jueves, 2 de abril de 2020

La Cabaña - Por Carlos Correa


Difícil tarea la de hacer una película cristiana en los tiempos que corren. O se transforma delicadamente en un sermón o definitivamente aborda la temática sin la profundidad adecuada. En el caso de “La Cabaña” tenemos una base importante, un best seller del canadiense William Paul Young, publicado el 2007 y éxito de ventas señalado por la lista de “The New York Times” entre mediados de 2008 y comienzos de 2010. Y el desafío de adaptarla corre por cuenta del guionista John Fusco y del director Stuart Hazeldine.

Cuatro años atrás, la hija menor de Mackenzie Allen Phillips, Missy, desaparece durante unas vacaciones familiares. Todo indica que fue secuestrada y asesinada brutalmente en una cabaña abandonada en los bosques de Oregon. La tristeza no ha desaparecido y la rebeldía hacia la fe, tampoco. Mack -Sam Worthington- recibe una misteriosa carta firmada por Dios en la que le invita a ir de nuevo al lugar un fin de semana. No muy convencido, Mack llega al lugar una tarde de invierno, comienza a revivir su peor pesadilla, sin embargo lo que sucede allí provoca un cambio radical en su vida.

Si hablar de religión, creencia o fe es de suyo complejo, más lo es llevarlo a cabo en un formato artístico orientado a una audiencia masiva como es a través de una película. El esfuerzo bien vale la pena, aunque los resultados siempre serán evaluados de maneras diversas, dependiendo la óptica desde la que se le observe. “La cabaña” es honesta. No pretende más de lo que quiere y puede mostrar. Las preguntas son tan profundas que cualquier respuesta puede ser incompleta. El viaje personal de cada uno y la experiencia individual es muy difícil que coincida con una representación dramática. Distinto es el caso de un libro, donde cada uno puede construir su propio entorno, personificar de manera diferente y lograr aproximaciones más certeras a sus propias convicciones.

El director Stuart Hazeldine construye un relato correcto. Un comienzo inestable, con un thriller policial en ciernes que luego va evolucionando a un drama interno y contenido. El ritmo de la cinta es pausado, parece escapar de las preocupaciones cotidianas, como una vuelta al origen, al centro, a la paz interior. Mack no logra comprender qué sucede. Tampoco logra situarse en el lugar donde está. La profundidad del ser es el espacio más grande y a la vez más temido que una persona podría enfrentar y Mack está allí, en medio, pugnando por salidas, respuestas o al menos explicaciones.

“La cabaña” es abiertamente una película cristiana. Su centro es la Santísima Trinidad y su relato no excluye a ninguna religión que la reconozca. Este es un punto no menor cuando se trata de una temática que muchas veces aporta división más que comunión. ¿Cómo Dios puede permitir el mal? Aquello es muy difícil de comprender y el guión intenta entregarnos una aproximación diferente. Como un llamado a una profunda revisión interior, la fuerza de la rebeldía ante lo incomprensible, la facilidad de juzgar el bien o el mal pero en los otros más que en nosotros mismos, la culpa y todos los valores asociados, entregan al metraje contenido y propuesta para la reflexión personal.

Ficha técnica

Título original: The Shack
Año: 2016
Duración: 132 minutos
País: EE.UU
Género: Drama
Guión: John Fusco
Reparto: Sam Worthington, Radha Mitchell, Octavia Spencer, Graham Greene, Tim McGraw, Alice Braga, Aviv Alush
Director: Stuart Hazeldine

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