viernes, 29 de noviembre de 2019

Huérfanos de Brooklyn - Por José Blanco Jiménez

Lionel Essrog (Edward Norton) trabaja como ayudante del detective privado Frank Minna (Bruce Willis) en la Nueva York de los años ’50. Éste lo rescató de un orfelinato y es su eterno agradecido. Por ello, cuando su padre adoptivo muere asesinado, se pone en campaña para descubrir las motivaciones y castigar a los culpables.

Es necesario trazar el perfil psicológico del protagonista, al que Frank llamaba “Brooklyn” (de ahí el título de la novela de Jonathan Lethem y de la película). Soberbiamente interpretado por Norton (que también es director, productor y guionista), es un cincuentón de memoria prodigiosa y de gran capacidad de análisis, pero que padece del síndrome de Tourette. Esto es, sufre de una serie de tics y una especie de geniecillo anárquico dentro de su cerebro lo impulsa a decir frases y palabrotas que no puede controlar.

En el centro del puzzle está Laura (Gugu Mbatha-Raw, de origen zulúe), una activista por los derechos de la comunidad afroamericana, que está ligada a un grupo de jazz. Frank la investigaba por alguna razón y “Brooklyn”, quiere llegar hasta el fondo con riesgo de su vida. Conoce así a otros personajes, como Paul (Willem Dafoe), que es expulsado de una conferencia de prensa y que parece saber más de lo conveniente y un periodista (Ethan Suplee) al que suplanta y que se beneficiará con sus investigaciones.

Me recuerda el Hammett de Wim Wenders (1982), protagonizado por Frederic Forrest, pero sobre todo al inmortal Chinatown de Roman Polanski (1982), tanto por ambientación como por temática. Si en esa película el nudo de la intriga estaba en la especulación del agua, aquí es la especulación edilicia, llevada adelante por Robert Moses (Alec Baldwin), que como asesor está desalojando a los habitantes de los barrios pobres.

Un detalle: coherente con la época, el elemento sexual está reducido al mínimo y se agradece, puesto que no distrae de la trama principal. El espectador sigue la acción, que se desarrolla con un montaje impecable, superando todos los obstáculos que se ponen por delante junto con los tics y las frases extemporáneas. En realidad, el personaje da para mucho más y creo que podría ser el inicio de una nueva franchise.

(Motherless Brooklyn. USA, 2019)

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