jueves, 10 de noviembre de 2016

Nunca vas a estar Solo -Por Juan Pablo Donoso

Más que un relato argumental, esta película – inspirada en el asesinato del joven gay Daniel Zamudio – es una denuncia en base a estampas crudas y  dolorosas.
   
Sus personajes principales, el joven bailarín Pablo (Andrew Bargsted)  y su padre Juan (Sergio Hernández), son víctimas de una sociedad hipócrita que, refugiándose en resquicios legales, económicos y burocráticos ataca a los homosexuales desvalidos, los masacra brutalmente para luego dejarlos abandonados. 
   
Nos instalamos en la perspectiva del padre quien, impotente ante el destino sexual de su hijo, debe verlo agonizar, en estado de coma, en un hospital público. El tratamiento cuesta millones de pesos, de los que él carece.  
  
Para peor, la fábrica de maniquíes de la cual es socio minoritario ha sido traspasada a empresarios más pudientes quedando aún más disminuido en lo económico, y humillado como profesional.
   
El filme se ambienta en una ciudad crepuscular  (Santiago de Chile) enorme, gris, y en cuyos sórdidos rincones esconde amores prohibidos por una sociedad hipócrita. 
   
Se rehuye de la psicología motivacional de sus personajes. Se limita a reproducir diálogos que realzan la soledad e impotencia de Juan. Los demás son vecinas, jóvenes amigas, amantes homosexuales transitorios, clases de ballet, funcionarios públicos indolentes y empresarios codiciosos. 
   
El que realmente queda SOLO es ese padre. (Nunca Vas a Estar Solo, dice irónicamente el título).
   
Los diálogos – a veces largos y sordos - sólo cumplen la función de ahondar la indefensión de ese hombre desolado.
   
Hay varias escenas de homosexualidad  explícitas – ¡sin eufemismos! - para que el espectador tenga la certeza de quiénes  son  esos  jóvenes y cómo  viven  su  erotismo.
   
En lo cromático es casi siempre anochecido, claroscuros en interiores, y exteriores nublados cuando es de día. Se insiste en mostrar la ciudad de Santiago como un gigante que parece dormido, y autos que desde lo alto semejan luciérnagas mecánicas que se desplazan por avenidas interminables.
   
La música incidental electrónica de Andwanter, tal vez demasiado insistente y monótona en algunos momentos, se alterna con boleros y conjuntos populares de la década del 60.   Sólo en esas canciones habría algún amago de alegría externa y mediática. Se habrían agradecido más instantes de silencio, de sonido sólo ambiental, y de la directa respiración de sus personajes. 
   
La banda sonora, en su totalidad, merecería ser analizada para constatar cómo expresa – en forma burlescamente farandulera – el drama del personaje central, trabajado con tan honesta profundidad interior por Sergio Hernández. 
   
Tragedia poco grata, con estética visual y sonora definidas y coherentes.
   
La escena final, con un largo primer plano del padre que nos mira angustiado mientras viaja en un bus, parece pedirnos que le extendamos una mano, o un gesto de misericordia, en su impenetrable soledad.

DOLOROSA  DENUNCIA  CONTRA  LA  HIPOCRESÍA, LA HOMOFOBIA  Y  LA  INDIFERENCIA.

Ficha técnica

Chile
2016
81 minutos
Drama familiar, Homosexualidad
Fotografía: Matías Illanes
Edición: Felipe Gálvez Haberle
Actores: Sergio Hernández, Andrew Bargsted, Jaime Leiva, Antonia Zegers, Gabriela Hernández, Edgardo Bruna
Director, Guionista y Músico: Alex Andwanter

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