Disponible en Netflix.
Hasta un lejano poblado del País Vasco llega la fuerza de la inquisición. El Rey quiere purificar toda la región por lo que envía al juez Rostegui -Àlex Brendemühl- a acometer dicha misión. Ana -Amaia Aberasturi- y sus amigas son acusadas de participar en alabanzas a Lucifer por lo que son violentamente detenidas y encarceladas. La forma de juzgarlas se basa en que confiesen lo que hacen, que denuncien a sus amigas, que declaren que efectivamente participan en akelarres de iniciación; en síntesis, que realmente son brujas.
Corre el año 1609 y poco podemos hablar de derechos y deberes. Las jóvenes están indefensas. Los hombres del pueblo se han ido a la mar y faltan días aun para su retorno, que está previsto para poco después de luna llena. Por lo mismo, se configura el momento propicio para apersonarse en aldea y consumar el juicio con la complicidad, ademas, del inconsistente sacerdote del lugar.
Pero lo que este tribunal especial no considera es la fortaleza interior que poseen las mujeres, quienes no se amedrentan ni ante la fuerza física ni tampoco frente a las infundadas acusaciones. La luz de esperanza es tenue y escasa, no obstante, mientras exista, harán lo imposible para no ser declaradas culpables y ser quemadas vivas en la hoguera.
Lo que de inmediato llama la atención de esta cinta es la confección artística del relato. Colores vivos, iluminación sugerente y hermosos cuadros plásticos, dotan a la narración de características adecuadas para que la historia fluya y adquiera esas tonalidades lúgubres y oscuras de una persecución inquisitiva y brutal.
El hilo argumental es sencillo y profundo. La estrategia de ganar tiempo recuerda muchas otras tramas, sin embargo, en esta ocasión, no es solo una distracción sino que tal vez constituye la única vía posible para rodear un final que se presume inexorable.
La acusación es grave. Compromete la moral y buenas costumbres de la época. Se refiere a un explícito desafío a Dios, a la corona, a la tradición. Pero, ¿hay pruebas? Ninguna concreta, solo habladurías, chismes y cuentos. Las jóvenes solo se divierten con sus danzas y juegos en el bosque, pero de ahí a realizar un rito satánico hay un océano de diferencia.
Las actuaciones son frescas y naturales. Nos hacen sentir rabia hacia los cancerberos y lástima por las jóvenes. No podemos entender cómo se puede llegar al punto que enfrentan, un punto sin salida, sin retorno, sin ninguna posibilidad de entendimiento.
El empoderamiento femenino emerge, entonces, como acto de defensa frente a una represión sin sentido. Un escape, una salida, una posible liberación aunque sea al menos mental. La acusación de brujería se trastoca; ahora son ellas quienes la utilizan para resistir, para encantar, para seducir, para transformar, para enloquecer.
La fotografía de Javier Agirre Erauso es preciosa en la amplitud del paisaje, y en extremo minuciosa en las escenas nocturnas. Con diseños interiores asfixiantes, los cuadros se superponen unos con otros y resultan desgarradores. Se puede palpar la opresión y la angustia en las jóvenes. Las imágenes son crudas, bárbaras, inhumanas.
Párrafo aparte para la banda sonora compuesta por Maite Arrotajauregi y Aránzazu Calleja. Desde sus primeros destellos destaca y nos pone en alerta. Cuerdas intrigantes, ritmos contagiosos y tensión permanente, son algunas de sus muchas características. Mientras transcurre el metraje la sonoridad y densidad aumenta, produce un efecto de inmersión total y no podemos escapar de su recuerdo altisonante, permanente, penetrante.
“Akelarre” no solo resulta interesante desde el punto de vista artístico sino que además conjuga tradición, oscurantismo, ignorancia y redención. Ante la adversidad surge la resiliencia. La fortaleza se obtiene del comportamiento, del espíritu interior, del resistir una injusticia e intentar torcer la mano de la historia. Cuando leemos el epílogo, la cinta adquiere más fuerza, fiel reflejo de una época a través de un relato que absorbe, cautiva y captura nuestra atención
Ficha técnica
Título original: Akelarre
Año: 2020
Duración: 90 minutos
País: España
Productora: Co-production España-Argentina-Francia; Sorgin Films, Tita Productions, Kowalski Films, Lamia Producciones, La Fidèle Production
Género: Drama | Siglo XVII. Brujería
Guion: Pablo Agüero, Katell Guillou
Música: Maite Arrotajauregi, Aránzazu Calleja
Fotografía: Javier Agirre Erauso
Reparto: Amaia Aberasturi, Àlex Brendemühl, Daniel Fanego, Jone Laspiur, Daniel Chamorro, Iñigo de la Iglesia, Yune Nogueiras, Elena Uriz, Asier Oruesagasti, Garazi Urkola, Irati Saez de Urabain, Lorea Ibarra Dirección: Pablo Agüero
La misión global de SIGNIS es colaborar con profesionales de los medios de comunicación y ayudar a transformar la cultura a través de valores artísticos, promoviendo la dignidad humana, la justicia y la reconciliación. La directiva en Chile está formada por Juan Pablo Donoso, Presidente, Elizabeth Salazar T., Vicepresidenta, y Jackie P. Olivo, Secretaria. Son miembros, Bernardita Santander Navarro, Pablo Crocquevielle, José Luis Nicolás, Alejandro Caro Contreras y Carlos Correa Acuña.
viernes, 19 de marzo de 2021
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Muy bueno el análisis, no se queda en la sinopsis del guión sino que se adentra de manera muy agradable en los detalles del montaje y la producción, asi como en el caracter psicológico y sociológico de la historia. Un detalle interesante que se insinúa por las fechas es que el relato ocurre un año antes de que Sacerdote Alonso de Salazar logreara convencer al tribunal de la inquisición que todo era falso y montado con su famosa frase: " No se empezó a hablar de "No hubo brujos ni embrujados hasta que no se empezó a tratar y escribir de ellos"
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