Herbert George Wells publicó El hombre invisible en 1897 y – al igual que La guerra de los mundos – fue llevado al cine. Era una película de terror, protagonizada por Claude Rains y dirigida por James Whale en 1933. Se concentraba sobre todo en las consecuencias de la invisibilidad, que arruinaba la psiquis y transformaba al individuo en un ser peligroso.
En este caso, hay un prólogo que presenta a una joven mujer (Elizabeth Moss, una de Las reinas del crimen / The Kitchen, de Andrea Berloff, 2019) huyendo de su casa lujosa e “inteligente”. Es de noche y su marido, un científico rico violento y manipulador (según lo pintan), duerme apaciblemente.
A pesar de lo discutible de las motivaciones y precedentes, la huida ha sido posible gracias a su hermana y a un policía afro amigo de infancia, que vive con su hija adolescente. Más tarde, recibe la noticia de que el esposo se ha suicidado dejándole una fortuna con la condición de que demuestre estabilidad mental y no cometa delito alguno. El ejecutor del fideicomiso es el hermano del difunto y se ocupará sobre todo de esa cláusula.
Me detengo aquí para evitar el spoiler. Sólo digo que se comienza a crear un clima de suspenso que me recordó Las diabólicas (Le diaboliques, de Henri-Georges Clouzot, 1955) y la clásica situación de una protagonista que termina sola acusada de demencia progresiva (La luz que agoniza / Gaslight, de George Cukor, 1944). Pero, como siempre, al espectador no le cabe duda que es posible que las cosas no sean lo que parecen y que la mujer tenga razón: su esposo no está muerto; sólo ha logrado hacerse invisible.
Contrariamente a otras versiones (John Carpenter, Paul Verhoeven), que apuntan al aspecto fantástico, esta versión se mueve en el ámbito del suspenso policial y utiliza también el expediente de la caja de sorpresas.
El director es Leigh Whannell (guionista de Saw/El juego del miedo, 2004 y de Insidious/Demonio, 2010) y sabe hacer su trabajo, utilizando una escenografía alucinante.
(The Invisible Man. USA, 2020)
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sábado, 29 de febrero de 2020
El hombre invisible - Por José Blanco Jiménez
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