miércoles, 22 de marzo de 2017

Silencio - Por Carlos Correa

“Silencio”, la última cinta del director Martin Scorsese, basada en la novela homónima de Shushaku Endo, relata la historia de dos sacerdotes jesuitas portugueses, Sebastião Rodrigues -Andrew Garfield- y Francisco Garupe -Adam Driver-, que viajan a Japón en la época más dura de la persecución cristiana -en la segunda mitad del siglo XVII- tras la huella de su mentor, Cristóvão Ferreira -Liam Neeson-, quien supuestamente habría renunciado públicamente a su fe, luego de haber sido brutalmente torturado. Este viaje revela crudamente a los misioneros el sufrimiento y martirio que viven los cristianos japoneses: denigración, violencia y torturas que llegan incluso hasta la muerte.

Scorsese, con su talento único para filmar, nos sumerge en una experiencia tan traumática como demoledora. No solo cuestiona los pilares fundamentales de la fe, del budismo y de la religión católica sino que revela en profundidad los cuestionamientos más humanos que cualquier persona puede llegar a hacerse al vivir situaciones límite. Las interrogantes que surgen de este viaje son profundas y trascendentes. La persecución es despiadada, no da tregua y tampoco permite una respuesta parcial: si se es capturado o se renuncia públicamente a la fe o se mantienen los valores y principios fieles e inalterables, lo que sin ambigüedades conducirá al sacrificio de la propia vida.

“Silencio” es semejante a una inmensa Catedral. Es una obra compleja, gigante y difícil tanto por su forma narrativa como por su sólido pilar argumental. Martin Scorsese no hace concesiones de ningún tipo. La violencia es desgarradora, la tortura intolerable y las dudas van apareciendo y creciendo en un entorno hostil, lleno de miedos; todo es tan humano, terrenal y pantanoso que parece absorber todo a su paso sin dejar nada reservado a la propia espiritual. La colonización católica versus la resistencia japonesa es un choque de fuerzas potentes y en claro desequilibrio. Surgen entonces más preguntas: ¿los campesinos siguen verdaderamente la fe o simplemente el cariño y afecto de los sacerdotes? ¿Dónde está la compasión, uno de los pilares del budismo? ¿El amor al próximo es tanto más fuerte que permite hacer sacrificios personales por los hermanos? Ninguna de ellas es sencilla de responder y la cinta no se hace cargo de aquello, solo nos enuncia más y más cuestionamientos en tanto avanza el rodaje.

Esta película no es fácil de ver. 161 minutos es un metraje extenso para un relato que sin apuro alguno tiene como fin invitarnos a ser parte de la historia, que vivamos de cerca los sentimientos que expresan los protagonistas, que empalicemos con ellos y que finalmente las interrogantes queden en nuestro lado, esperando reflexión, escucha, calma y alguna decisión. Hay algo que cuesta mucho entender en el arte de la música y es que “el silencio también es música”. Esto puede ser aparentemente contradictorio, sin embargo, magistralmente Martin Scorsese nos demuestra acá que el silencio es también cine, relato y comunicación. El mensaje central es que Dios nos habla a través del silencio, incluso tal vez más fuerte y claro que si fueran palabras. Es posible que a través de ese profundo silencio podamos lograr una conexión aun más cercana con el creador y por supuesto con la profundidad e inmensidad de nuestro propio ser. En este caso el silencio no es ausencia sino presencia, una presencia viva que llega y transforma profundamente al corazón de nuestra fe.

Ficha técnica

Silencio
País: EE.UU., Taiwan, México
Año: 2016
Género: Drama histórico religioso
Duración: 161 minutos
Actores: Andrew Garfield, Adam Driver, Liam Neeson, Yosuke Kubosuka, Issei Ogata, Tadanobe Asano
Director: Martin Scorsese

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