Antes de cumplir 30 años, ya era multimillonaria rigiendo una empresa clandestina de póker.
El padre, exigente y competitivo (Kevin Costner), quiso que sus hijos fueran triunfadores. Uno fue campeón mundial de esquí, el otro un brillante cirujano cardiovascular y su hija Molly – de alto CI – por un desafortunado accidente casi fue también campeona olímpica.
En vez de estudiar Derecho se puso al servicio de apostadores profesionales y aprendió rápidamente los trucos del oficio.
Al poco tiempo su empresa secreta alcanzó notoriedad. Los clientes eran millonarios famosos del cine, la política y la industria. Su anzuelo radicaba en los créditos que les otorgaba a los perdedores. Así podían volver y seguir jugando. Por esta franquicia que Molly les otorgaba – y que ningún Banco haría – ellos la premiaban con generosas propinas.
La mina de oro que empezó en Los Ángeles se extendió hasta Nueva York donde los acaudalados clientes se multiplicaron. Pero la desventura llegó cuando integrantes de la mafia rusa se sumaron a los apostadores. Y por medio de bestial violencia intentaron integrarse al negocio.
La publicación de su autobiografía – falseando los nombres de los involucrados – la puso ante la opinión pública. Molly Bloom, después de varios rechazos, logró que un abogado negro defendiera tímidamente su causa. Y luego de un tormentoso juicio en el cual ella prefirió declararse culpable antes que perjudicar prestigios, carreras, y familias de los apostadores, logró una insólita salida judicial.
Es el argumento a muy grandes rasgos. El caso es real y su protagonista ni siquiera tiene hoy 40 años.
El guionista Aaron Sorkin (El Ala Izquierda, Red Social), esta vez además dirigió. Se sigue luciendo en los diálogos, pero filmar la adaptación del libro y sus consecuencias requerían de mayor oficio selectivo. Si nos mantiene atentos por 140 minutos, se debe más al talento de Jessica Chastain, de Idris Elba como el abogado negro, y a la pericia de los tres connotados editores. Quedó densa y abigarrada.
El relato tiene 3 niveles temáticos: a) la relación de Molly, desde chica, con su padre, b) la espectacular escalada de su multimillonario negocio de apuestas, y c) la defensa judicial ante la acusación del FBI.
El ritmo general es muy rápido. Pero es tal la abundancia de detalles en las secuencias de póker que para muchos espectadores resultará difícil de seguir. Aunque lo vaya narrando ella misma. Las escenas judiciales, un poco más reposadas, también requieren de mayores conocimientos legales. Y en la dimensión familiar – algo “mensajosa” al final de la película – podría estar la clave psicológica que motivó tan colosal odisea en una muchacha aún veinteañera: “Quiero ser más poderosa que los más poderosos”. “Siempre preferiste a mis hermanos”.
EXCELENTES ACTUACIONES PROTAGÓNICAS PARA UN CASO COMPLEJO DE AMBICIÓN Y TALENTO ENAJENADOS.
Ficha técnica
Título Original: Molly´s Game
Diamond Films
Biografía, drama China, EE.UU. – 2,20 hrs.
Fotografía: Charlotte Bruus Christensen
Edición: Alan Baumgarten, Elliot Graham, Josh Schaeffer
Música: Daniel Pemberton
Diseño de Vestuario: Susan Lyall
Actores: Jessica Chastain, Idris Elba, Kevin Costner
Director y Guionista: Aaron Sorkin (basado en el libro de Molly Bloom)
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