Hace once años, la primera película de “Los Juegos del Hambre”, fue un éxito de taquilla y lanzó a la fama a su estrella, Jennifer Lawrence. Luego vinieron tres cintas más, para así completar la versión cinematográfica de la saga escrita por Suzanne Collins. Hoy día, y luego de un vasto camino recorrido, llega al Cine una precuela de la historia, la primera parte de una nueva trilogía cuyo objetivo es enlazar los eventos generando los lazos respectivos y las explicaciones correspondientes.
64 años antes de los eventos que ya conocemos, está por comenzar la Décima Versión de los “Juegos”. “Panem” apenas ha podido reponerse de los ataques rebeldes al recibir refriegas desde sus diversos distritos, mientras el Capitolio lucha por recuperar un prestigio que está por el suelo debido a los implacables combates de una guerra violenta.
El eje del relato es el joven Coriolanus -Tom Blyth-, en quien la familia Snow tiene puesta su última esperanza para revertir una decadencia económica que amenaza con sumirles en una pobreza que les haría desaparecer de la órbita de clase en la que se acostumbran desenvolver. No la tiene fácil este brillante muchacho, y alumno sobresaliente de la Academia; ni su astucia ni su arrogancia son suficientes para sobreponerse a lo que vendrá a continuación. Seguro ganador de un premio que arreglaría todo, la sorpresa se apodera de él y de su entorno: la posición de privilegio se debe ganar en la arena, como mentor de un tributo; ganar o morir, es decir, la gloria o el fracaso absoluto.
Coriolanus menos lo puede creer cuando se le asigna a la participante más débil de la competencia, Lucy Gray Baird -Rachel Zegler-, una chica que forma parte de los Covey, un grupo de artistas y músicos nómadas del cada vez más empobrecido distrito 12. La tarea académica difiere enormemente de las labores que implican una mentoría, sin embargo Snow decide aprovechar la oportunidad al ver el talento y desplante de la joven contendiente. ¿Lograrán ambos su cometido, es decir sobrevivir en el caso de Lucy Gray, y recuperar el poder perdido en el caso de la familia Snow?
El guion escrito por Michael Arndt y Michael Lesslie respeta el relato escrito por Collins y separa la acción en tres grandes secciones. En la primera observamos cómo las apariencias pueden ocultar la decadencia implacable de la familia Snow, y cómo una joven humilde y pobre, pero talentosa intenta sobrevivir. Basado en un doble principio, ayudar para ganar, Snow emprende su propósito con aparentes buenas intenciones, lo que desafía varios de los principios establecidos para que Lucy Gray, que parte en desventaja, pueda al menos tener alguna opción de no morir en el intento.
En la sección central de la historia nos sumergimos en el desarrollo de los Juegos, que son básicamente un espectáculo televisivo que también está cuestionado y en franca decadencia. Por eso, la habilidad de Snow es echar mano a los principios básicos de un “reality”, para ponerlo en palabras actuales, es decir un show mediático que nuevamente capture audiencias, el archiconocido “pan y circo” que adormece a las masas, que las mantenga a raya sin pensar ni cuestionar.
La parte final gira hacia escenarios diferentes. Es donde se ponen de manifiesto los conceptos más profundos que el relato contiene. Enfrentamos acá, la soberbia con la rebeldía, el reto al poder con la subordinación; la búsqueda de sentido en medio de una ley de la selva donde solo sobrevive el más fuerte. La aparente desaparición de la civilización, no es más que una pantalla más o menos fina para ocultar el abuso, la injusticia y la represión, acusando a los menos privilegiados de actuar con reacciones propias de animales salvajes.
Uno de los mensajes más importantes que entrega el texto, es referente a la lealtad y la traición, ese acto de cruzar la línea y validar la maldad en contra de toda bondad, un tópico tan humano que resulta transversal a cualquier tiempo, historia o lugar.
Bajo la dirección de Francis Lawrence, “The Hunger Games: The Ballad of Songbirds and Snakes”, y sus 157 minutos de duración, se trata de una obra bien compuesta, bien ambientada y bien desarrollada. Nunca es sencillo alejarse de una historia exitosa para crear un derivado, menos cuando ninguno de los personajes emblemáticos no están considerados. Tampoco es fácil no tener actores ya consagrados -salvo Viola Davis y Peter Dinklage-, lo que también constituye una apuesta riesgosa para la consolidación de esta nueva trilogía.
Esta nueva película de “Los Juegos del Hambre” tiene un par de debilidades: ir de más a menos en cuanto a su ritmo, y ofrecer una tercera parte -una vez terminados los Juegos-, que puede amenazar la atención y concentración de una audiencia que siempre espera ver fuegos artificiales en pantalla. Aún así, los puntos altos son muchísimos más que los bajos -mención especial a la partitura de James Newton Howard que representa un pilar importante-, superando mis expectativas.
Estamos ante un nuevo comienzo, una saga nueva que podría también convertirse en un éxito. Creo que dependerá de la profundidad que revista la mutación de personalidad de su protagonista -incipiente aún en esta entrega-, pues ya sabemos que en el futuro, Coriolanus Snow se convertirá en el omnipotente y omnipresente tirano de Panem.
Ficha técnica
Título original: The Hunger Games: The Ballad of Songbirds and Snakes
Año: 2023
Duración: 157 minutos
País: Estados Unidos
Compañías: Color Force, Lionsgate, Good Universe. Distribuidora: Lionsgate
Género: Ciencia ficción. Acción. Aventuras | Distopía. Precuela
Guion: Michael Arndt, Michael Lesslie. Libro: Suzanne Collins
Música: James Newton Howard
Reparto: Tom Blyth, Rachel Zegler, Peter Dinklage, Hunter Schafer, Josh Andrés Rivera, Jason Schwartzman y Viola Davis
Dirección: Francis Lawrence
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viernes, 17 de noviembre de 2023
Los juegos del hambre: La balada de pájaros cantores y serpientes - Por Carlos Correa Acuña
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