lunes, 29 de julio de 2019

El bosque maldito - Por José Blanco Jiménez

La publicidad me hizo pensar que esta película era la ya repetida temática del niño poseído por fuerzas demoníacas y que habría tenido que repetir lo que ya había escrito sobre Maligno (The Prodigy, de Nicholas McCarthy, 2018) y las relativas filmografías. En cambio, resultó una sorpresa, puesto que se trata de un relato que combina el drama psicológico con las antiguas tradiciones de Irlanda, como explicaré enseguida.

Sarah O’Neill (Seána Kerslake) es una joven madre que está pasando por un mal momento. Al menos, así parece porque ha decidido irse a vivir con su pequeño hijo Christopher (James Quinn Markey) a un pueblo lejos de las grandes ciudades. Poco a poco, el espectador tendrá algunas informaciones: tiene una sospechosa cicatriz en su frente, no quiere hablar del ausente padre del niño y empieza a desconfiar de éste último, después del encuentro con una extraña anciana, que le grita que no es su hijo.

En el bosque vecino, hay un extraño cráter (el verdadero título del filme es El hoyo en el terreno), del que parecen emanar malas influencias. Después que ambos se acercan a éste, Chris empieza a tener un comportamiento extraño y Sarah siente que está cayendo hacia un síndrome de Capgras. Esto es, empieza a creer que el niño ha sido reemplazado por un sustituto idéntico tanto en su físico como en su modo de actuar.

Termina en el médico, pero visita también a la anciana y la encuentra asesinada. El viudo evita hablar de la muerte del hijo de ambos, que habría pasado por una situación idéntica. Y nace una sospecha: ¿es todo su imaginación o se trata de una intervención maléfica? ¿O es un estado paranoico de evitar sufrir una violencia de la que huye? 

No voy a dar una larga explicación, como ya lo hice con Pesadilla en el infierno (Incident in the Ghostland, de Pascal Laugier, 2018), pero sí quiero recordar que estamos en Irlanda, tierra de hadas y elfos. Un niño puede ser raptado por una criatura mitológica en ese mundo fantástico y cambiante. Sólo fotos y espejos pueden reproducir imágenes reales. Algo de ello recordarán los que vieron Los hijos del diablo (The Hallow, de Corin Hardy, 2014) o Los inquilinos (The Lodgers, de Brian O’Malley, 2017). Y el cine irlandés suele ser inquietante. Recuerden La habitación(Room, de Lemmy Abrahamson, 2015) o El sacrificio del ciervo sagrado (The Killing of a Sacre Deer, de Yorgos Lanthimos, 2017).

(The Hole in the Ground. Irlanda/Gran Bretaña/Bélgica/Finlandia, 2019)

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