miércoles, 24 de abril de 2019

Tarde para morir joven - Por Carlos Correa

Una comunidad aislada, cercana a la cordillera y alejada de la ciudad. Una vida diferente es la que busca un grupo de familias para poder estar en un espacio de mayor contacto con la naturaleza. Verano a fines de los ochenta, se vive el día de Navidad y asoma una gran fiesta para la celebración del Año Nuevo. La perspectiva del fin de un ciclo y el comienzo de otro nuevo también está presente en los tres jóvenes protagonistas de la cinta. 

Sofía (16) -Demian Hernández-, Lucas (16) -Antar Machado- y Clara (10) -Magdalena Tótoro- viven etapas diferentes. Sofía sueña con elementos propios de la ciudad. La discusión de si tener o no electricidad en la comunidad es un tema que a ella le afecta y bastante. Además, está comenzando a descubrir sus primeros deseos y todo aquello la hace pensar que su lugar está más bien donde vive su madre, es decir, la comuna de Ñuñoa, en la ciudad de Santiago. Lucas, por su parte, recorre otro camino. No se cuestiona su permanencia en el lugar, más bien asume que allí es donde él quiere estar. Lo que sí le afecta es la atención que Sofía le presta o le deja de prestar. También está Clara, que a sus cortos 10 años recién comienza a mirar la vida y su visión, con ojos de niña, entrega otra perspectiva de las opciones y decisiones que toman los más grandes. Estos últimos quieren alejarse de la multitud y de lo conocido; los jóvenes quieren conocer y descubrir el mundo.

Dominga Sotomayor, guionista y directora de esta película, filma con extremo cuidado y delicadeza. El trabajo de fotografía de Inti Briones es excelente, con un manejo de luces y sombras, colores cálidos, algunos luminosos y otros oscuros, que traspasan la pantalla y se transforman en vivas emociones.

“Tarde para morir joven” responde a un estilo particular. Es de esas películas que son más bien reposadas, donde no hay un desplazamiento en el eje del relato sino que se centran en la profundidad de sus protagonistas. Esa intimidad, que a veces aflora y a veces permanece oculta, la percibimos, la imaginamos, pero no necesariamente la vemos. Aquí, la construcción de cada personaje es vital y el trabajo de la directora se aprecia cabalmente. Es mucho más importante eso que no observamos, lo que proviene de la interioridad de cada persona, de los pequeños detalles o de momentos sutiles, que aquello que evidentemente está expuesto.

Destaca, sin duda, la actuación de Demian Hernández encarnando a Sofía. Su mirada, sus desplazamientos y sus actos dan cuenta de un proceso interno trascendente. Algo no se siente bien, le incomoda y no está claro qué es. ¿Amor, impulso? ¿Novedad, sueño? ¿Búsqueda, descubrimiento? El arte se abre paso y también el irrefrenable deseo de explorar nuevas sensaciones y nuevas emociones.

Premiada en el Festival de Locarno como mejor dirección y en el Festival de Gijón como Mejor directora (ex aequo) y fotografía, esta película de Dominga Sotomayor plantea temas que son parte importante de nuestras vidas. Las relaciones entre padres e hijos, entre amigos, sus reacciones, primeros enamoramientos y exploraciones iniciales, son algunos de los muchos elementos que la cinta pone en relieve y que, vistos desde diversas ópticas, también nos llegan de manera diferente, dependiendo de nuestra particular cercanía con cada uno de ellos.

Ficha técnica 

Título original: Tarde para morir joven
Año: 2018
Duración: 110 minutos
País: Chile
Productora: Coproducción Chile-Brasil-Argentina-Países Bajos (Holanda)-Qatar; Cinestación / RT Features / Ruda Cine / Circe Films
Género: Drama | Años 90. Adolescencia
Guion: Dominga Sotomayor
Fotografía: Inti Briones
Reparto: Demian Hernández, Antar Machado, Matías Oviedo, Antonia Zegers, Eyal Meyer, Magdalena Tótoro, Alejandro Goic, Andrés Aliaga, Gabriel Cañas
Dirección: Dominga Sotomayor

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