jueves, 26 de octubre de 2023

Juego Limpio - Por Jackie O.

"Egos en juego"


La película gira en torno a Emily y Luke, quienes forman una linda pareja, ambos profesionales talentosos en el competitivo mundo de la banca de inversión. Pero cuando Emily obtiene un merecido ascenso por delante de Luke (que espera para sí mismo), y que lleva su carrera a nuevas alturas, marca un punto de inflexión en su relación.

Parece que el amor al otro no supera el amor propio, lo cual es bueno, ya que uno debe amarse primero, para que la vida fluya mejor. Lo dicen muchos especialistas incluso.
Pero qué pasa con otra visión del amor propio, esa egoísta, esa que duele, donde el amor al otro no es suficiente, porque se transforma en competitividad.

Luke y Emily se aman con locura, quieren casarse, no pueden estar sin el otro, pero deben planear cómo se lo dicen a su jefe y compañeros de trabajo, ya que era algo oculto por políticas de la empresa. Pero la madre de Emily se encarga de organizar la fiesta de compromiso y comentarle a quien más puede.

¿Qué malo podría tener esta joven y exitosa pareja?
El ego, la masculinidad tóxica de un hombre que se creía superior, y una mujer, su mujer, que fue mejor evaluada que él y le dan el puesto deseado.
Muchos hombres (y aunque no les pregunten pero les encanta ponerse el parche antes de la herida, hagan el ejercicio, saltarán sobre-explicándose), dicen "yo apoyo a mi pareja", "la ayudo a superarse", "me encanta que le vaya bien", pero lo dicen porque saben que ellos tienen una carrera mejor no solo en título sino que en remuneración. Porque cuando la mujer, su mujer, es más exitosa que ellos, y por la naturaleza que tienen prehistóricamente, se transforman; algunos sutilmente, otros como Luke.
No, no soy feminista tampoco machista. Solo me gusta observar y estudiar al ser humano.

El éxito de Emily desencadena una variedad de emociones en Luke, quien siente una mezcla de celos, frustración e inseguridad al punto de la ofensa. Eso genera que ella también desencadene emociones negativas.
Considerando los factores que los rodean como empleados, esta pareja no solo trabaja en la misma empresa sino también en un entorno altamente competitivo donde la presión y lo que está en juego es de altos estándares.

Esta cinta captura la dinámica y el comportamiento competitivo que se encuentran en muchas relaciones heterosexuales actuales. Al mismo tiempo ofrece una visión del género, los roles, la influencia y las ideas erróneas de ello.
La película nunca intenta convertir al personaje principal, Emily, en una mártir feminista, un símbolo o un héroe (en realidad es un personaje también defectuoso). Ambos personajes se enfrentan a desafíos cuando se cambian los estereotipos de género y los roles. Esta inversión de roles muestra la fragilidad tanto en la masculinidad como en la feminidad, y muestra una perspectiva diversa del costo que enfrentan ambos géneros.

¿Cómo se podrá balancear el éxito, sin que genere un conflicto como pareja?

Las actuaciones de Dynevor, quien sale de roles dulces o divertidos, y de Ehrenreich, quien había enterrado a Hans en su momento, los pone en lo alto. Tienen un manejo genial en los diálogos, en la química que ambos mantienen, sea en los buenos o malos momentos es muy creíble.

Un gran acierto de Netflix este año con esta película, con un tratamiento psicológico bien desarrollado, buena dirección para ser el primer largometraje de Chloe Domont. Un gusto como siempre, ver al inglés Eddie Marsan que pone esa cuota despiadada, fría, y que disfruta con la humillación, hace que la tensión vaya en aumento.

Una película que debe darnos lecciones de vida sobre soberbia, respeto, competicion sana, y mucho más. Que las peleas de "machismo" versus "feminismo" tan en boga, no se desvíen del foco.

Película violenta, para adultos.

Disponible en Netflix.

Ficha técnica

Fair Play
Dirección y guion: Chloe Domont
Música: Brian McOmber
Fotografía: Menno Mans
Protagonistas: Phoebe Dynevor, Alden Ehrenreich, Eddie Marsan, Rich Sommer
113 minutos. EEUU
Suspenso psicológico

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