lunes, 9 de octubre de 2023

El Conde - Por Juan Pablo Donoso

Un esperpento de horror político virtuosamente realizado.

Tenebroso blanco y negro. Iluminación onírica crepuscular.

Nos sumergen en un mundo siniestro y de pesadilla.

Poesía atmosférica putrefacta y casi maloliente.

Acumulación de símbolos y referencias históricas que nos mantienen en constante afán de descifrar y relacionar unas con otras.

Surrealismo y resentimientos envueltos en fantasía y metáforas.

Mezcla vampirismo histórico desde la Francia monárquica con María Antonieta, pasando por Chile militar, las Malvinas e Inglaterra.

Se centra en un Auguste Pinoche, que no está muerto. Es un vampiro envejecido. Tras vivir 250 años, ha decidido morir de una vez por todas.

Una frágil monja, Carmencita (Paula Luchsinger), ex contadora, ha sido convocada para supervisar posibles fraudes financieros. Pero en verdad tiene la misión episcopal de exorcizar al monstruo.

Los hijos codiciosos se reúnen en la vieja mansión para repartirse la fortuna familiar que, al estilo dictatorial, fue robada en gran parte.

Larraín y Calderón lo convierten en un engendro refinado: un vampiro que, incluso después de muerto, sigue chupando el alma del pueblo chileno. Un conde que, además de beber la sangre de sus víctimas, también engulle sus corazones.

Un viejo tan cazurro que se ingenió para legar a su familia sólo muebles viejos; a las monjas el tétrico caserón vacío y, en vez de ser exorcizado por la novicia, la inició en el sexo para dejarla volando como un alma maldita sobre los campos estériles de la región. ¡¡Admirable secuencia técnica de la núbil muchacha rebotando para siempre por las praderas anochecidas!!

Personajes malditos desde siempre y sin redención futura. Mientras un viscoso arrenquín Krassnoff (Alfredo Castro) atiende - en todos sentidos - a sus amos con cínica obsecuencia.

¿Cuál es el objetivo de fondo de esta fantasía siniestra? ¿Será proyectarse hacia la reencarnación infinita bajo la tutela de una Margaret Thatcher en exclusivo tecnicolor?

Alienante, visceral y elíptica. Un viaje al infierno utilizando personajes y elemento históricos dolorosos, convertidos con talento, en satanismo y perversión subliminal.

Los chilenos sabemos muy bien a quien corresponde cada caricatura. Por ello captamos mejor el subtexto de los diálogos.

Una producción - Netflix - extremadamente alta: actuaciones, fotografía, montaje y escenografía (internas y externas) de lujo.

Bellísimo tratamiento fotográfico de cuento de hadas macabro. (Edward Lachman = Carol (2015), Vírgenes Suicidas (1999), Aguas Oscuras (2019)).

Sinfonía de suelos crujientes y detritos podridos. La partitura de música clásica se suma al pesimismo y la fatalidad.

Combinación extraña de elementos dispares que colocan a EL CONDE en una categoría independiente del típico cine de terror.

Después que “Pinoche” (origen francés) y Thatcher beben sangre para hacerse cada vez más jóvenes, ella declara: “Si quieres que algo se diga, pídeselo a un hombre, si quieres que se haga, pídeselo a una mujer”.

Nunca sabremos hacia dónde apunta finalmente la fábula. Queda al criterio de la visión histórica, y política, de cada espectador.

VIRTUOSA EN SU FACTURA, PROVOCATIVA EN SU FONDO, EFICAZ EN SU TRATAMIENTO DE HORROR. PARA SALIR GATEANDO DESPUÉS DE VERLA.

Ficha técnica   

2023 - Chile -1,50 hrs. Sátira política, vampirismo, historia 
Fotografía: Edward Lachman ASC 
Edición: Sofía Subercaseaux 
Diseño Prod.: Rodrigo Bazaes 
Guion: Guillermo Calderón, Pablo Larraín 
Actores: Jaime Vadell, Gloria Munchmeyer, Alfredo Castro 
Director: Pablo Larraín 

Premio Osella, Mejor Guion, Festival de Venecia 2023

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