miércoles, 2 de mayo de 2018

Inmersión - Por José Blanco Jiménez

Danielle, una biomatemática, se toma unos días de vacaciones antes de cumplir su sueño de sumergirse en las profundidades del océano para comprobar su hipótesis de que existe una forma de vida sin fotosíntesis, lo que daría una nueva esperanza a la Humanidad.

James, un ingeniero hidráulico, que trabaja como espía, se encuentra en el mismo hotel junto al mar antes de partir en una misión encubierta a Somalia. El espectador lo sabe desde el primer momento, porque lo ve recibir instrucciones en un museo y entrega detalles acerca de cómo desarrollará su actividad en busca de terroristas. Es así cómo se convierte en cómplice inerte.

Es en ese momento que Wim Wenders da una clave de lectura, que tal vez no todos captan de inmediato. En la pinacoteca hay un personaje de espaldas que está en la misma pose de El caminante sobre el mar de nubes (en alemán, Der Wanderer über dem Nebelmeer) del pintor romántico Caspar David Friedrich, que se conserva en el Kunsthalle de Hamburgo (Alemania) y que ha sido interpretado - entre otras maneras – como un símbolo de aislamiento, soledad y debilidad (lo que está representado por el bastón) ante la inmensidad de la vida eterna. Todo en el contexto histórico de los movimientos revolucionarios, afín al del mundo actual.

Es el destino de James, que también se encuentra solo por la vida doble que desarrolla y el encuentro con Danielle es gratificante. No sólo hacen el amor, sino que entre ambos hay química. Tienen que separarse, pero esperan volverse a encontrar. En un mundo interconectado por celulares debería ser fácil estar siempre en contacto.

Pero la situación es diversa: el joven es tomado prisionero por los jihadistas y – como ella desconoce su verdadera labor – empieza a pensar que la ha olvidado. Por su parte, James sufre las torturas y mucho más al no estar comunicado con ella.

El relato se desarrolla de manera límpida. Son dos historias paralelas y constantes flashbacks, pero con un montaje impecable en el que no se pierde el hilo y aumenta la angustia del espectador, que sabe lo que está pasando y quisiera decirlo a la protagonista.

En un momento, ella también da una clave cuando explica las capas que componen la hidrósfera y que, de algún modo, representan las capas de los sentimientos humanos. En esta adaptación de la novela de Jonathan M. Ledgard, la inmersión es total: hasta el fondo del amor, del océano y el mal donde todo se aglutina.

Excelentes actuaciones de Alicia Vikander (La chica danesa, Tomb Raider) y James McAvoy (el profesor Charles Xavier de X-Men, Fragmentado).

(Submergence. USA, 2017)

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