sábado, 19 de octubre de 2019

Amityville: El origen de la maldición - Por José Blanco Jiménez

La noche del 13 de noviembre de 1973 Ronald DeFeo Jr. mató con un fusil a su padre, su madre y sus cuatro hermanos mientras dormían. Trató de construir una coartada, pero al final admitió sus crímenes asegurando que había sido obligado por unas voces que procedían de la casa.

Los hechos ocurrieron en el número 112 de Ocean Avenue de Amityville, una localidad del Estado de Nueva York. La casa fue comprada muy barata en 1975 por el matrimonio formado por George y Kathy Lutz, junto a los tres hijos de esta última, más el perro Harry. De inmediato habrían comenzados hechos paranormales, que los obligaron a abandonarla. Ante el revuelo periodístico, Jay Anson escribió y publicó en 1977 el libro El horror de Amityville: Una historia verdadera, que dio origen a la película Aquí vive el horror (The Amityville Horror, de Stuart Rosenberg, 1979), cuyos protagonistas eran los Lutz.

Según sus testimonios, el sacerdote, que había ido a bendecir la casa, oyó una voz siniestra y sufrió extrañas enfermedades. Además, se escuchaban ruidos extraños y descubrieron una misteriosa habitación roja en el sótano. Salía barro negro del WC y ectoplasma (según los parapsicólogos) de color verde de las paredes. No duraron un mes en la casa y, en el libro, Anson relató que los indios shinnecock abandonaban en ese terreno a los moribundos (lo que fue desmentido por ellos) y que la mansión la habría construido un cierto John Catchum, fugitivo de la mismísima Salem por acusación de brujería. Él habría realizado rituales satánicos, siendo más tarde enterrado en el sótano.

A la novela siguieron 14 películas, entre las que se cuentan – además de la ya citada - Amityville II: The Possession (de Damiano Damiani, 1982), Amityville III: The Demon (de Richard Fleischer, 1983), The Amityville Horror (de Andrew Douglas, 2005) y Amityville: el despertar (Amitityville: The Awakening, de Franck Khalfoun, 2017). Incluso, los famosos expertos Ed y Lorraine Warren participaron en una sesión de espiritismo en 2012 y está descrita en El conjuro 2 (The Conjuring 2, de James Wan, 2016) con sus resultados desastrosos: allí aparece la monja Valak, que anuncia la muerte de Ed.

Daniel Farrands quiso dar un relato creíble, que mezcla hechos reales con presuntas manifestaciones paranormales: éstas se presentan como percepciones del atribulado protagonista. Hubo actividad mafiosa, un tema de dinero robado y, además, Ronald junto con su hermana Dawn ejecutaron ciertos actos de espiritismo, que fueron un peligroso aditivo para el consumo de drogas. De hecho, la joven, en la película, después de una conversación con su abuela, vuelve a la casa sabiendo que va a morir. Se cierra así un ciclo de abuso doméstico, con un padre violento y un claro desorden familiar.

Todo esto me parece más coherente que la utilización editorial y cinematográfica de los execrables asesinatos.

(The Amityville Murders. USA, 2019)

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