miércoles, 31 de enero de 2018

La forma del agua - Por Carlos Correa

“La forma del agua”, el último trabajo del director mexicano Guillermo del Toro, es una joya. Un original guión escrito por el mismo director junto a Vanessa Taylor nos seduce con una fábula mágica y envolvente. La madurez narrativa alcanzada en el relato es delicada y fina. La fotografía de Dan Laustsen es un verdadero acierto y la música de Alexandre Desplat, preciosa y refinada. Todos los personajes están excelentemente delineados y el reparto los interpreta con un nivel altísimo. No observamos puntos débiles y el resultado de ello es una obra de arte; CINE con mayúsculas.

Elisa -estupenda personificación y caracterización de Sally Hawkins- trabaja en el aseo nocturno de un laboratorio de investigación en Baltimore, a comienzos de la década de los sesenta. Ella es muda, sin embargo puede escuchar todo perfectamente y se comunica con los demás a través del lenguaje de señas. Zelda Fuller -Octavia Spencer- es su amiga y compañera de trabajo. Ella es afroamericana, de carácter fuerte, por lo que la protege y además le permite conectar con el mundo.

Con bastante revuelo llega al laboratorio un nuevo “objeto” de estudio. Se trata de una criatura extraña -recreada por Doug Jones- una especie de humanoide anfibio, recogido en un río sudamericano por el mismo Coronel Richard Strickland -Michael Shannon-, el autoritario y temido jefe de seguridad del lugar. Para el científico Robert Hoffstetler -Michael Stuhlbarg- un infiltrado espía soviético, este “activo” es inteligente, capaz de comprender el lenguaje y de sentir emociones. Sin embargo Strickland tiene órdenes de matar y diseccionar esta “cosa que parece humana” para estudiarlo a fondo y sacar ventajas en plena guerra fría.

Elisa vive sola en un departamento encima de una sala de cine. Su vecino Giles -Richard Jenkins-, un artista gay que trata de sobrevivir con sus obras en un mundo que está adoptando rápidamente la fotografía, la acompaña y la acoge. Juntos conversan, escuchan música y ven programas de televisión. Giles se entera de la criatura por las palabras emocionadas de Elisa, “cuando me ve, no sabe qué tan incompleta estoy. Él me ve como soy”. También se transforma en cómplice cuando ella le suplica “si no hacemos nada, nosotros somos nada”, al relatarle el plan para rescatar a la criatura de una muerte segura.

La cinta va más allá de las palabras. Esta historia de la “princesa sin voz” es empática y emotiva, parece dibujada a mano, tiene dosis precisas de humor y basa su centro en la especial conexión entre Elisa y la criatura. Florece el amor, los sueños, la imaginación y la convicción de que todo es posible. Hay varias capas con múltiples detalles. Quisiera contar más, analizar más, pero para no hacer “spoilers” debo contenerme.

Hay dos escenas filmadas en el agua que son maravillosas. La composición gráfica de las imágenes, los ángulos usados y los planos de cámara son transversales en todo el metraje. La textura de la cinta es delicadísima, y el color logrado es gracias al aporte de un gran trabajo de iluminación.

La belleza de esta cinta es extraordinaria. “La forma del agua” es un encantador despliegue audiovisual basado en una íntima y tierna historia de amor. Una fantasía que deslumbra y que logra que atesoremos de manera profunda en nuestro corazón lo que sentimos al verla.

Ficha técnica

Título original: The Shape of Water
Año: 2017
Duración: 119 minutos
País: Estados Unidos
Productora: Bull Productions / Fox Searchlight
Género: Fantástico. Drama. Romance. Thriller | Años 60
Guión: Guillermo del Toro, Vanessa Taylor
Música: Alexandre Desplat
Fotografía: Dan Laustsen
Reparto: Sally Hawkins, Doug Jones, Michael Shannon, Octavia Spencer, Richard Jenkins, Michael Stuhlbarg, Lauren Lee Smith, David Hewlett, Nick Searcy, Morgan Kelly, Dru Viergever, Maxine Grossman, Amanda Smith, Cyndy Day, Dave Reachill
Dirección: Guillermo del Toro

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