Pero hay un detalle. En la familia de Kumail hay una fuerte tradición. Los matrimonios son acordados y quien se rehúsa, no puede seguir siendo parte de la familia. El desfile de pretendientes que la madre del joven incorpora a la lista es una verdadera odisea. Ni el hermano de Kumail escapa a algo que se observa rígido, complicado y diríamos casi fuera de época. Sin embargo, esa es la realidad y Kumail no quiere enfrentarse con su familia ni tampoco con Emily, lo que naturalmente en un momento ya no puede sostenerse más y detona una anunciada ruptura. Emily se siente traicionada y sin importar razones desestima seguir adelante con la relación. Sin embargo, el destino quiere otro rumbo. Ella es internada por una rarísima enfermedad que obliga a los médicos tratantes a inducirle un coma profundo mientras es diagnosticada y tratada con diversos medicamentos sin encontrar la razón que provoca una infección mayor que no cede a nada. En esta parte de la película se incorporan al cuadro los padres de Emily, una pareja bastante especial y que reacciona muy distinto frente al entonces ex novio de su hija, quien se resiste a dejarla e insiste en acompañarla en esta grave situación.
La mano del director Michael Showalter -Mi nombre es Doris- se encarga de conducir un guión muy bien escrito por los reales protagonistas de la historia, Emily V. Gordon y el mismo Kumail Nanjiani. Las barreras culturales y lo difícil de la situación va definiendo en gran parte el relato, que si bien se predice, se sostiene en la cadencia de sus protagonistas y en las relaciones que van estableciendo con el correr del metraje. La distancia inicial de Kumail con los padres de Emily, difiere sustancialmente del progresivo acercamiento que va entregando la secuencia de hechos que comparten y que viven juntos esperando paciente e impacientes, un milagro que la logre recuperar.
“Por eso lo llaman amor”, el pésimo nombre en español que nace de una frase de la película, no dice relación con su título original, ya que es justamente la centralidad de esta “gran enferma” (o estos grandes enfermos) lo que realmente importa. ¿Enfermedad física, enfermedad de amor o ambas? Esta es la clave para entender el mensaje que es transversal a cualquier cultura, forma o tradición. Es la ausencia la que marca profundamente. Cuando perdemos algo realmente nos damos cuenta de lo que teníamos y ciertamente no antes, cuando nada pasa o creemos tenerlo todo a nuestro favor. En ese sentido, la cinta es sencilla y la historia también lo es, salvo que hay que vivirla para poder comprenderla a cabalidad. Y esa es una cualidad de esta película. Es cercana y amable, permite empalizar con la angustia, con la debilidad y con lo imprevisto. Llena los posibles vacíos con astucia, con actuaciones convincentes, haciendo de esta comedia romántica un buen estreno que renueva el género.
Ficha técnica
Título original: The Big Sick
Año: 2017
Duración: 119 minutos
País: Estados Unidos
Guión: Emily V. Gordon, Kumail Nanjiani
Género: Romance. Comedia | Comedia romántica. Cine independiente USA. Basado en hechos reales
Productora: FilmNation Entertainment / Story Ink
Música: Michael Andrews
Fotografía: Brian Burgoyne
Reparto: Holly Hunter, Zoe Kazan, Ray Romano, Kumail Nanjiani, Linda Emond, Vella Lovell, Bo Burnham, Aidy Bryant, Matty Cardarople, Adeel Akhtar, Anupam Kher, Shenaz Treasury, Kurt Braunohler, Rebecca Naomi Jones, Celeste Arias, Myra Turley
Director: Michael Showalter
Ficha técnica
Título original: The Big Sick
Año: 2017
Duración: 119 minutos
País: Estados Unidos
Guión: Emily V. Gordon, Kumail Nanjiani
Género: Romance. Comedia | Comedia romántica. Cine independiente USA. Basado en hechos reales
Productora: FilmNation Entertainment / Story Ink
Música: Michael Andrews
Fotografía: Brian Burgoyne
Reparto: Holly Hunter, Zoe Kazan, Ray Romano, Kumail Nanjiani, Linda Emond, Vella Lovell, Bo Burnham, Aidy Bryant, Matty Cardarople, Adeel Akhtar, Anupam Kher, Shenaz Treasury, Kurt Braunohler, Rebecca Naomi Jones, Celeste Arias, Myra Turley
Director: Michael Showalter
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