Steevens Benjamin vive junto a su familia y son migrante en Chile. Han sido acogidos y su vida es bastante estable. Steevens tiene trabajo y no pasa sobresaltos mayores, sin embargo la llegada de su hermano Junior provoca un cambio radical. Steevens lo lleva a trabajar con él a su trabajo, pero Junior comienza a ser objeto de las bromas y burlas de su jefe, caracterizado por Alfredo Castro. La defensa de Steevens es inmediata; una agresión que se viraliza rápidamente. El protagonista pierde el apoyo de la comunidad de haitianos residentes que repudian esa actitud violenta porque ven que les perjudica a todos. El joven se ve aún más marginado, la justicia está tras sus pasos, la expulsión del país se ve cerca y ni siquiera puede quedarse en una humilde pieza arrendada porque su nombre y rostro está en boca de todos.
La película funciona como denuncia y seguramente la realidad es aún más dura. Acá no solo esta la barrera del idioma sino que se agudiza la exclusión por el color de la piel. Steevens solo logra comprensión al acudir a una corporación de ayuda donde una mujer -Blanca Lewin- le anima y apoya para buscar una solución a sus problemas.
Las situaciones descritas son dramáticas. No solo hay discriminación sino que existe un abuso permanente que es claramente delictual. Pero, ¿a quién le pueden reclamar los migrantes? La mayoría indocumentados y desesperados, sólo aceptan lo que viene, sobreviven al día y sueñan con un futuro mejor que se ve cada vez más difuso.
La cámara de Cáceres es cercana. Por momentos incluso es documental y testimonial. La carencia de este rodaje está en el guion porque, si bien sitúa la realidad que quiere mostrar, entrega pocos elementos para permitir un desarrollo cinematográfico mayor. El argumento prácticamente no dota de mayor caracterización a sus personajes, solo se vale de planos y secuencias para enlazar la historia y algunos de sus protagonistas se presentan de manera superficial, pensando qué tal vez es suficiente mostrar gestos, actitudes, defensas, burlas o bromas de mal gusto.
El mérito que tiene “Perro bomba” es documentar el tema haitiano en Chile, las vivencias de estos migrantes y las reacciones que tienen los chilenos que interactúan con ellos. Pero mucho de aquello no avanza mucho más allá de crear otro estereotipo. Esta realidad afecta diferentes ámbitos de la sociedad chilena actual por el aumento exponencial del fenómeno migratorio en los últimos años. Así y todo, la cinta entrega claves importantes a tener en cuenta. Los precarios trabajos a los que acceden los indocumentados, el negociado del comercio ambulante y tantas otras situaciones que son abusivas y denigrantes hacia una persona humana desvalida y vulnerable. La cinta es un baño de realidad más que cine propiamente tal. Por supuesto sirve para avanzar en la dirección correcta, es decir, la toma de conciencia de situaciones que independientemente de dónde provengan y a quienes afecte, no podemos aceptar ni tolerar.
Ficha técnica
Título original: Perro bomba
Año: 2019
Duración: 80 minutos
País: Chile
Productora: Coproducción Chile-Francia; Infractor Films / Pejeperro Films / Promenade Films
Género: Drama
Guion: Juan Cáceres
Fotografía: Valeria Fuentes
Reparto: Daniel Antivilo, Junior Benjamin, Steevens Benjamin, Alfredo Castro, Blanca Lewin, Erto Pantoja, Gastón Salgado
Dirección: Juan Cáceres
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