Esta película japonesa de animación viene a ser un refresco para la actual cartelera de nuestro cine local. Premiada por la Academia Japonesa como la Mejor Película de Animación del año 2015, el guionista y director Mamoru Hosoda narra la historia de Ren, un niño solitario que acaba de perder a su madre y que deambula en Shibuya, un barrio del oeste de Tokio, y Kumatetsu, una bestia que habita un mundo fantástico. La cinta, si bien puede ser predecible, posee todos los elementos descriptivos del cine animado, está elaborada con muchísimo cuidado y los detalles marcan diferencia respecto a lo que acostumbramos observar en otras cintas del género.
Hosoda no solo crea un mundo especial y fantástico, aquel habitado por las bestias donde podemos encontrar fácilmente bondad, cordura, respeto y atención, sino que lo sitúa en paralelo al mundo real de Tokio, una ciudad enorme, cosmopolita, saturada de personas, donde la individualidad se oculta en la masa y donde, a pesar de la convivencia entre miles, la soledad es un elemento central.
Luego viene la convivencia de ambos mundos. Se traspasan los límites, acaso inviolables. Kumatetsu libra una disputa con Lôzen para ser el próximo Venerable. Dos personalidades totalmente opuestas; dos polos que se enfrentan desde lo íntimo del ser. Lôzen es admirado por la mayoría, tiene cientos de discípulos y reúne todas las condiciones para ser el nuevo líder. Kumatetsu es fuerte pero tiene mal carácter y no consigue tener discípulos por lo que debe encontrar pronto al menos uno. Esto le lleva a traspasar los umbrales de su mundo y así encontrar a Ren, a quien invita a ser su aprendiz. Ren por supuesto se niega, sin embargo su curiosidad -y más que nada su forzada y especial soledad- lo lleva a traspasar el límite para entrar en el Reino de las Bestias. La relación entre ambos es como el agua y el aceite. Ya no se llama Ren sino Kyûta debido a su edad -9 años-, que es el nombre que le entrega este improvisado “maestro kendo”.
Pasan los años en la síntesis de una evolución natural. Kyûta logra volver al mundo humano, busca a su padre y conoce a Kaede, una joven estudiante que le ayuda a entender el mundo. Su vacío interior se agiganta y en esta elaboración psicológica y emocional, debe tomar decisiones sobre su futuro, que parten por el autoconocimiento y control de sus actos.
La historia esencial es simple, sin embargo la pluma del guión relata una historia que no deja de ser maravillosa y compleja. Vemos las relaciones maestro-aprendiz, los múltiples temas familiares, los roles padre-hijo, la hermandad, la lealtad, el amor y una clara humanidad representada por extremos, donde la miseria y la bondad combaten permanentemente, tanto interna como externamente.
El niño y la bestia es una ventana de reposo y de reflexión. Aunque es algo extensa, funciona bien gracias a la dinámica de su composición y ritmo. Es una fábula visual que atrae por sus aventuras, por un relato fluido, por la magia de sus colores, por la energía que imprime a los dibujos, por una banda sonora sencilla y precisa y por una moraleja, que aunque bien sabemos repetida, es excelente que tome nuevas formas y nuevos bríos gracias a historias tan bien narradas y tan bien desarrolladas como la que disfrutamos en esta cinta.
Ficha técnica
Título original: Bakemono no Ko (The Boy and the Beast)
Año: 2015
Duración: 119 minutos
País: Japón
Guión: Mamoru Hosoda
Música: Masakatsu Takagi
Género: Animación. Fantástico | Amistad. Monstruos. Familia
Director: Mamoru Hosoda
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