lunes, 2 de marzo de 2020

Invasión. El fin de los tiempos - Por José Blanco Jiménez

Cuando se estrenó Solaris de Andrei Tarkovski (1972), se pretendió publicitarlo como la respuesta soviética a 2001: Odisea del espacio (2001: A Space Odyssey, de Stanley Kubrick, 1968).

El “gancho” podía funcionar, porque se estaba en plena Guerra Fría y Carrera Espacial, pero la comparación era completamente gratuita. Kubrick había tocado el infinito (yo creí que “este director no podría hacer una película más en su vida”, sin saber obviamente quien era) y dejado un montón de preguntas por responder al espectador. Además, por su críptica vida privada, no se pudo conocer explicación alguna de su parte.

Solaris, en cambio, es una película espacial cargada de poesía y – más que al filón fantacientífico – pertenece a un género metafísico que pretende materializar conceptos tan abstractos como el amor. De hecho, en algunos países le cortaron 40 minutos y un director de fuste como Steven Soderbergh intentó una segunda versión de la novela de Stanislaw Lem con escasos resultados de crítica y taquilla.

Por cura coincidencia, Natalya Bondarchuk, protagonista de Solaris es hermana de Fedor Bondarchuk el director de Invasión y de su precedente Atracción (Priyazhenie / Attraction, 2017) en la que los personajes eran presentados y de la que se entrega una reseña al comienzo de esta película.

Aquí también cabe comparar una invasión alienígena rusa con una norteamericana.

No está de más recordar que las invasiones interplanetarias de las películas de Hollywood (verbigracia Invasión de discos voladores / Earth vs. The Flying Saucers, de Fred F. Sears, 1956) representaba una probable invasión rusa así como para los japoneses Godzilla era la bomba atómica. Del mismo modo, un accidente como el de Roswell hasta el día de hoy se mantiene en secreto como el Área 51.

En este caso, hace tres años hubo un accidente y una nave alienígena se estrelló cerca de Moscú. Julia, la hija de un coronel del Ejército Ruso entró en relación con un extraterrestre, que le salvó la vida gracias a una transfusión y la tecnología que manejaba. Ahora la joven es un conejillo de Indias por las extrañas habilidades que posee. Del mismo modo un exoesqueleto de tipo robocop ha sido recuperado. Pero hay también desastres naturales que acechan y que se mezclan al temor de una invasión.

La película tiene un relato muy exiguo, pero sí grandes efectos espaciales y excelente música. Desde el punto de vista ideológico, también los alienígenas razonan de manera distinta a los humanos: ellos son inmortales y, por lo tanto, no necesitan del miedo y del odio para sobrevivir, como los humanos. Pero si experimentan el amor.

(Vtorzheine / Invasion. Rusia, 2020)

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