jueves, 12 de julio de 2018

Nadie Quiere la Noche - Por Juan Pablo Donoso

Epopeya inspirada en personajes reales, pero alterada para darle mayor dramatismo.

Se centra en Josephine Diebitsch (1863–1955) esposa de Robert Edwin Peary, explorador estadounidense que alegó haber sido el primero en llegar al Polo Norte, en abril de 1909.

Durante su vida matrimonial sólo vivieron juntos 18 meses. El resto del tiempo lo dedicó el marido a sus expediciones.

Nos muestra el periodo en que Josephine decidió reunirse con él cuando intentaba conquistar el Polo.

Con elegante ajuar decimonónico persuadió a otros expertos exploradores de acompañarla – cuando ya se acercaba el invierno – a encontrarse con su esposo en medio de las nieves eternas del Ártico. Aunque intentaron disuadirla se mantuvo obstinada, y partieron a regañadientes.

Fueron víctimas del frío, de aludes, hielos quebradizos, pérdidas humanas y de animales.

Tal es la primera mitad. En la segunda, los pocos guías que aún seguían con ella la abandonaron para volver a sus hogares.

Quedó abandonada en la última choza que había en la ruta; por allí pasaría su marido en el viaje de retorno.

Se instaló tratando de vivir de manera similar a su mundo neoyorkino. Sólo la acompañaba una muchacha esquimal que vivía desde antes en un iglú junto a la choza.

Llegó el invierno, los alimentos escasearon, vinieron las tormentas y cayó la noche permanente. Ambas mujeres debieron acompañarse derribando barreras de idioma, costumbres y clases sociales.

Más férrea se hizo la unión cuando Josephine supo que Allaka esperaba un hijo de Robert.

Acompañamos a estas mujeres en su soledad, sobrevivencia, y nacimiento de la criaturita en semejantes condiciones.

Los hechos le dan carácter aventurero al relato, y patetismo emocional.

Los temas principales son la tozudez obsesiva, aun a costa de vidas ajenas, la subsistencia llevada al extremo y, finalmente, la inevitable solidaridad, que derriba barreras culturales y logra el triunfo de la tolerancia.

La fotografía de paisajes nevados es sobrecogedora. Las actuaciones de Juliette Binoche, como Josephine, y de la japonesa Rinko Kukushi, como la joven esquimal Allaka, denotan gran compromiso actoral. La sensación de aislamiento y de casi agonía contagian ansiedad.

Despierta el deseo de averiguar mayores datos de los verdaderos personajes. Pero al hacerlo nos enteramos que hay mucha distorsión con la realidad, especialmente, en la estructura familiar de la señora Peary, y en la vida posterior de Allaka.

La directora catalana Isabel Coixet (La Librería, Mi Vida sin Ti, La Vida Secreta de las Palabras, etc.) optó por falsear los hechos para reiterar en sus temáticas habituales: el polifacético mundo emocional de sus personajes femeninos. Y eso lo consiguió, una vez más, con esta película.

LA TOSUDEZ INSENSATA DE UNA ARISTÓCRATA LLEVADA AL EXTREMO. MÁS FICCIÓN QUE REALIDAD HISTÓRICA.

Ficha técnica

Título Original: Nobody Wants the Night 
Drama seudo histórico 
Cine Arte Galería Patricia Ready 
España, Francia, Bulgaria – 1,44 hrs. 
Fotografía: Jean-Claude Larrieu 
Edición: Elena Ruiz 
Música: Lucas Vidal 
Diseño Producción: Carlos Bodelón, Alexei Karaghiaur 
Guionista: Miguel Barros 
Actores: Juliette Binoche, Rinko Kikuchi, Gabriel Byrne 
Directora: Isabel Coixet

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