Por Juan Pablo Donoso
Director: Joe Carnahan
Director: Joe Carnahan
Actores : Liam Neeson, Frank Grillo, Dermot Mulroney
EE.UU. – 2011 – 117 minutos
La producción y realización son loables, ya que se filmó casi enteramente en las montañas nevadas de Alaska, en medio de una naturaleza agreste, virgen y salvaje.
Sin embargo, es un relato cruel y cansador de seguir.
Un grupo de trabajadores de una planta petrolífera en Alaska toma un avión para ir de vacaciones a la ciudad. La nave es abatida por una feroz tormenta y se estrella en la nieve. Sólo sobreviven siete pasajeros, todos hombres. Perdidos en la inmensidad de esa región buscan la forma de salir de ahí por sus propios medios. Pero en la primera noche ya son atacados por jaurías de inmensos lobos hambrientos. Iniciarán la marcha hacia un bosque, pero los lobos seguirán depredándolos uno por uno.
La cinta se hace lenta, pesada. El motivo principal es que los personajes presentan poca diferencia entre sí, y por lo tanto, poco contraste dramático.
El actor principal, Liam Neeson, un cazador de lobos de la planta industrial, con instintos autodestructivos, es el líder del grupo que busca refugio y sobrevivencia sin hallarla. En él se vislumbra un pasado triste y nihilista.
El filme resultará cansador para muchos espectadores ya que los lobos, obviamente, son irracionales, golosos y tienen poca imaginación .
Por más que insertan ciertas reflexiones seudo-filosóficas, ello tampoco genera empatía con los personajes.
Ni siquiera el final nos consuela.
¿Qué pretendieron decirnos los realizadores con esta película?
¡Que, al igual que a Caperucita Roja, de todas maneras se los comerán los lobos!
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