Disponible en Netflix.
En esta cinta el conflicto recorre el metraje internamente. Observamos un relato íntimo, lleno de impresiones, donde los ríos que se encuentran sumergidos se transforman en hondos lagos cargados de frustraciones.
El guion, escrito por la misma directora Elite Zexer, remite a Jalila -Ruba Blal-, una mujer que debe ser anfitriona del matrimonio de Suliman -Hitham Omari -, su marido, con su segunda mujer. De sus cuatro hijas, la mayor es Layla -Lamis Ammar-, quien estudia y tiene un novio en secreto, algo que está prohibido y que no tardará en ser descubierto por su madre. Jalila parece resignada a su suerte de mujer postergada a cargo del cuidado de un hogar abandonado; Layla siente que en sus manos está el futuro, no parece dispuesta a dejarse abatir por ninguna circunstancia o condición.
Con muy pocos elementos, la cinta nos introduce al amplio mundo de una cultura que nos resulta ajena. La realidad es tal cual, cruda y dura, y la colisión que se produce en ella tiene consecuencias.
Parece que cada tema, cada acción, y cada personaje de la película tiene un camino ya predefinido. ¿Existe libertad? Al menos para las mujeres, ninguna. La sumisión es total. Ni siquiera es machismo, que sería algo muchísimo menos opresor. Es una absoluta subyugación al género masculino en todo el orden de cosas. Es eso, o sobreviene lo indescriptible, lo inimaginable. ¿Se puede romper? ¿Existe alguna una opción, alguna salida? Para Jalila, en absoluto; para Layla, habría una esperanza.
La directora hace un trabajo espléndido en hacernos sentir una cultura que se observa en el día a día de una aldea beduina ubicada al sur de Israel. Tomas amplias del desierto, locaciones cuidadas y especialmente primeros planos de las protagonistas, hacen que nos compenetremos con lo que estamos presenciando. Los diálogos, cortos y concisos, son suficientes para comprender el intercambio de información, pero son los gestos, los movimientos y las miradas, lo que realmente entrega el contexto de lo que sucede al interior de cada persona.
La historia adquiere varias perspectivas, en un momento en que los cauces internos se separan buscando cada uno su propio rumbo. Son los momentos más complejos del metraje, donde fácilmente nos podemos perder si dejamos de observar el mensaje subterráneo que recorre su esencia.
“Tormenta de Arena” -premiada como mejor película internacional en el Festival Sundance de 2016- trata de una rebelión contra lo imposible. Significa vencer una tradición, quizá milenaria, en la forma de llevar las relaciones humanas. Es difícil no conmoverse con lo que observamos, en especial al dejarnos permear por los sentimientos profundos de Jalila y la esperanzada candidez de Layla. Cuando todo está dicho, cuando la forma de actuar se debe acatar como si de una ley se tratara, ¿cuál es el paso siguiente? ¿El respeto a la tradición puede pasar por sobre la dignidad? La arena representa al árido desierto y la tormenta, el conflicto y sufrimiento interior de ambas mujeres. La película no juzga, solo representa los hechos con agudeza y precisión. Quienes debemos hacerlo somos los espectadores y, por supuesto, extraer nuestras propias conclusiones.
Ficha técnica
Título original: Sufat Chol
Año: 2016
Duración: 87 minutos
País: Israel
Productora: 2-Team Productions
Género: Drama
Guion: Elite Zexer
Música: Ran Bagno
Fotografía: Shai Peleg
Reparto: Lamis Ammar, Ruba Blal, Hitham Omari, Khadija Al Akel, Jalal Masrwa
Dirección: Elite Zexer
La misión global de SIGNIS es colaborar con profesionales de los medios de comunicación y ayudar a transformar la cultura a través de valores artísticos, promoviendo la dignidad humana, la justicia y la reconciliación. La directiva en Chile está formada por Juan Pablo Donoso, Presidente, Elizabeth Salazar T., Vicepresidenta, y Jackie P. Olivo, Secretaria. Son miembros, Bernardita Santander Navarro, Pablo Crocquevielle, José Luis Nicolás, Alejandro Caro Contreras y Carlos Correa Acuña.
viernes, 5 de febrero de 2021
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