Un hecho real sirve de base para esta película dirigida por Ole Bornedal. Se trata de un bombardeo ejecutado el 21 de marzo de 1945 por parte de la Fuerza Aérea Real para aniquilar la sede de la Gestapo en Copenhague. Un accidente, un error, y malas decisiones, permitieron que este ataque terminara en una tragedia de proporciones, destruyendo una escuela y provocando la muerte de más de 120 personas, 86 niños entre ellas.
La película es previsible -conocemos la historia y su desenlace-, sin embargo está bien hecha. Al comenzar, el guion presenta varios escenarios, varias partes que se encuentran distantes y constituyen una suerte de puzzle. ¿Cómo podrán ser unidas? El relato lo consigue pausadamente, a través de un delgado hilo conductor que provoca lentamente que cada uno de sus componentes se vayan enlazando.
El horror, el miedo, la desolación y la destrucción que expone la cinta dan cuenta, una vez más, de lo absurda que es la guerra. Las imágenes crudas que presenciamos no dejan dudas. Sufren las víctimas inocentes pues esta clase de errores cuestan vidas, algo que marca el alma de muchas personas dejando heridas indelebles.
La historia está visada desde cuatro perspectivas diferentes. Primero, desde los niños, mostrando su inocencia, su fragilidad, la incomprensión sobre lo que sucede, provocando, en algunos, un estado de shock que inmoviliza. Vemos también una mirada desde la familia, desde la natural preocupación de los padres y las prioridades que deben escoger cuando la supervivencia se transforma en lo más crucial e importante.
Otra perspectiva es la que se entrega desde el mundo de la Fe. Los cuestionamientos que tiene esta joven monja dan cuenta de una prueba, de un trance que no tiene explicación, sobre todo si tomamos en cuenta lo que está sucediendo. Esta crisis de fe refleja la tensión entre racionalidad y espiritualidad, algo que desafía la lógica aunque finalmente sobresalga una maravillosa vocación de servicio.
La mirada desde los aviadores que llevan a cabo los ataques es tal vez la menos desarrollada. Se ve más lejana, incierta. Allí pareciera que el cometer un error no tiene consecuencias, visión que solo en una escena presenta algo diferente, un posible remordimiento, tal vez una pequeña toma de conciencia sobre una misión específica en la que han quedado completamente a la deriva y a ciegas.
Ante el vacío del alma en el que se sumerge este relato, surge como consuelo el amor. Cuando se cae en la desesperanza, aparece una luz de redención, de sacrificio, de trascendencia. Al mismo tiempo, se abre paso un enorme sentido de protección, lo que inclina la balanza hacia el lado más humano de un conflicto bélico que resulta tan cruento como incomprensible. Por si fuera poco, la actualidad de la cinta es inquietante. Lo que vemos en Ucrania, hoy día, en vivo y en directo, es muy similar, y es imposible no conmoverse y no sentir que se repite la historia, una y otra vez.
“Skyggen i mit øje” rescata un hecho doloroso, triste, absurdo, imperdonable. Es necesario contar esta historia, relevarla y difundirla para entender mejor los hechos originales y sus trágicas consecuencias. De esta forma, este trabajo llega a ser un honesto homenaje a las víctimas de aquella fatal operación de marzo de 1945 elevándose a través de su memoria.
Ficha
Título original: Skyggen i mit øje
Año: 2021
Duración: 107 minutos
País: Dinamarca
Productora: Miso Film
Género: Bélico. Drama | II Guerra Mundial
Guion: Ole Bornedal
Música: Marco Beltrami, Buck Sanders, Ceiri Torjussen
Fotografía: Lasse Frank Johannessen
Reparto: Danica Curcic, Alex Høgh Andersen, Susse Wold, Fanny Bornedal, Caspar Phillipson, Morten Suurballe, Maria Rossing, Patricia Schumann, Rikke Louise Andersson, Kristian Ibler, James Tarpey, Jens Sætter-Lassen, Mads Hjulmand
Dirección: Ole Bornedal
La película es previsible -conocemos la historia y su desenlace-, sin embargo está bien hecha. Al comenzar, el guion presenta varios escenarios, varias partes que se encuentran distantes y constituyen una suerte de puzzle. ¿Cómo podrán ser unidas? El relato lo consigue pausadamente, a través de un delgado hilo conductor que provoca lentamente que cada uno de sus componentes se vayan enlazando.
El horror, el miedo, la desolación y la destrucción que expone la cinta dan cuenta, una vez más, de lo absurda que es la guerra. Las imágenes crudas que presenciamos no dejan dudas. Sufren las víctimas inocentes pues esta clase de errores cuestan vidas, algo que marca el alma de muchas personas dejando heridas indelebles.
La historia está visada desde cuatro perspectivas diferentes. Primero, desde los niños, mostrando su inocencia, su fragilidad, la incomprensión sobre lo que sucede, provocando, en algunos, un estado de shock que inmoviliza. Vemos también una mirada desde la familia, desde la natural preocupación de los padres y las prioridades que deben escoger cuando la supervivencia se transforma en lo más crucial e importante.
Otra perspectiva es la que se entrega desde el mundo de la Fe. Los cuestionamientos que tiene esta joven monja dan cuenta de una prueba, de un trance que no tiene explicación, sobre todo si tomamos en cuenta lo que está sucediendo. Esta crisis de fe refleja la tensión entre racionalidad y espiritualidad, algo que desafía la lógica aunque finalmente sobresalga una maravillosa vocación de servicio.
La mirada desde los aviadores que llevan a cabo los ataques es tal vez la menos desarrollada. Se ve más lejana, incierta. Allí pareciera que el cometer un error no tiene consecuencias, visión que solo en una escena presenta algo diferente, un posible remordimiento, tal vez una pequeña toma de conciencia sobre una misión específica en la que han quedado completamente a la deriva y a ciegas.
Ante el vacío del alma en el que se sumerge este relato, surge como consuelo el amor. Cuando se cae en la desesperanza, aparece una luz de redención, de sacrificio, de trascendencia. Al mismo tiempo, se abre paso un enorme sentido de protección, lo que inclina la balanza hacia el lado más humano de un conflicto bélico que resulta tan cruento como incomprensible. Por si fuera poco, la actualidad de la cinta es inquietante. Lo que vemos en Ucrania, hoy día, en vivo y en directo, es muy similar, y es imposible no conmoverse y no sentir que se repite la historia, una y otra vez.
“Skyggen i mit øje” rescata un hecho doloroso, triste, absurdo, imperdonable. Es necesario contar esta historia, relevarla y difundirla para entender mejor los hechos originales y sus trágicas consecuencias. De esta forma, este trabajo llega a ser un honesto homenaje a las víctimas de aquella fatal operación de marzo de 1945 elevándose a través de su memoria.
Ficha
Título original: Skyggen i mit øje
Año: 2021
Duración: 107 minutos
País: Dinamarca
Productora: Miso Film
Género: Bélico. Drama | II Guerra Mundial
Guion: Ole Bornedal
Música: Marco Beltrami, Buck Sanders, Ceiri Torjussen
Fotografía: Lasse Frank Johannessen
Reparto: Danica Curcic, Alex Høgh Andersen, Susse Wold, Fanny Bornedal, Caspar Phillipson, Morten Suurballe, Maria Rossing, Patricia Schumann, Rikke Louise Andersson, Kristian Ibler, James Tarpey, Jens Sætter-Lassen, Mads Hjulmand
Dirección: Ole Bornedal
No hay comentarios.:
Publicar un comentario