viernes, 19 de abril de 2013

La pasión de Michelangelo

Por  Juan  Pablo  Donoso

Luego de ver – y decantar -  esta nueva producción chilena, concluimos que la fuerza de la FE supera las mentiras, aberraciones y miserias de los seres humanos.

Con elementos reales de nuestra historia reciente, sus autores, por medio de una alegoría, reconstruyeron este relato fílmico.
El tema central fue Miguel Ángel Poblete, y sus visiones y diálogos con la Virgen María en la década de los 80.

Convocó el fervor de miles de creyentes que afluyeron en masa a Peñablanca, cerca de Villa Alemana, para ver y escuchar los mensajes de la madre de Dios.
Su protector y principal adepto fue, al principio, el cura párroco de la localidad.

Tal  fue la convocatoria, que el obispo de Valparaíso designó a un sacerdote para investigar el fenómeno y comprobar su autenticidad.
Poco a poco se fueron develando los entretelones y antecedentes, tanto del muchacho visionario como de los engranajes políticos y comerciales que respaldaban este movimiento.

El joven huérfano se crió en un convento de monjas y conocía de liturgia; pero sus hábitos de vagabundo y sus inclinaciones homosexuales hacían dudosa su devoción; la espectacularidad de sus alucinaciones, y sus mensajes en apoyo al gobierno militar, sirvieron de refuerzo político al régimen militar imperante; y la enorme afluencia de público hizo florecer el comercio del pueblito rural.

Cuando el adolescente, embriagado por su fama, comenzó a demostrar prepotencia errática, perdió el respaldo del cura párroco; de ahí en adelante sus eventos místicos cayeron en lo  grotesco y circense; las multitudes de devotos fueron menguando hasta quedar todo como una gran estafa.

Pocos años después Miguel Ángel – quien se autodenominó Michelangelo inspirado en Buonaroti – se hizo travesti, adoptó el nombre femenino de Karole Romanoff, y falleció en 2008 producto de su avanzado alcoholismo.

El discurso fílmico entreteje varias líneas dramáticas paralelas: a) la historia verdadera de Miguel Ángel, b) el proceso del sacerdote que investiga y testimonia hechos inexplicables en el muchacho, c) el aprovechamiento político de los agentes del gobierno, d) la fugaz prosperidad económica de la comarca, y, finalmente, e) cómo la FE de muchos creyentes obró auténticos milagros de sanación.

Los guionistas de la cinta, Esteban Larraín y José Román, lograron amalgamar estos afluentes de manera clara y sugestiva.
El director, tanto en la dirección de actores como en la manipulación de multitudes, nos interna en aquel universo y nos transporta a esa época de nuestro país.
Todos los intérpretes confieren honestidad a sus personajes, llegando a comprender sus motivaciones.

Sólo el personaje del sacerdote investigador – Patricio Contreras – nos resulta distante y monocorde en sus eventuales emociones.
Conociendo el talento y la experiencia actoral de Contreras, la causa estaría en que es el personaje más ficticio del filme; junto con ser nuestro guía en el proceso de esclarecimiento, los dilemas de su conciencia sólo se esbozan al final, cuando nos enteramos que su vocación sacerdotal tambaleaba, al extremo de abandonar el ministerio sagrado y volver a la vida laical.

Es decir, durante la investigación desconocemos sus conflictos interiores – salvo la sospecha de que el vidente está siendo manipulado por el gobierno. Entonces, resulta demasiado abrupto – y verbal – el giro en su vocación.

El final resulta abiertamente alegórico cuando el ex sacerdote presencia – o alucina – viendo la sanación de un paralítico de manos de un Miguel Ángel desfigurado y fantasmagórico.

Un remache claramente poético sólo para demostrar el poder de la FE incluso hacia personas tan espurias como el vidente de Peñablanca. 

UNA SUPERPRODUCCIÓN CHILENA, DE ALTO NIVEL PROFESIONAL, QUE ENTRELAZA FACTORES RELIGIOSOS, POLITICOS Y SOCIOLÓGICOS.

Ficha técnica


Título original: La Pasión de Michelangelo 
Distribuidor: BFD
Calificación: TE
Duración: 98 Minutos
Género: Thriller/ Religioso
Año: 2012
País: Chile
Elenco: Patricio Contreras, Sebastian Ayala, Roberto Farias, Aníbal Reyna, Catalina Saavedra
Director: Esteban Larraín

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