allá. Pero luego al crecer y crecer, llegan personajes indeseables, llegan jóvenes con delirios de grandeza que no les importa pasar a llevar a los más viejos, quieren imponer sus costumbres. Lo nuevo contra lo pasado de moda. Así vamos viendo como Johnny entiende que lo que alguna vez construyó gracias a Marlon Brando, ya no le pertenece solamente a él y este se ve atrapado en la presión.

Nichols nos entrega finalmente una cinta sobre la golden age de las motocicletas. Una cinta que, la verdad, tenía todo para ser un nuevo clásico del cine moderno, pero al final se queda sin gas a la orilla de la carretera. Pero no se puede negar que El Club de los Vándalos tiene lo suyo, tal vez no para premios, pero sí actuaciones decentes, fotografías de paisajes bonitos y mucho ruido de motor.

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