viernes, 10 de noviembre de 2023

El negocio del dolor - Por Carlos Correa Acuña

Disponible en Netflix.

Esta película expone en sus diez minutos iniciales cuatro tópicos que serán desarrollados durante sus casi dos horas de duración: las dificultades económicas de una madre con su hija; la desesperación de perder todo, o casi todo; la aparición de una oportunidad que promete ser lucrativa; y las relaciones filiales como principal impulso en la toma de decisiones.

Liza Drake -Emily Blunt-, es madre soltera. Trabaja de bailarina nocturna y debe hacerse cargo en solitario de una hija que padece epilepsia y que, además, acaba de ser suspendida en el colegio. La vida de Liza y de la adolescente transcurre con urgencia pues el diagnóstico de la menor es perentorio: se debe operar, sí o sí, pero el seguro médico es insuficiente y las opciones son cada vez más reducidas y riesgosas. Todo es oscuro y cuesta abajo, por lo que cuando Liza conoce a Pete Brenner -Chris Evans-, el mundo se voltea a su favor, o al menos eso pareciera. La oferta es simple: interceder -en realidad vender-, para que médicos especialistas receten un nuevo medicamento que promete ser la panacea para curar el dolor en pacientes diagnosticados de cáncer terminal.

Liza, sin experiencia alguna en el rubro, acepta el desafío y deja los pies en la calle en su nuevo encargo. Tiene que demostrar en solo cinco días que puede hacerlo, que puede lograr al menos una receta del medicamento para que la empresa liderada por el doctor Jack Neel -Andy García-, pueda sortear una inminente quiebra. Pete confía en ella, o más bien deposita una esperanza bastante lejana a la objetividad, sobre todo porque las reiteradas negativas ahogan todas las gestiones y parece que nadie quiere innovar en su tratamiento probando una opción diferente.

Basada en el libro de Evan Hughes, que se inspira en hechos reales, esta cinta dirigida por David Yates, y pese a sus irregularidades narrativas, resulta interesante y a la vez entretenida. Es cierto que gran parte de lo que sucede es fácil de anticipar, pero por lo mismo, las actuaciones constituyen el plato fuerte de este trabajo. Actrices consagradas, como Emily Blunt y Catherine O'Hara, junto a actores sólidos como Chris Evans y Andy García, entregan un soporte que cualquier producción quisiera tener entre sus créditos. Y acá no son solo los nombres, es la prestancia de cada uno lo que les permite construir papeles dinámicos que hacen más creíble la representación en pantalla.

Los temas valóricos que están en juego son muchos y evidentes. Por un lado está la salud y el dolor físico de miles de personas. El fundador de la compañía farmacéutica desarrolló el medicamento por la experiencia traumática vivida por su esposa. El tratamiento es real y es efectivo, pero debe ser cuidadosamente recetado y supervisado. Primer punto, responsabilidad ética respecto a drogas que pudieran causar dependencia y adicción en personas vulnerables a sus efectos. En contraposición a lo anterior se encuentra el negocio lucrativo que significa su práctica. Al ser una medicación muy potente, su costo es elevado, y las ganancias por su fabricación y distribución son cuantiosas. Si a esto le sumamos una red de sobornos y corrupción, la mesa está servida para dar rienda suelta a la ambición y codicia que provoca ganar dinero a manos llenas gracias a una necesidad y todo ello en un reducido período de tiempo.

Ahondar en las razones que llevan al Dr. Neel, a Pete y a Liza, a saltarse toda barrera moral, daría para un escrito muchísimo más extenso y seguramente desbordaría este comentario, sin embargo la película condensa en buena parte todos los elementos que, combinados, son los causantes de una crónica que tiene una muerte anunciada, con la licencia de parafrasear al gran García Márquez.

“Pain Hustlers” -Estafadores del dolor”, su título original-, es interesante como testimonio y también como historia. Resumir en dos horas, años de maquinación -desde la austeridad absoluta a darse lujos impensados y excentricidades varias-, para dejar al descubierto una red carente es escrúpulos, no es un desafío menor. La cinta lo consigue, con dificultades insisto, con aciertos y deficiencias, pero siempre con un norte que va más allá de lo que podría significar una simple entretención. Acá hay un fondo importante, un mensaje claro que no deja de ser controversial, porque cuando se trata del bienestar de las personas no se puede tomar nada a la ligera, menos cuando un producto que se muestra efectivo puede tener efectos contraproducentes, no necesariamente por su composición, sino por quien puede acceder a él y las dosis que corresponden según los estados en que se encuentre.

Auge y caída empresarial y también en términos personales, una montaña rusa que presenciamos desde la primera fila. Dos horas intrigantes, con algunas pinceladas de comedia, que nos mantienen alertas y conscientes todo el tiempo, evaluando permanentemente, y que nos dejan un buen material para la reflexión: ¿la salud como un negocio o como un bien común y universal? El debate está muy lejos de cerrarse, a nivel local y, por supuesto, también a nivel mundial.

Ficha técnica

Título original: Pain Hustlers
Año: 2023
Duración: 122 minutos
País: Estados Unidos
Compañías: Grey Matter Productions, Wychwood Media. Distribuidora: Netflix
Género: Drama | Basado en hechos reales. Drogas
Guion: Wells Tower. Libro: Evan Hughes
Música: James Newton Howard, Michael Dean Parsons
Fotografía: George Richmond
Reparto: Emily Blunt , Chris Evans , Andy García , Catherine O'Hara , Jay Duplass , Brian d'Arcy James y Chloe Coleman
Dirección: David Yates

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