Una preciosa fotografía del sur de Chile enmarca la historia. Mientras observamos el daño ecológico, señales claras de destrucción y muerte, emerge desde el fondo del Río Cruces una mujer. Pronto sabremos que se trata de Magdalena -Mía Maestro-, quién está como en estado de trance. No habla pero comunica, mientras deambula. Cuando llega al pueblo, incide en los aparatos electrónicos; y un hombre mayor, al verla a través de una ventana, cae súbitamente al suelo.
El paralelo es la ciudad, Santiago. La doctora Cecilia -Leonor Varela-, absorta en su profesión, poco espacio comparte con sus dos hijos, sin embargo ante una llamada de su hermano Bernardo -Marcial Tagle-, viaja con ellos al sur pues su padre se encuentra internado. Ha sufrido un infarto.
No demoramos en armar la historia. Enrique -Alfredo Castro-, es el hombre mayor que vimos desplomarse. ¿La causa? Ver a su esposa fallecida -Magdalena-, aparecer de pronto. La perdió hace años, en forma trágica, y ahora vuelve convertida en un fantasma, o un espíritu, un alma en pena que regresa sin pedir ni hacer nada, pero que hace que este hombre implore perdón.
El negocio familiar es el “cuidado” de vacas. Lo pongo entre paréntesis porque se trata de una factoría de leche, y vemos lo cruel que puede resultar -incluso a escala no industrial-, esa dinámica. Y se nota que hay temas pendientes. La partida de esta esposa y mamá no es clara. Vemos la prensa. Una mujer desapareció en el río y su cuerpo nunca fue encontrado. ¿Suicidio? ¿Causas? ¿Otros motivos? La pérdida familiar habla de deudas emocionales, hay también rechazo por parte de Cecilia; el tema, aparentemente no es tema, pero sigue latente, vigente.
Con una fotografía de lujo a cargo de Inti Briones y una interesante partitura compuesta por Pierre Desprats, el debut de Francisca Alegría resulta interesante. El guion, compuesto por ella misma junto a Manuela Infante y Fernanda Urrejola posee un movimiento lento, cadencioso, y genera bastante intriga. ¿Estamos ante algo sobrenatural o imaginario? ¿O hay algo místico, con mensajes en clave que claman ser descifrados? Lo que sí está claro es que presenciamos una apuesta arriesgada, experimental, y en extremo sensitiva.
Lo paranormal y mágico lo provoca esta visita del pasado a un presente donde la muerte y el arrepentimiento conviven llenos de dudas y secretos. Asimismo, el desastre natural que produce la contaminación y envenenamiento sobre el río, cruza la esencia del relato con una denuncia concreta, un urgente grito de alarma y alerta respecto al daño infringido a la naturaleza y a nosotros mismos.
Hay en esta cinta una búsqueda de reencuentro, o tal vez una fusión, la necesidad de rescatar y al mismo tiempo renacer. El pasado debe ser enfrentado con decisión para así arreglar cuentas. Eso puede conducir a un futuro reconciliado, siempre y cuando la búsqueda de perdón sea noble y genuina.
Dentro de lo interesante que resulta esta película, hay una irregularidad que es difícil de describir y que tiene que ver con el desarrollo de sus personajes. Cada uno es un propio mundo y aquello lo observamos y podemos diferenciarlo bien. El tema es que algo pasa cuando interactúan. Allí no funcionan tan bien como cuando son entidades individuales. Algo sucede con lo colectivo, en la unión, en las relaciones. Además, es evidente la diferente profundidad que consigue cada actor con las herramientas dramáticas con las que cuenta. En eso se separa, por ejemplo, el papel de Leonor Varela -que tiene bastante tiempo en pantalla-, del rol de Marcial Tagle, o del mismo Alfredo Castro, quienes logran en lapsos bastante breves, caracterizar con mayor detalle a sus personajes. En esto, también se escapan los hijos de Cecilia, sobre todo el mayor, con su propia búsqueda de identidad que funciona mucho mejor en solitario que en la relación con su entrono.
“La vaca que cantó una canción hacia el futuro” es una fábula y también una metáfora. La duda que queda es sobre su sentido más profundo, o dicho de otro modo, sobre qué nos quiere sugerir y comunicar. Al ser una cinta de plano subjetiva, se transforma al mismo tiempo en indescifrable. Sus múltiples lecturas -y capas-, constituyen un gran mérito, sin embargo la hacen una obra eminentemente interpretativa. Es posible que luego de verla, tengamos tantas versiones como personas la observemos, y eso sin duda es valioso. No obstante, también sería interesante tener más pistas, no necesariamente explícitas, para orientar tanto el sentido como la virtud del relato.
Buen debut de Francisca Alegría, decidido y valiente, una voz nueva que desafía lo tradicional, capaz de incursionar en un ámbito complejo debido a su alto grado de abstracción.
Ficha técnica
Título original: La vaca que cantó una canción hacia el futuro
Año: 2022
Duración: 98 minutos
País: Chile
Compañías: Coproducción Chile-Francia-Estados Unidos-Alemania; Bord Cadre Films, Dialectic, Jirafa, Sovereign Films, Wood Producciones
Género: Drama | Vida rural. Familia
Guion: Francisca Alegría, Manuela Infante, Fernanda Urrejola
Música: Pierre Desprats
Fotografía: Inti Briones
Reparto: Reparto: Leonor Varela, Mía Maestro, Alfredo Castro, Luis Dubó, Marcial Tagle, Laura Del Rio Rios, Enzo Ferrada Rosati
Dirección: Francisca Alegría
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jueves, 3 de agosto de 2023
La vaca que cantó una canción hacia el futuro - Por Carlos Correa Acuña
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