El segundo movimiento de la Serenata para cuerdas en Mi Mayor, del compositor checo Antonín Dvořák, abre esta película. Y es una apertura cautivadora y brillante que nos sumerge en el Londres de la post guerra, la década de 1950. Vemos de inmediato a Rodney Williams -Bill Nighy-, como el responsable de la oficina de Obras Públicas, parte importante de todo el andamiaje encargado de la reconstrucción posterior a la victoria aliada. Y como buena oficina de estado, la burocracia se come todo; rumas de papeles, derivaciones a otras plantas, oficios, postergaciones, olvido.
Es el nuevo empleado de la oficina, Peter Wakeling -Alex Sharp-, quien comienza a develarnos el día a día de Williams. También la señorita Margaret Harris -Aimee Lou Wood-, parte de este grupo mayoritariamente masculino, pero con deseos de buscar nuevos horizontes. El resto de los personajes son más bien acompañantes, sin roles centrales, sin embargo la trama se encargará de darle a cada uno un papel particular.
Williams, ya veterano en sus oficios, parece haber claudicado luego de la muerte de su esposa. La relación con su hijo no posee la virtud de la comunicación y eso lo deja aún más solitario. Cuando recibe un diagnóstico médico, la reflexión se torna evidente y el curso de las acciones cambia por completo. ¿Qué lo lleva a eso? ¿Alcanzará a girar en forma oportuna, para dejar un legado?
Dirigida por Oliver Hermanus, esta adaptación del guion de “Ikiru”, de Akira Kurosawa, es una película íntima y reflexiva, muy transversal para los tiempos actuales. La contraposición entre juventud y vejez, en un paralelo de inexperiencia y experiencia, resulta una metáfora sobre el inicio y término de la vida, algo tan natural pero que muchas veces perdemos completamente de vista.
La descripción del aparato estatal y su burocracia es bien impresionante. Como la película luce antigua (aunque es del 2022), parece que estamos inmersos en la época, y si tomamos en cuenta lo que pasa hoy en día, podemos darnos cuenta que seguimos entrampados en la permisología y disputa de competencias. Nada ha cambiado, al parecer, es lo mismo solo que con unos pocos adornos y caras nuevas.
Bill Nighy hace un papel notable -muy bien secundado por Aimee Lou Wood (“Sex Education”)-, en un rol que tiene como base la expresión de sentimientos, con gestos mínimos y contenidos. Aportan sustancia los ángulos que elige el director en cada toma, porque muchas escenas son pasivas, no tienen diálogos, y solo debemos contemplarlas para encontrar su profundidad. El cuestionamiento de vida, de su forma de vida, que hace el protagonista llega a ser, por momentos, angustiante. Parece que bajara los brazos, que se encontrara con el fin de la historia, sin embargo intenta superar cada fase con una prestancia que solo un inglés de tomo y lomo puede hacer.
“Living” se divide en tres partes muy claras: un primer tercio descriptivo, un segundo de desarrollo, y un tercero conclusivo que tiene mucho mérito, ya verán por qué. Cuando Williams decide cambiar, es capaz de reírse, y ese es un punto de inflexión que la película destaca muy bien. La joven compañía de Margaret es importante, y no en el sentido literal que podría pensarse, sino en algo mucho más profundo y conmovedor.
Una hora y cuarenta minutos de pausa y de reflexión, de mirada propia e íntima, una remembranza que atestigua a todas luces que “obras son amores y no buenas razones”.
Ficha técnica
Título original: Living
Año: 2022
Duración: 102 minutos
País: Reino Unido
Compañías: Coproducción Reino Unido-Suecia-Japón; Ingenious, Film4 Productions, Film I Väst, Filmgate Films, Kurosawa Production Co., Number 9 Films, County Hall, Lipsync Productions. Distribuidora: Lionsgate UK
Género: Drama | Remake. Enfermedad. Años 50
Guion: Kazuo Ishiguro, Akira Kurosawa
Música: Emilie Levienaise-Farrouch
Fotografía: Jamie Ramsay
Reparto: Bill Nighy, Aimee Lou Wood, Alex Sharp, Tom Burke, Adrian Rawlins, Hubert Burton, Oliver Chris, Michael Cochrane
Dirección: Oliver Hermanus
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viernes, 15 de diciembre de 2023
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