martes, 7 de julio de 2020

Adú - Por Carlos Correa

Disponible en Netflix.

A orillas del Mar Mediterráneo está Melilla, una ciudad española que se encuentra en el norte de África. Allí, un grupo de inmigrantes intenta cruzar una alta valla que les separa de lo que ven como un mundo mejor. Es de noche, los alambres de púas los hieren, sin embargo la ilusión es mayor. La guardia civil protege el lugar pero son muy pocos oficiales. Es algo que se repite día a día y noche tras noche, sin embargo en esta ocasión, uno de los inmigrantes cae desde lo alto de la estructura divisoria y muere. 

En Camerún, un activista ambiental español intenta frenar la caza ilegal de elefantes. Los matan para obtener sus colmillos. En un gran Parque Nacional sus esfuerzos se desvanecen no solo por la poca colaboración de los guardias a cargo sino también por su mal carácter, algo que le juega siempre en contra. La visita de su hija para pasar el verano con él modifica su vida. Debe protegerla y tomar aun más conciencia de los peligros a los que está expuesto.

En medio de la selva, un niño pequeño y su hermana algunos años mayor son testigos de un brutal ataque del que logran escapar apenas. Comienza, desde ese momento, un viaje sin retorno en busca de un sueño, la ilusión de una mejor vida y sobre todo de una anhelada protección.

Estos son los tres frentes que presenta esta cinta del director Salvador Calvo. Con guion de Alejandro Hernández, la película va intercalando los tres escenarios y desde un comienzo hace explícitas sus conexiones.

Mateo -Álvaro Cervantes- es uno de los guardias que está en el lugar cuando muere el inmigrante. Obediente, respalda la versión de sus compañeros a pesar de saber que la verdad es otra. Es cierto, son siempre atacados y cada vez con más violencia, pero nada les da el derecho a terminar con una vida.

Gonzalo -Luis Tosar- es malas pulgas, cierto. Defiende con exceso de vehemencia sus ideales, protege a los elefantes y lucha contra la corrupción en una zona que parece fuera de control. Su hija Sandra -Anna Castillo-, heredera del carácter de su padre y a quien no ha visto en años, llega en un momento que los obliga a parar. Es el momento de una pausa, de reflexionar y reconectar.

Adú -Moustapha Oumarou- es pequeño y frágil. Su ternura se transmite de inmediato y la protección de su hermana resulta fundamental. Deben huir, su padre ha pagado para que les lleven a Marruecos, sin embargo los encargados no cumplen su palabra y los abandonan a su suerte. Al borde de una pista de aterrizaje, la única opción posible es colarse en las bodegas de un avión y emprender rumbo a lo desconocido.

La película nos va conduciendo al interior de las tres historias. Sabemos que están relacionadas y esperamos el momento del encuentro. Cada una tiene su relato particular y también su ritmo. La hermosa fotografía de Sergi Vilanova junto con una banda sonora muy adecuada compuesta por Roque Baños entregan luces de contextos muy distintos. Selva, extensos parajes, ciudad, pobreza, hacinamiento; subdesarrollo, barrios marginales, delincuencia, falta de oportunidades, inseguridad. Tras la cámara de Calvo vemos muchos matices de un claro-oscuro marcado por la discriminación y por la supervivencia del más fuerte.

“Adú” recorre un camino lento para mostrarnos realidades que hoy son cada vez más urgentes. Si bien no está basada en hechos reales, su inspiración se remite a miles de historias similares, historias que no llegan a concretarse y otras pocas que tal vez tienen un final feliz. Las vemos reflejadas en números, en esa creciente masa que se mueve hacia un desconocido futuro, hacia algo mejor. Pero no son números ni una masa, son personas. Cada una de ellas es una vida, un mundo, una ilusión. Cuando vemos a Adú nos conmovemos, queremos salir a rescatarlo y ayudarlo. Cuando vemos cifras, olvidamos la historia que hay detrás.

Salvador Calvo pone imagen a lo que ya conocemos desde lejos. Entrega perspectivas distintas y agrega dramatismo para su mejor comprensión. El reflejo de estas tres historias en suelo africano nos hacen pensar. Adú nos brinda los momentos más dramáticos, los más tristes y desoladores. Gonzalo y Sandra nos conectan con los lazos filiales, con la protección y contención necesaria. Mateo, con sus silencios íntimos, con la reflexión sobre lo que es correcto y lo que no lo es. Los relatos también nos interpelan hacia una toma de conciencia necesaria. Las historias deben tener nombre, deben ser personales, porque cuando solo vemos cifras, las observamos como un dato más. El mayor valor de esta cinta es precisamente mostrar esta odisea de “Adú” para alertar que como él, cientos, tal vez miles, día a día viven esta realidad. Algo que no debiera suceder pero sucede. Algo que debiera ser resuelto porque lo que está en juego es el derecho más fundamental del ser humano, la vida. 

Ficha técnica

Título original: Adú
Año: 2020
Duración: 119 minutos
País: España
Productora: Ikiru Films, La Terraza Films, Telecinco Cinema, ICAA, Mediaset España, Mogambo, Netflix
Género: Drama | Inmigración. África. Historias cruzadas
Guion: Alejandro Hernández
Música: Roque Baños
Fotografía: Sergi Vilanova
Reparto: Luis Tosar, Anna Castillo, Moustapha Oumarou, Álvaro Cervantes, Miquel Fernández, Zayiddiya Dissou, Jesús Carroza, Ana Wagener, Nora Navas, Marta Calvó, Josean Bengoetxea, Jose María Chumo, Candela Cruz, Rubén Miralles, Emilio Buale
Dirección: Salvador Calvo

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