Esta primera ficción de la premiada documentalista chilena Maite Alberdi logra sortear un camino complejo. Basado en hechos reales, descritos en el libro “Las Homicidas”, de Alia Trabucco Zerán, el guion, escrito por Inés Bortagaray, Paloma Salas, y la misma directora, se propone abordar como drama íntimo un caso criminal que conmocionó a la sociedad chilena el año 1955. Se trata de un asesinato a quemarropa ocurrido en el emblemático Hotel Crillón, en pleno centro de Santiago. En ese lugar, a vista y paciencia de todos los comensales, la escritora María Carolina Geel -Francisca Lewin-, disparó cinco veces contra su amante, y lo liquidó al instante. La noticia corrió rápido, por supuesto, y demandó la inmediata presencia del Juez a cargo -Marcial Tagle-, quien concurrió al sitio del suceso con su fiel actuaria Mercedes -Elisa Zulueta-, para encontrar un escenario realmente dantesco. Mientras la víctima aún yacía en el suelo, la escritora, todavía con restos de sangre en su cara y en sus ropas, era detenida por Carabineros y escoltada al exterior del hotel, en medio de un enjambre de periodistas y reporteros gráficos.
Pero esta historia no comienza con el crimen. Lo que primero observamos es la rutina familiar que Mercedes desarrolla en una pequeña casa que habita junto a sus dos hijos y su marido -Pablo Macaya-. Y no es cualquier rutina, porque en escasos minutos percibimos lo incómoda que es su vida debido a las postergaciones que enfrenta, y a las exigencias de un rol incuestionable: ser la encargada de todas las tareas domésticas del hogar, su eje central, independiente de su labor profesional que, además, es lo que provee el sustento al grupo familiar.
El asesinato despierta de inmediato la curiosidad de Mercedes. Mejor dicho, es la mujer asesina quien provoca inquietud en esta tímida mujer que aparentemente lleva años sin cuestionar ningún aspecto de su vida. Primero en forma leve, y después mucho más consciente, Mercedes comienza a ver a la victimaria mucho más como mujer que como criminal. Dicen que está loca, que nadie en su sano juicio podría cometer un acto así, pero Georgina Silva Jiménez, su verdadero nombre, parece estar más cuerda que cualquiera de nosotros. Esto llama la atención de Mercedes, hecho que ella misma corrobora cuando, por encargo del mismo tribunal, debe concurrir al luminoso departamento de la escritora, un espacio amplio en el que comienza a descubrir quién es, verdaderamente, esta mujer.
Maite Alberdi, con exquisita sensibilidad y gusto artístico, saca máximo partido a la hermosa fotografía de Sergio Armstrong, y a la excelente factura de la productora Fabula para recrear una época característicamente marcada por crecientes demandas femeninas. Los detalles son muchísimos, y la preocupación por ellos, minuciosa. Desde los ambientes, el vestuario, los cortes de pelo y los maquillajes, hasta la recreación en las calles, letreros, y automóviles, sumando una larga lista de aspectos únicos que jamás son dejados al azar. Incluso, un elemento que podría considerarse algo menor, un violoncelista que ameniza el almuerzo en el Crillón al momento del crimen, es un músico verdadero, no es un actor que hace mímica, un hecho que da cuenta que de verdad los detalles son importantes para el equipo y que nada se puede pasar por alto al momento de confeccionar una apropiada ficción de época.
Y acá el primer punto. Esta película tiene al menos dos o tres aspectos que debemos claramente separar. El primero, y más evidente, es todo lo descrito en el párrafo precedente, vale decir la excelencia de su puesta en escena pulcra y vital para sumergirnos 70 años en el pasado. El segundo tiene que ver con la profundidad de la historia y su tratamiento, sobre lo que podemos discutir y discrepar, tanto si consideramos que es un logro, o bien si estimamos que posee carencias desde la narrativa o desde el arco dramático presentado. Una tercera consideración, más profunda sin duda, y tal vez por ello más sustantiva, es la que tiene que ver con las protagonistas, Mercedes y Carolina, y las transformaciones que este episodio provoca en sus vidas.
Detengámonos un poco en este último aspecto.
Elisa Zulueta logra configurar un personaje poco descifrable. Mercedes vive una vida monótona, aburrida. y sin mayores pretensiones, pero es su vida y sigue adelante con ella. El cambio se produce cuando descubre ese otro mundo, desconocido y muy atractivo por lo demás, al momento de visitar el departamento de María Carolina. Y ojo, no descubre solo las cosas materiales que allí se encuentran, sino que, en el fondo, va descubriendo quién vive allí, y a través de sus objetos y ropas comienza a vivir una nueva vida, no en su imaginación sino en la propia realidad. Al principio tímida, pero luego cada vez con mayor soltura, la transferencia se va consumando lentamente, al punto de confundir, muchas veces, realidades con sueños, y viceversa.
Francisca Lewin funciona totalmente como contraparte. Y hay dos. Su personaje luego del asesinato, y su personaje antes del crimen, dos mujeres que parecen muy diferentes pero que son, obviamente, la misma, algo así como un espejo del nombre real y del seudónimo. Si bien, su desarrollo es más limitado que el de Mercedes, aún así es suficiente para crear una figura destacada y representativa de una mujer independiente y profesional, libre de ataduras y de cualquier convención social. Así visto, el crimen se transforma en un grito de libertad, un corte profundo con lo establecido, un salto hacia adelante, sin importar ni medir consecuencias.
En la vereda de enfrente, las figuras masculinas no pasan de ser estereotipos y figuras que quedan muy mal paradas. Es cierto, responden a la época, pero su papel decorativo solo está en función de las mujeres protagonistas, otro eco de lo que la historia quiere destacar.
El análisis podría ser más profundo, pero no quiero abusar de la paciencia de ustedes, mis lectores. Hay que ver esta película para tener opinión. A mí en lo personal, “El lugar de la otra” me parece que es una película que va tornándose más sólida en la medida que miramos aquellos aspectos menos evidentes. Si nos quedamos en la piel externa, es posible que solo sea una película más, pero si nos abrimos a ser sensibilizados por el relato, especialmente por aquello que resulta menos visible, las sensaciones que tendremos posteriormente serán profundas y evocadoras. A fin de cuentas, esta película es una ventana al pasado pero también al futuro, porque perfectamente podemos preguntarnos con genuino interés, cuánto ha cambiado nuestra sociedad durante todos estos años.
Ficha técnica
Título original: El lugar de la otra
Año: 2024
Duración: 95 minutos
País: Chile
Compañías: Fabula. Distribuidora: Netflix
Género: Drama | Años 50. Crimen. Basado en hechos reales
Guion: Inés Bortagaray, Paloma Salas, Maite Alberdi. Libro: Alia Trabucco Zerán
Música: José Miguel Miranda
Fotografía: Sergio Armstrong
Reparto: Francisca Lewin, Elisa Zulueta, Marcial Tagle, Carlos Donoso, Pablo Macaya, Gabriel Urzúa, Gabriel Cañas, Cristián Carvajal, Nicolás Saavedra, Roberto Pumarino, Natalia Valdebenito
Dirección: Maite Alberdi
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lunes, 21 de octubre de 2024
El Lugar de la Otra - Por Carlos Correa Acuña
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